viernes, 18 de noviembre de 2022

El padrino - Mario Puzo

 

Título: El padrino                                                                                                               Autor: Mario Puzo

Páginas: 608 pág.

Editorial: B de bolsillo

Precio: 11,95 euros

Año de edición: 2019

Nueva York, verano de 1945. El señor Vito Corleone, un discreto importador de aceite de oliva de origen italiano, celebra la boda de su hija en su mansión de Long Island. Don Corleone es un hombre afable que recibe a todos los que desean hablar con él. Les invita a pasar a su despacho, les sirve una copita de licor, se sienta y escucha pacientemente sus problemas. Siempre encuentra una solución sencilla para los asuntos más intrincados. Don Corleone otorga sus favores a cambio de amistad. En el código moral siciliano, la amistad va unida a la lealtad. Los leales mantienen la boca cerrada y devuelven los favores. Favor con favor se paga. Naturalmente, lo peor es mostrarse ingrato con don Corleone. Aquellos que traicionan la venerable ley de la omertá, terminan fatal.

Don Corleone es una especie de señor feudal en pleno siglo XX. Si la ley no sirve, el padrino se encargará de hacer justicia a su manera. Amerigo Bonasera, honesto empresario de pompas fúnebres, acude a la boda con el propósito de entrevistarse con el gran hombre. Así comienza «El padrino» (1969), la memorable novela de Mario Puzo sobre la mafia italoamericana o Cosa Nostra.  

Hay unas cuantas buenas razones para leer esta novela. Una de ellas es que comienza con una frase magistral de Balzac que resume a la perfección el sentido del libro: «Detrás de cada gran fortuna hay un crimen». Puzo analiza el mundo del crimen organizado. «El Padrino» es casi un manual para entender sus entretelas. Don Corleone sabe que la protección política es esencial. Los amigos se ganan para luego utilizarlos. La violencia es el último recurso. La discreción es fundamental. Hay que evitar la popularidad. Al Capone acabó en la cárcel por el infantil exhibicionismo que hacía de sus riquezas. 

La mafia americana es una empresa moderna que suministra servicios al margen del mercado legal. Si ciertas personas desean drogas, armas o prostitutas, siempre tendrá que existir un honrado mafioso que satisfaga sus razonables necesidades. Así funciona el capitalismo. El mismo don Corleone reconoce que «me es indiferente lo que un hombre haga para vivir». Otro miembro de la honorable sociedad observa: «es una tontería vender drogas a los niños, ¿de dónde sacarían el dinero para pagarlas?» No obstante, don Corleone rechaza el tráfico de drogas, porque da muchos problemas con la policía.  

La mafia encaja perfectamente dentro de los EE. UU., con su «economía expansiva y dinámica». Los Corleone son una versión italoamericana de los Borgia. Entre ellos se quieren, ma non troppo. El mismo frío pragmatismo que aplica don Corleone al mundo de los negocios domina en las relaciones familiares. La familia va más allá de los lazos de sangre e incluye el entramado empresarial-criminal. Para salvar a la familia cualquiera puede ser eliminado si la situación lo exige. Es la ancestral tradición de los bandidos sicilianos adaptada al mundo de los rascacielos. Michael Corleone heredará el negocio tras el fallecimiento de su padre, el inigualable don Vito, demostrando que sabe hacer las cosas con distancia anglosajona. El americanizado Michael es duro como el acero, frío como el hielo y astuto como un alacrán, pero «carecía de la cordialidad de don Corleone». No puede tenerse todo. 

En «El padrino» se muestra también la asimilación de los italianos al american way of life. Don Corleone nació en la atormentada Sicilia a finales del siglo XIX, «en donde la mafia era el poder real y efectivo». Se llamaba en realidad Vito Andolini, pero se cambió el apellido por «Corleone», nombre del pueblo moruno en el que nació. Su familia fue diezmada por una rencilla mafiosa. El niño Vito escapó de la muerte emigrando a los EE. UU. En el barrio neoyorquino de Little Italy se hizo un hombre, se casó y tuvo hijos. Liquidó a un jefe mafioso. Los vecinos empezaron a quitarse la gorra al verlo pasar. Nacía un hombre de respeto.

