viernes, 12 de mayo de 2023

¿Dónde estabas, Adán? - Heinrich Böll

 

Título: ¿Dónde estabas, Adán?                                                                                         Autor: Heinrich Böll             

Páginas: 202 pág.

Editorial:
Orbis

Precio: 4 euros

Año de edición: 1983

Finales de la Segunda Guerra Mundial. La llanura de Hungría. El ejército rojo avanza imparable hacia el corazón de la Alemania nazi. Las tropas germanas se baten en retirada. Sienten el rumor de la implacable máquina de guerra de Stalin, ven los fogonazos de los disparos de la artillería, saben que han perdido la guerra. Solo cabe huir. No se puede estabilizar ningún frente más allá de unos días. El rodillo ruso lo aplasta todo a su paso. En este crepúsculo apocalíptico, los soldados alemanes pelean sin esperanza contra los rusos, las enfermedades, el cansancio, el hambre, el desaliento y el miedo. El compromiso patriótico va cediendo ante el sálvese quien pueda. Pero el fin tarda en llegar y los horrores se multiplican. 

Heinrich Böll nos cuenta en «¿Dónde estabas, Adán?» (1951), una de sus primeras novelas, los últimos estertores de un ejército fugitivo a través de las historias de varios combatientes. Son personas anónimas, vulgares, que intentan capear el desastre. Algunas lo consiguen. Otras, no. En la guerra, la muerte es tan gratuita e inesperada como seguir vivo. Se lanza la moneda al aire y quién sabe: cara o cruz. Asistiremos a la apresurada evacuación de un hospital de campaña, mientras unos pocos deciden esperar a los rusos enarbolando la bandera de la Cruz Roja. También a un fracasado intento de rendición que acaba de la peor manera, cuando explota un obús olvidado dentro de un pozo. Tragicómicas son las vicisitudes de un soldado que recuerda su ordinaria vida civil, sus problemas de salud, su mezquina familia, sus estudios, su absoluta sumisión a las convenciones sociales, mientras, presa de un terrible dolor de vientre, corre despavorido por un pueblo húngaro en llamas, hasta que la techumbre de un granero se le viene encima. En el horizonte, los resplandores rojizos son el aviso de la implacable venganza que se aproxima. Los humillados y ofendidos van a saldar cuentas. 

Uno de los aspectos más interesantes de esta novela es su capacidad para transmitir al lector el desaliento de los personajes. Nada parece tener demasiado sentido cuando los hombres desaparecen en un abrir y cerrar de ojos. El ejército alemán se va progresivamente disgregando, perdiendo forma, convirtiéndose en un conjunto de unidades dispersas, diezmadas y a la fuga. No hay heroísmo en la guerra. Todavía menos en una guerra perdida. Como dice un soldado: esta no es una guerra buena, una guerra victoriosa. En la derrota se multiplican los absurdos. El teniente derrotista que sigue luchando. La bomba que pulveriza al soldado cargado con una caja de botellas de vino: su sangre mezclada con el buen caldo de Tokay impregna la tierra. El herido por una caída de moto al que quieren procesar por no llevar casco. En el barullo, los transportes de tropas se hacen en un camión de mudanzas. El orden germánico se derrumba y cada cual busca su camino. Por lo demás, los civiles húngaros asisten a la debacle de sus exaliados entre el desconcierto, el desprecio y el miedo. Se esfuerzan en hacer vida normal hasta que lleguen los otros. Todo pasa. La existencia sigue. 

Tiempo de amar y tiempo de morir. Un soldado alemán se enamora de una hermosa maestra de canto que resulta ser judía. A él le da igual porque la quiere. Piensa en una posible vida juntos cuando termine la guerra. Ella debe volver al barrio maldito, con los suyos. Mientras la espera, el alemán se emborracha en un mugriento café. Pero la chica es deportada esa misma noche. Las escenas en el campo de concentración son de una crudeza extrema, aunque el católico Böll deja claro que son los inocentes quienes ganarán la verdadera gloria, ya que no la vida. Los criminales serán doblemente derrotados: en la guerra y en la memoria, una vez pasada la contienda.

Si todavía queda alguien que crea en batallas gloriosas, debería leer esta breve, intensa y magnífica novela. Böll recrea de manera espléndida el sinsentido de la guerra: en un escenario devastado, los hombres de uniforme se mueven como al ralentí, hartos de todo, incluso indiferentes, porque la muerte es un descanso cuando se llevan años de derrota en derrota, con hambre, sed y sueño. Mejor dormir para siempre. Descansar. Así que la guerra es un gran suicidio colectivo. Creo que este libro merece una lectura y nuestra rendida admiración.

Heinrich Böll

Heinrich Böll (1917-1985), fue un escritor alemán, uno de los más importantes de su generación y ganador del premio Nobel en 1972. Böll nació en Colonia, en una familia trabajadora. Estudió la secundaria en su ciudad. En 1933, vio a los nazis desfilar por las calles como pavos reales. Nunca simpatizó con ellos. En 1939, fue reclutado y marchó a la guerra. Cuando acabó el conflicto, Böll regresó a su pueblo y trabajó de carpintero. Su mujer lo hacía en una librería y luego se dedicó a la traducción. Formó parte del grupo del 47, que revitalizó la literatura alemana de posguerra. 

Sus primeras novelas y cuentos le convirtieron en un autor muy popular y altamente valorado por la crítica. Además de criticar el siniestro pasado de su país. Böll fue un severo censor de la acomodada sociedad alemana de la posguerra, desde una perspectiva católica-progresista. Su compromiso le trajo ciertos problemas, incluido un registro policial en su casa, como si siguieran vivos los tiempos del Tercer Reich. A su muerte, era uno de los escritores europeos más justamente admirados. Prácticamente toda su obra está traducida al español. 

Publicado por Alberto.

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