viernes, 29 de abril de 2022

Madrid, de corte a checa - Agustín de Foxá

 

Título: Madrid, de corte a checa                                                                                        Autor: Agustín de Foxá

Páginas: 352 pág.

Editorial: Bibliotex

Precio: 6,50 euros

Año de edición: 2001

He aquí una novela ideológicamente detestable, pero de innegable valor literario. «Madrid, de corte a checa» se publicó en la España franquista en 1938. Cuenta un descenso a los infiernos desde la monarquía borbónica hasta la revolución roja. Del bien al mal, de acuerdo con la interesada y maniquea interpretación de los acontecimientos históricos que hace su autor, el orondo diplomático, aristócrata y falangista Agustín de Foxá. Amigo personal de José Antonio Primo de Rivera, Foxá formaba parte de su corte literaria. El fascismo de Foxá nada tenía de populista o revolucionario. Era un fascismo del Antiguo Régimen, por decirlo de alguna manera, reaccionario y estamental, aterrorizado por el protagonismo popular en la España de los años 30. El fascismo como retorno al pasado, espantando la pesadilla republicana.

Planteadas así las cosas, no se le puede pedir a Foxá un mínimo de ecuanimidad. Su única novela es un panfleto de extrema derecha puro y duro. El protagonista, José Félix Carrillo, un joven acomodado, tiene al principio un vago interés por la república. Pero pronto la nueva democracia le asusta y trastorna. El mundo elegante y ordenado al que pertenece parece estar sentenciado a muerte por una conjunción de intelectuales fracasados y trabajadores resentidos y vengativos. La brutalidad, la demagogia y la pornografía invaden las calles. La vieja aristocracia huye. Una parte de la burguesía acobardada se une a los republicanos. Los arribistas invaden los salones aristocráticos. Las calles, antes reservadas a los pudientes, ahora bullen de populacho. El comunismo acecha. Finalmente, José Félix se une a los caballeretes fascistas de José Antonio Primo de Rivera para «salvar» a España. La Guerra Civil es la consecuencia inevitable de la subversión social. Menos mal que llegará la salvación, «Otra vez guardias civiles con tricornios, en la aduana de Irún, bajo la bandera roja y amarilla, al aire, alegremente resucitada. Y carabineros, y falangistas con la camisa azul y el yugo y las flechas, y requetés con sus boinas rojas. ¡Otra vez España!»

¿Por qué leer este panfleto? Hay algunas razones. En primer lugar, es un libelo verdaderamente bien escrito. Foxá tiene bien aprendida la lección de Valle-Inclán. Su estilo ágil, casi expresionista, aúna con talento el diálogo ingenioso, la metáfora fulgurante y la descripción perfecta. Un estilo brillante, con una gran fuerza satírica. No se le puede negar un logrado sentido del humor: esperpéntico, castizo y macabro. En este sentido, «Madrid de corte a checa» es una buena novela.

Las ideas de Foxá representan la mentalidad arcaica de los sublevados de 1936. Su clasismo al borde del racismo. La incapacidad que tenían para entender las causas de tanto malestar social. Para el simplista Foxá, todo se reduce a unos obreros descarriados por culpa de agitadores subversivos que quieren aprovecharse de ellos para mangonear. El desprecio del señor conde de Foxá contra las clases sociales subalternas, incluida la burguesía republicana, es infinito. Un desprecio teñido de miedo, lo que incrementa el sarcasmo. Las manifestaciones del 14 de abril de 1931 celebrando la instauración de la Segunda República española son descritas como un monje del medievo pintaría un bestiario: seres malvados, irracionales, borrachos y amorfos que todo lo pisotean. En 1936, estos mismos monstruos (los madrileños republicanos), se disponen a matar a los españoles de «bien». A los FoxáFoxá, para entendernos. Este es el mensaje del libro, de un maniqueísmo pueril.

Como sus amigos ganaron la guerra, tuvieron tiempo de vengarse de los siniestros rojos que les robaron la cubertería y estrangularon al canario. La mentalidad dura, fanática e intransigente de Agustín de Foxá era la del franquismo más tenebroso y represivo. Contra el mal de la anti España, caricaturizada con saña por Foxá, solo existe una solución: el exterminio y la expulsión, preconizados por otro ilustre escritor de la derecha, hoy piadosamente olvidado, el señor Pemán.

En resumen, la inteligencia y la buena pluma no son incompatibles con las malas ideas. O, en el caso de Foxá, quizá ni siquiera ideas, sino simples prejuicios sociales marcados por un egoísmo sin fisuras y un miedo atroz a perder privilegios ancestrales. Su mente, más señorita que señorial, no daba para más. Pero supo dar excelente forma literaria a esos odios de clase (de la clase de arriba contra los de abajo; la lucha de clases al revés, diríamos), en una novela valiosa. Así que con malas ideas (¿?) se puede hacer buena literatura; y me temo que también al revés. De ahí el interés de leer a Foxá.

Agustín de Foxá

Agustín de Foxá y Torroba (1906-1959) nació en Madrid envuelto en solemnes ropajes aristocráticos. Don Agustín era nada menos que conde de Foxá y marqués de Armendáriz. Estudió derecho e ingresó en la carrera diplomática. Le gustaba escribir, frecuentaba tertulias y era hombre sociable, ameno y simpático. Se hizo falangista, se atribuyó los dos primeros versos del «Cara al sol». El estallido de la Guerra Civil le cogió en Madrid. Se salvó del paseo. «Es evidente que un marqués se ocultaba mal en el Madrid revolucionario», señaló Andrés Trapiello
 
Con el fin de la contienda continuó su carrera literaria y diplomática. Escribió poemas, obras de teatro, cuentos y la novela «Madrid, de corte a checa». Su lengua era ingeniosa. Por ejemplo: «Soy conde, soy gordo y soy diplomático, ¿cómo no voy a ser de derechas?». «La Falange era una hija adulterina de Carlos Marx e Isabel la Católica». «En vez de libertad, igualdad y fraternidad yo soy partidario de café, copa y puro». «El ideal es ser embajador de una potencia autoritaria en un país democrático». Imposible mayor cinismo. Agustín de Foxá falleció con 53 años.

Publicado por Alberto.

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