Título: Galíndez Autor: Manuel Vázquez Montalbán
Páginas: 355 pág.
Editorial: Seix Barral
Precio: 1,30 euros
Año de edición: 1990
Brillante mezcla de investigación y fabulación, «Galíndez» (1990) es quizá la novela más reputada de Manuel Vázquez Montalbán, ganadora del Premio Nacional de Narrativa. El libro recupera
la memoria de un personaje desgraciado, Jesús de Galíndez. En 1956,
Galíndez, nacionalista vasco, nacido en Madrid, exiliado, abogado y
periodista, autor de ocho libros, amigo y correligionario del
lehendakari José Antonio Aguirre, desapareció sin dejar ni rastro en
pleno centro de Nueva York.
Este
fue el final de Galíndez y el principio de «Galíndez». Debemos
remontarnos en la biografía de este personaje. Era
madrileño, de familia vasca oriunda de Amurrio. Luchó en la guerra civil española,
perdió y terminó en el destierro. Se fue a la República Dominicana. El
dictador dominicano era el esperpéntico y sanguinario Rafael Leónidas Trujillo, que parece sacado de la imaginación tropical de un Valle-Inclán. Cuando abandonó los dominios de Trujillo, Galíndez recaló
en Nueva York. Allí dio clases en la Universidad de Columbia y
escribió un detallado estudio sobre la autocracia trujillista: «La era
de Trujillo». Le intentaron convencer para que no publicara ese libro.
Por su salud, mayormente. Galíndez se negó. Un mal día se disipó en
el aire como una nube de humo.
Vázquez Montalbán plantea su novela como una investigación y una polifonía de
varias voces. En primer lugar, la de la historiadora Muriel Colbert, una
joven norteamericana larguirucha, pecosa, rubia y de familia mormona.
El interés de la Colbert por Galíndez es en principio estrictamente
científico, objetivo. Más tarde se convierte en el deseo de reivindicar a
su biografiado como símbolo. También Galíndez tiene su lugar en la
novela, más allá del hueco que dejó tras su desaparición. No era un
héroe sin mácula, sino un soplón de los servicios de inteligencia
norteamericanos, por lo menos desde 1941, y con el pleno apoyo del
lehendakari José Antonio Aguirre. Galíndez informaba a los amigos
americanos sobre los comunistas, compañeros de exilio, antifranquistas
como él, pero adversarios dentro del contexto de la Guerra Fría. Sin
embargo, era también un idealista. Un hombre que creía
sinceramente en una Euskadi libre en una España libre. Que no se había
casado porque su único amor era Euskadi. De manera quijotesca se
enfrentó con Trujillo. Para los norteamericanos, Galíndez era un hombre
prescindible. No impidieron su terrible fin. La maldad del dicatador, su
monólogo sarcástico y brutal, no deja de tener la grandeza de un
monstruo decadente y empenachado, tan vengativo como cruel.
Galíndez,
la víctima; Trujillo, su asesino; Colbert, la investigadora que treinta
años después intentó restablecer la verdad y el lugar de Galíndez en el
complejo entramado de la Historia. Pero, y aquí está el quid que da
carácter de novela negra a «Galíndez», resulta que la historia de Galíndez todavía no es Historia. Sus ramificaciones llegan hasta el
presente. Y en el presente hay poderosos intereses que no desean que se
agite el asunto. Que quieren que los muertos entierren a sus muertos.
Que no están dispuestos a permitir que una entrometida resucite un
puñado de polvo que todavía tiene la tremenda virtud de incomodar a los
cómplices supervivientes de su martirio. De esta forma, entran en la
trama una serie de personajes del más puro estilo noir: el
odioso agente norteamericano que persigue desde las sombras a la
investigadora, el director de su tesis sobre Galíndez, un historiador
tan progresista de boca como temeroso en la práctica, y un
inefable personaje, mitad vasco y mitad mulato, Don Angelito, veterano
de todas las derrotas, que, lejos de resultar detestable, es digno de
compasión por su vejez miserable, y de admiración por su amor por los
gatos. Todos ellos y otros muchos más tejen un complejo tapiz que se
desarrolla a lo largo de una novela apasionante.
Esta novela nos conduce por la España de los 80, deseosa de hacer borrón y cuenta
nueva con un pasado doloroso en donde Galíndez precariamente alcanza la
categoría de anécdota. Nos lleva asimismo por la pequeña Cuba de Miami,
en donde otros derrotados rumian sus deseos de venganza. Y por una
República Dominicana en donde la sombra de Trujillo es alargada y los
supervivientes del tirano intentan tirar del hilo de ese pasado que
muerde. Sus páginas también miran atrás: a la guerra civil española, al
Nueva York de los años 50, a las notas diplomáticas y de prensa que
amarillean en cualquier archivo, a un tirano gordo que se pasea en una
silla regia portada por sicarios y, sobre todo, a los gemidos de miedo
de un personaje menor borrado de la Historia para siempre. O eso creían
sus asesinos, pero los muertos vuelven, y siempre habrá alguien
dispuesto a recomponer el pasado en eso que llamamos provisionalmente
Historia. Si el muerto es un desaparecido, su sombra es todavía más
recalcitrante al olvido.
Lean esta excelente
novela tan comprometida como lúcida. Vázquez Montalbán sabía contar la
trama más compleja con el arte de un consumado historiador, que aclara
lo sucedido en lo posible, y con la destreza de un novelista que sabe rellenar el
vacío de lo imposible de conocer con lo probable. Nadie sabe exactamente
cómo acabó el desgraciado Galíndez. Sí sabemos que su desaparición
provocó un pequeño escándalo en su día. Luego, nada. Pero nadie muere
del todo si existe en el presente alguien dispuesto a darle de nuevo
vida reconstruyendo su historia. En el caso de Galíndez, su historia
enlaza España con Hispanoamérica y el imperio USA. De fondo, la Guerra Fría, las tiranías sudamericanas, los exiliados españoles y los
compromisos de un realismo político amoral. Más al fondo, en un remoto
valle del norte de España, entre nieblas y bosques de pinos, un
pequeño monumento en recuerdo de aquel hombre alto, elegante y culto
llamado Jesús de Galíndez Suárez.
Manuel Vázquez Montalbán
Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939-2003) fue uno de los escritores
españoles más destacados de las últimas décadas. Barcelonés de origen
gallego, escribió novelas, cuentos, ensayos, poesías,
miles de artículos, textos experimentales y críticas gastronómicas. Su
personaje Pepe Carvalho es uno de los grandes de la literatura
policíaca. Hombre de izquierdas, durante el franquismo, estuvo
encarcelado cierto tiempo. Gran recopilador y estudioso de la cultura popular y
sentimental de España, Manuel Vázquez Montalbán murió repentinamente en
el aeropuerto de Bangkok.
Publicado por Alberto.
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