Título: La gota de sangre Autora: Emilia Pardo Bazán
Páginas: 192
Editorial: Anaya
Precio: 12 euros
Año de edición: 2001
Este volumen reúne «La gota de sangre», el primer relato de género policial escrito en España, y doce cuentos más del mismo género, todos ellos espléndidos, con el encanto de una autora solvente y de carácter como Doña Emilia. Digo esto porque el lector tiene en todo momento la percepción de que la autora sabe muy bien adonde quiere ir a parar y avanza con decisión y fuerza hacia el desenlace de cada historia.
Excepto la primera, que da título al libro y consta de 76 páginas, son narraciones breves, de menos de doce páginas, que van directas al grano, con un desarrollo resuelto y tajante, sin muchas florituras, resueltas siempre con una sorpresa final inesperada que los hace sumamente atractivos.
Los relatos arrancan sin excepción en el terreno del género policiaco y de intriga, con el planteamiento de un enigma y un motor de suspense, para evolucionar luego según las reglas de un cierto naturalismo a la española. Si en el movimiento iniciado por Zola, se presenta al individuo como completamente condicionado por su herencia, su ambiente y circunstancias, aquí ese determinismo se suaviza ligeramente y pierde algo de su radicalidad. Sin embargo, aparece la España negra, algo tremendista, y los personajes se ven a menudo arrastrados por sus pasiones, casi inevitables.
Las figuras masculinas, no quedan en general muy bien paradas; frecuentemente aparecen subyugados por su devoción por las mujeres hermosas. Por otro lado, en varios cuentos, se retrata la vida sometida y secundaria de la mujer, especialmente en «Sin pasión», un excelente relato en el que aparece un caso de maltrato y violencia de género.
Hay aquí un buen número de variantes sobre el esquema policial clásico: el investigador que comete varios delitos, el testigo impotente ante un crimen horrible, el acusado injustamente que resuelve el caso gracias a un detalle mínimo, fanfarrones que alardean de delitos falsos... estos cuentos delatan una preocupación especial de la autora por todo lo criminal. que abarcaba los aspectos sociológicos y psicológicos. Alguna vez declaró que las crónicas de sucesos estimulaban su curiosidad y a veces deseaba averiguarlo todo sobre un caso.
En fin, un estupendo ramillete de relatos de la introductora de las historias de crímenes en nuestro país, que constituyen verdaderos modelos de economía y concisión. Hay mucha literatura en los libros de esta mujer sin igual que llegó a decir: «¡Cómo habría cambiado mi vida de haberme llamado Emilio!».
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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