lunes, 8 de abril de 2019

El archipiélago del perro - Philippe Claudel


Título: El archipiélago del perro
Autor: Philippe Claudel
 

Páginas: 208
 

Editorial: Salamandra

Precio: 18 euros 
 

Año de edición: 2019 

Hoy me he puesto a recordar y a imaginar. He recordado que hace años las televisiones, en épocas preelectorales, nos inundaban con imágenes de los políticos viajando a todos los rincones de nuestra geografía, los de la «España vacía» e incluso los «lugares fuera de sitio». En esos largos viajes de autobús, veíamos que los políticos leían, y anotábamos cuáles eran esos libros porque los entendíamos como mensajes de campaña. Y después me he puesto a imaginar. He visualizado a los que nos quieren gobernar ahora leyendo «El archipiélago del perro». Y puestos a imaginar, he visto un gran foro público en el que cada uno de esos políticos-lectores nos daba su visión del libro y  elegía a uno de los 6 personajes –obligatorio hacerlo- como más afín a sí mismo y más representativo de su programa político.

Pero de golpe, he vuelto a la realidad. Al igual que entonces el mensaje cifrado del libro elegido por ellos no iba dirigido a cualquier elector -para empezar había que ser lector-, el libro que querría que leyeran todos no es para cualquier elegible. Algunos no lo soportarían hasta el final.

En esta nueva, impresionante y necesaria novela, Philippe Claudel nos plantea, a partir de unos personajes cuyo nombre no es sino el de su cargo: la Vieja, el Alcalde, el Cura, el Aguacil, el Maestro o el Investigador, diferentes posiciones frente a un tema peliagudo: denunciar la aparición de tres cadáveres de jóvenes negros aparecidos de forma imprevista y desconocida en la playa de su pequeña isla, o buscar la manera de ocultarlos para que no se produzcan contrariedades en el gran proyecto constructor de un gran balneario, que se presume como redentor de unas gentes condenadas a la supervivencia por la miseria de sus recursos naturales y el aislamiento en el que viven.

Con un lenguaje sobrio, limpio, neto, sin concesiones al melodrama, pero que a veces nos obliga a parar para tomar aire, el autor nos presenta un paisaje cuya importancia es fundamental en la vida de los habitantes. En ese pedazo de tierra seca, aislada, dura, se mueven los personajes que son mucho más complejos que la decisión final que cada uno toma como solución al problema de los cadáveres. El proceso importa tanto como la solución de cada uno. En ese proceso, cual un personaje más, los lectores nos sentimos interpelados, incomodados, enfrentados a cotejar la distancia existente entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Para lograr esa interpelación directa al lector, para que no nos quedemos tranquilos pensando que tan solo son personajes de ficción, Philippe Claudel ha utilizado, entre otros, el recurso de no nombrarlos.

Todos podemos ser en algún momento de nuestra vida uno de esos cargos en una sociedad pequeña –se me ocurre la familia o el trabajo- y antes o después tenemos que responder a la incomodidad de encontrarnos en nuestros pequeños reductos de decisión a quienes quieren entrar no perteneciendo «a los nuestros, a los de siempre, a los conocidos»… Y en ese proceso de ponernos en situación de decidir, sale todo lo peor de nosotros mismos y, en el peor de los casos, lo que quedará será culpa y vergüenza. Vergüenza que, como dice el autor, si la sentimos, al menos nos conecta con nuestra naturaleza como seres humanos.

Magnífica novela.

 
Philippe Claudel
                              
Presentar al multipremiado, polifacético e infatigable Philippe Claudel (Dombasle-sur-Meurthe, 1962) en estos momentos en los que sus éxitos son notorios como escritor de más de 20 novelas, como guionista y director de cine, y decir algo nuevo, es difícil. Por ello y por el compromiso que supone tratar un tema como el de este último trabajo suyo, es más interesante resaltar de su biografía aquellas acciones que siempre le han definido como persona responsable y comprometida con la sociedad y con su entorno más cercano. Cuando era profesor trabajó mucho en la cárcel y dejó testigo de ello en un librito estupendo «Le bruit des treauseaux». También trabajó con niños enfermos y discapacitados. Ahora considera que su compromiso es esencialmente, como siempre, con la escritura y en ello se empeña de tal manera que la siente como un diálogo con sus lectores para el que tiene más preguntas que respuestas.

  
Philippe Claudel

Publicado por Paloma Martínez.

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