lunes, 7 de octubre de 2013

Juan Belmonte, matador de toros - Manuel Chaves Nogales


Título: Juan Belmonte, matador de toros
Autor: Manuel Chaves Nogales

Páginas: 343

Editorial: Libros del asteroide

Precio: 17,95 euros 

Año de Edición: 2009


Esta biografía, escrita con el encanto y la garra de un buena novela, me ha hecho pasar ratos estupendos y me ha dejado completamente fascinado. Es buenísima. Creo que es un modelo del género y uno de los mejores ejemplos de cómo escribir la vida de un personaje famoso y a la vez, una obra mejor que muchas novelas. El autor demuestra con este libro que además de ser un buen periodista, era un excelente escritor.

Hay que reconocer que el protagonista es interesantísmo, Juan Belmonte, «el pasmo de Triana», el hombre que inauguró el toreo moderno, un torero genial dotado de una personalidad muy fuerte y ciertamente peculiar. Pero lo que en otras manos se hubiera transformado en una buena biografía, en la pluma de Chaves Nogales se convierte en algo que trasciende el género.

Si Belmonte revolucionó el toreo, Nogales hizo lo propio con la biografía, construyendo un relato ameno, apasionante, directo y ágil, que no pierde el tiempo en descripciones (no tiene ni una), parece fundir su voz con la del torero y nos ofrece una narración cercana, muy natural, profunda, que busca continuamente la esencia de las cosas y deja hablar al protagonista continuamente.

Juan Belmonte (Sevilla, 1892-1962) siendo un muchacho, comenzó a colarse en las dehesas para torear a la luz de la Luna. Allí aprendió a arrimarse, porque de noche lo más peligroso es que el toro se aleje un poco y ya no lo veas venir. 

Fué el gran innovador en el toreo. Hasta él, torear era correr detrás del toro y salvar sus embestidas de la mejor manera posible. Belmonte dominaba la situación completamente, moviendose muy poco. Se colocaba en terrenos considerados hasta entonces propios del toro, más cerca de él que nunca y ejecutaba el toreo despacio, bajando las manos y llevando al animal por donde quería.

Puso en práctica los tres tiempos de la lidia, parar, templar y mandar, a los que luego añadió  cargar la suerte. Rompió el esquema clásico de Lagartijo («o te quitas tú o te quita el toro») y comenzó a hacer cosas que parecían imposibles sin tener una cogida, lo que hizo que Rafael Guerra pronunciase su famosa frase: «Darse prisa a verlo torear porque el que no lo vea pronto, no lo ve».

Hombre autodidacta, de gran inteligencia y lector empedernido, se relacionó con los grandes intelectuales de la época, como Valle-Inclán, Gerado Diego, Hemingway y muchos otros. Viajaba en sus giras por América acompañado de un baúl de libros, un equipaje insólito para un torero.

Escrita en 1935, cuando el maestro se acababa de retirar y era un personaje famoso, esta obra reconstruye toda su vida sin dejarse nada importante en el tintero. Está llena de anécdotas muy enjundiosas, de cosas increíbles que describen el atraso de la España de aquellos años y retrata perfectamente la dureza terrible de la vida de un matador de toros.

Abrir este libro es como bajar al barro de la Calle Ancha de la Feria de Sevilla a principios de siglo y mezclarse con la multitud de vendedores, pillos, críos y personajes de todo tipo que pululaban por allí, hasta ver al pequeño Juan, de ocho años, trabajar en la quincallería de su padre, espiar su vida y seguirle allá donde va. Un libro genial que os recomiendo a todos, a los que os gustan los toros y a los que no, también.

 
Juan Belmonte 

Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897-1944) nació en una familia sevillana de clase media y buen nivel cultural Su padre fué un notable periodista y su madre una pianista consumada. Tras la prematura muerte de su padre, se dedicó a estudiar Filosofía y Letras y a trabajar como periodista en varios periódicos sevillanos.

Se trasladó a Madrid y llegó a ser Redactor Jefe de El Heraldo. Frecuentó tertulias literarias y en 1927 ganó el premio más prestigioso de periodismo, el Mariano de Cavia con un reportaje sobre Ruth Elder, la primera mujer que cruzó en solitario el Atlántico en un avión Junker.

A partir de ahí, si carrera se disparó. Colaboró en los más prestigisiosos diarios, hizo reportajes audaces viajando a la URSS, entrevistando a Goebbbels, al que consideró ridículo e impresentable y avisó del horror de los campos de trabajo alemanes.

Al estallar la Guera Civil Española se puso al servicio de la República, se exilió en París y luego en Londres. Alli trabajó para la BBC y para el Evening Standard. Murió joven de una peritonitis, sólo tenía 46 años.

Manuel Chaves Nogales

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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