Título: Principiantes Autor: Raymond Carver
Páginas: 320 pág.
Editorial: Anagrama
Precio: 19 euros
Año de edición: 2010
Pocas ocasiones hay como ésta de entrar en la cocina de un escritor y ver cómo ha ido variando los textos de sus cuentos. Y la ocasión es de oro si hablamos nada más y nada menos que del gran Raymond Carver, uno de los mejores cuentistas que se pueden leer, que dejó una huella amplia y profunda en el género, paradigma del llamado realismo sucio y un trueno de escritor.
Como es sabido, es uno de los maestros de la concisión, del mucho decir en pocas palabras. Para avanzar en el camino del minimalismo, hubo dos editores que le influyeron notablemente, John Gardner y , sobre todo, Gordon Lish. Alguien dijo una vez que donde Gardner le había aconsejado utilizar 15 palabras en lugar de 25, Lish le indicó que usara 5 en vez de 15. Los buenos editores tienen una influencia muy poderosa en los autores que publican, más de lo que se suele creer; muchas veces les hacen coaching, pero este caso parece un poco exagerado.
Carver tuvo siempre una relación de amor-odio con este último editor, que le recortaba los textos sin misericordia. Por un lado, estaba agradecido. «Si tengo alguna posición, reputación o credibilidad en el mundo, te lo debo a tí» ―le escribió en una carta. Pero por otro lado, se sentía enormemente frustrado. Se han cruzado muchas opiniones sobre si Lish estropeó o mejoró la escritura de Carver; Stephen King, por ejemplo, prefiere los textos originales, pero también es cierto que Carver no sería la gran figura que es sin la influencia de su editor.
Pues bien, tenemos la oportunidad de hacer la comparación nosotros mismos, gracias a que están disponibles en un volumen titulado «Principiantes» los 17 relatos que componen uno de sus libros más logrados: «De qué hablamos cuando hablamos del amor» (1981). En este caso, Gordon Lish le devolvió el original a Carver lleno de modificaciones, tachaduras y enmiendas: en total, redujo el número de palabras a la mitad y modificó la mayoría de los finales. El libro se publicó así y fue un auténtico bombazo.
Pero el autor quedó tan descontento que prometió que algún día publicaría estos relatos con su extensión original. Después de su muerte en 1988, su viuda, la poeta Tess Gallagher, cumplió el deseo de su difunto marido y publicó este libro con las versiones originales en 2009.
En la tabla de abajo, figuran el título original, el título modificado por el editor y el tanto por ciento de palabras suprimidas por Lish, que oscilan entre el 1 y el 78 %, y en conjunto constituyen un 50 %. He puesto en negrita la versión que más me ha gustado en cada caso, aunque es verdad que he notado cierta tendencia a preferir la que he leído primero.
Por cierto, la traducción de este volumen es excelente y corrió a cargo de Jesús Zulaika Goicoechea (Bilbao, 1948), un gran traductor acostumbrado a producir buenas versiones en español de autores como Martin Amis, William Faulkner o Richard Ford,
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario