Título: Las maravillas Autora: Elena Medel
Páginas: 228
Editorial: Anagrama
Precio: 17 euros
Año de edición: 2020
El dinero ―su falta― como condicionante decisivo de unas formas de ser, entender la vida y vivirla.
Así dice la autora que quería reflejarlo, así es en la novela como en la vida. El foco de atención está en las personas que no han ascendido socialmente porque no estudiaron y quedaron atascadas en el mismo sitio prácticamente a lo largo de varias generaciones, con los mismos trabajos mal pagados, con escasa formación y nada considerados socialmente. Y la causa fundamental de esa imposibilidad de progreso, el dinero, el que no llega, el que falta.
Pero no solo es eso lo que nos cuenta la autora, pues el problema desencadenante de la historia son las convenciones sociales. Los valores más «sagrados» de las familias, como es el apoyo incondicional, instintivo y hasta irracional a los hijos ante cualquiera que sea la circunstancia en la que se encuentren, en esta historia no prevalecen. Porque importa más que otras cosas parecer honorables para no sufrir las habladurías.
El parecer más que el ser fue un condicionante de primer orden en la vida de los años 50 y hasta los 80 del siglo pasado. Tenía una larga historia, pero se dieron algunos cambios. En épocas anteriores esa actitud ―en realidad una forma de vida― era propia de la burguesía acomodada, y fueron muchos los que pasaron dificultades porque vivían de rentas y no tenían oficio ni beneficio, ni los buscaron, pero debían ocultarlo. Inolvidable el personaje de Benina, la criada de la novela de Pérez Galdós «Misericordia». En torno a mitad de siglo hay algo que cambia y es que entonces la clase obrera con legítimas aspiraciones de progresar en la escala social adopta, desafortunadamente, esa convención de la burguesía.
No eran raros los padres que rechazaban a sus hijos por haber cometido errores con consecuencias serias, como los embarazos no deseados o las drogas. De la homosexualidad ni se hablaba, porque en aquellos tiempos se consideraba pecado o enfermedad, si no aberración. Lo curioso es que las normas del disimulo y de hacerse pasar por quien no se era y la ocultación para vivir como si no pasara nada, se adoptaron en general sin plantearse los muchos valores que se perdían con la emulación.
Cuatro mujeres: María, la protagonista, nacida en una familia obrera de barrio populoso donde el sueldo de los adolescentes era necesario y que muy joven sufre un embarazo por error e ignorancia; su madre, que la echa de casa para no sufrir la vergüenza, pero se queda con la niña, Carmen; la propia Carmen que por el matrimonio parece que asciende en la escala social, pero llega el desastre y el empeño fallido de desclasamiento la devuelve como viuda con dos hijas a sus orígenes de barrio pobre y ellas mismas como obreras, y Alicia, hija mayor de Carmen que, crecida con un sentimiento de superioridad que hace que sus compañeros la aíslen en el colegio, deberá operar la mayor transformación de todas ellas. Una transformación personal ―dicen que el sufrimiento humaniza― que no la sacará de la pobreza en la que tendrá que vivir, pero del que aprenderá humildad, a adaptarse a su situación y a ser dueña de sus pensamientos y decisiones e imponer su independencia en un mundo todavía muy patriarcal.
Cuatro generaciones de mujeres a través de las cuales pasan unos sesenta años de vida en España en donde el foco de atención de la autora no es destacar los cambios, sino más bien al contrario, centrarse en aquello de lo que no se habla: el atascamiento personal, laboral y social que hace que estas mujeres, paradigma de muchas coetáneas, apenas avancen y se queden en un lugar parecido al que les tocó al nacer. Y no es porque sean torpes, vagas o incapaces. Es que, al igual que existe el techo de cristal, que también rige para estas mujeres, hay otro techo previo aún más fuerte que no permite el ascenso social, la pobreza.
No es inocente el hecho de que sean mujeres en un medio de precariedad las que luchen, sufran y salgan adelante, aunque al final de mes el mayor lujo que puedan darse es una cerveza en el bar del barrio.
La novela es un reconocimiento a las mujeres valerosas y sufridoras de aquellas épocas y de las muchas que pueblan nuestra sociedad hoy en día y que trabajan denodadamente en muchos casos en unas condiciones vergonzantes para la comunidad que somos. Son mujeres algunas de nuestro país, otras muchas son inmigrantes ―lo que las hace mucho más vulnerables― y en general discretas y abnegadas con su propia suerte.
Se acaba de estrenar en España una película cuya dirección y guion son de Emmanuelle Carrère, «En un muelle de Normandía», basada en una novela de la Florence Aubenas titulada «El muelle de Ouistreham», que habla de las mujeres de la limpieza y cuenta en esencia el mismo problema que plantea Elena Medel en esta novela, pero centrado en el momento actual. Merece la pena verla.
El filósofo contemporáneo Guillaumele Blanc dice que estas personas dejan de ser escuchadas primero y después se vuelven invisibles, y que su reconocimiento es el primer paso para la justicia social.
«Las maravillas» de Elena Medel es un canto a las mujeres duras y resistentes, trabajadoras en las más bajas escalas laborales, que se esfuerzan por salir adelante y ser dueñas de su propio destino sin necesidad de producir pena o dársela a ellas mismas. Una novela que ilumina a esas mujeres y nos hace evidente la dignidad que tienen.
Una buena lectura.
Elena Medel (Córdoba, 1985) es poeta desde la adolescencia. Es editora de la editorial «La bella Varsovia» dedicada a poesía. Ha escrito un ensayo sobre el tema «Todo lo que hay que saber sobre poesía» y colabora en medios escritos. Fue la prologuista del libro de Natalia Ginzburg «A propósito de las mujeres» y es esta su primera novela, que tuvo un gran éxito avalado por el premio Francisco Umbral al libro del año en 2020. Estaremos atentos a sus próximos trabajos porque nos ha gustado.
Publicado por Paloma Martínez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario