lunes, 1 de agosto de 2022

Celia en la revolución - Elena Fortún

 

Título: Celia en la revolución                                                                                           Autora: Elena Fortún

Páginas: 380 pág.

Editorial: Renacimiento

Precio: 19,90 euros

Año de edición: 2016

Celia es un personaje de la literatura infanto-juvenil española de la primera mitad del siglo pasado que obtuvo gran fama y fue muy reconocido por el público. Comenzó su andadura en el semanario Gente Menuda, suplemento de la revista Blanco y Negro,  y más adelante se editaron sus andanzas en forma de libro en la editorial Aguilar.

En este libro, tras más de una decena de historias publicadas, Celia ha crecido, es una adolescente madura para su edad, que se tiene que hacer cargo de sus hermanos pequeños por la muerte de su madre. La sublevación del ejército, la revolución popular y la guerra civil la sorprenden en casa de su abuelo, en un pueblo de Segovia y se ve envuelta en la tragedia que supuso todo aquello para los españoles. Celia cuenta el drama con una visión un tanto inocente como adolescente, desde el punto de vista del pueblo llano, sin tomar partido por ninguna de las opciones políticas, al contrario que sus conocidas. La acción se desarrolla en las principales ciudades bajo control republicano durante la contienda: Madrid, Valencia y Barcelona.

El libro es muy autobiográfico, lo podemos llamar una crónica autobiográfica, cuenta sucesos por los que pasó la autora durante todo el conflicto, traslada a Celia reflexiones que corresponden más a un adulto que a una joven adolescente. Escribe desde la retaguardia sobre vivencias propias, a diferencia de otros escritores que escribieron desde el exilio o la lejanía. Se apoya en personajes adyacentes que corresponden a familiares o amigos con los que tuvo gran relación, a los que modifica en algún dato o algún rasgo. Muestra historias de ciudadanos anónimos envueltos en el horror de la guerra. Desfilan personajes de distintos niveles y se mezclan hábilmente un lenguaje culto con otros más populares llenos de expresiones del mundo rural.  Es curioso cómo los personajes de Celia y de otras mujeres se muestran inseguros, indecisos y vulnerables frente a los personajes masculinos, firmes, seguros y decididos.

Elena Fortún, como Chaves Nogales, Clara Campoamor, José Castillejo o Morla Lynch, es una autora que tiene una actitud que conforma lo que se podría llamar la tercera España, autores a los que hemos tardado bastantes años en conocer, escritores y pensadores que representan la España demócrata, liberal y tolerante que no se alineó ni con el fascismo ni con el comunismo y que fueron menospreciados o perseguidos por ambos bandos.

Tardó en editarse este libro porque durante muchos años hubo dos discursos oficiales sobre lo que fueron los años de la república y la guerra civil, y éste, como otros, no encajaba en ellos; no se editó inicialmente en España ni en Hispanoamérica porque ninguno de los dos bandos sale bien parado. La autora ya lo suponía cuando escribió una carta a su hijo: «Creo que cuando escriba “Celia en la revolución” no la admitirán los de aquí ni los de allí; he de limitarme a contar lo que he visto sin hacer comentarios. La Historia debe ser contada no por los políticos ni por los militares sino por el pueblo que sin conocer las causas sufre las consecuencias».

Cuando se editó muchos años después de ser escrito, en 1987, se agotó rápidamente, lo que da una idea del interés que despertó y de su aportación a la visión del conflicto. Esta reedición que nos ocupa también se hizo esperar, pero mereció la pena, está corregida, añade varias notas explicativas y cuenta con un excelente prólogo de Andrés Trapiello; el resultado es este libro magnífico.

Elena Fortún

Encarnación Aragoneses (Elena Fortún) nació en Madrid en 1886. Hija única y de salud débil, su madre no le permitía jugar con otros niños para protegerla, así se formó un carácter solitario y soñador. Se casó joven, a los 20 años, con un militar de carrera que a su vez era autor teatral y actor, de una de sus obras tomó el seudónimo que siempre usó desde que empezó a escribir colaboraciones en prensa. Tuvo dos hijos, uno de los cuales falleció a los 10 años de edad, este hecho provocó una grave crisis en la estabilidad del matrimonio (terminó siendo un fracaso) y en el equilibrio nervioso de la escritora.

Tras residir en varios destinos de su marido, se instalaron en Madrid, allí frecuentó círculos y asociaciones de mujeres independientes y feministas con inquietudes culturales y sociales como el Lyceum Club. Escribe con frecuencia en periódicos y revistas y crea el personaje infantil de Celia con el que obtiene gran éxito, fama y dinero; a la vez este hecho la aleja de su marido, cuya carrera va decayendo.

Durante la guerra, ambos defendieron a la república, sin militar en ningún partido. Exiliados primero en Francia y luego en Argentina, viajó a España en 1948 para tratar su situación y la de su marido, oficial republicano; gracias a los buenos oficios y contactos de su editor Manuel Aguilar su situación personal se reguló y se levantó la censura que pesaba sobre sus libros. Pero entretanto su marido, hombre depresivo e inadaptado al exilio se suicidó en Buenos Aires. El regreso a Argentina fue para ella demasiado agobiante y se trasladó primero a EE. UU., donde residía su hijo, y luego a Madrid en 1950, pero la ciudad y toda España habían cambiado demasiado. La soledad, el ambiente opresivo y los recuerdos le hacen recuperar la fe católica. Enferma de tuberculosis, fallece en Madrid en 1952.

Publicado por John Smith.

2 comentarios:

  1. ¡Buen trabajo John! Como dices, hay muchas escritoras de entonces que no han sido todavía rescatadas. Elena Fortún es muy interesan. En una época escribió oculta de su marido que se lo prohibía. En " Oculto sendero" habla de cuestiones de género, identidad, heterosexualidad y homosexualidad y las considera posibles y naturales. Una avanzada para su época. Ella misma dijo que una mujer tiene tres vidas: la pública, la privada y la secreta.

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    1. Si, es cierto. Oculto sendero lo tengo pendiente. Y la frase que citas es muy buena.

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