Vito Corleone prosperó porque era un economista práctico. La primera lección es que sin competencia los negocios crecen más rápido. Cierto milanés «con más confianza en la policía que un católico en su rosario» intentó frenar las ambiciones del siciliano. Pues bien: un día desapareció y nunca se le volvió a ver. Sus familiares se apresuraron a firmar un acuerdo con la empresa del señor Corleone. Con una sabia combinación de razones y balas se convence a los recalcitrantes. El imperio subterráneo de don Corleone acabará abarcando innumerables negocios legales e ilegales con millares de clientes. Michael Corleone tiene el deber de seguir fortaleciendo esa gran familia. América se hizo con violencia. Es la tierra de los hombres valientes.  

Puzo compuso un libro claro, legible e irónico sobre los bajos fondos estadounidenses. Los criminales tienen sus normas, aunque sean brutales. Dentro de la mafia la muerte se aplica de manera administrativa, como un hecho ineludible que no se disfruta, pero tampoco asusta. Nada personal. Los personajes de «El padrino» siguen al pie de la letra las sabias enseñanzas de don Corleone de que «nuestros asuntos son cosa nuestra, cosa nostra». La moral corriente es para las personas corrientes, no para un mafioso hecho y derecho. El mafioso es un delincuente fiel a una organización secreta que hace las veces de Estado: juzga, condena y ejecuta la sentencia; celebra pactos; soluciona malentendidos; tiene sus estructuras, como cualquier otro poder organizado; distingue entre mafiosos, asociados y ciudadanos. Es un mundo implacable, pero sometido a un método. La debilidad es un pecado imperdonable. «En nuestro mundo no existe lugar para el perdón».

Don Corleone nos regala grandes sentencias: «Roba más un abogado con una cartera que cien hombres enmascarados y con metralletas», «Cada hombre tiene su destino», «Carlo siempre ha sido muy hablador», «Es imposible razonar con este hombre» (el testarudo fue liquidado dos meses después), «Es tan hermosa la vida», «Le recomiendo que no venga a Nueva York ni de visita», «Un hombre que no vive con su familia no es realmente un hombre», «¿Es realmente un hombre con pelotas?», «Perdería la confianza en el género humano si usted intentara engañarme» o la inmortal «si un rayo fulminara a mi hijo les haría responsables a ustedes». No me explico por qué no se publica una antología cuidadosamente escogida de frases padrinescas. Sería el verdadero evangelio de los ambiciosos sin escrúpulos.  

En 1972 se estrenó la película del mismo título dirigida por Francis Ford Coppola. Marlon Brando estaba inconmensurable como don Corleone, con su mandíbula de bulldog, la voz ronca y un gato mimoso cerca. Es una de las obras maestras de la historia del cine, así como su extraordinaria continuación de 1974. La saga se completó en 1990 con «El padrino III», algo inferior a las dos entregas anteriores, pero notable, con Michal Corleone viejo, arrepentido y en busca de una redención imposible. Disfrutar de la gran trilogía de Coppola no debería impedirnos leer la novela de Puzo, padre de la criatura, después de todo.

Mario Puzo

Mario Puzo (1920-1999). Escritor norteamericano de origen italiano nacido en Nueva York. Estudió ciencias sociales. Sus primeras novelas tuvieron cierto éxito, lo que le permitió seguir escribiendo. En 1969 obtuvo un enorme éxito comercial con «El padrino». Ganó dos veces el premio Óscar por sus guiones para las películas «El padrino» (1972) y «El padrino II» (1974).

 Don Mario Puzo vivía en Long Island y allí murió en 1999 a causa de un paro cardíaco (igual que Vito Corleone, por cierto; la naturaleza imita al arte). A Puzo le gustaba el tenis, apostar algo de pasta en Las Vegas, mirar el techo de su casa y escribir. No creía en Dios y se mostraba escéptico sobre las posibilidades de la justicia. Aseguraba que nunca tuvo relación con la mafia, que le espantaba.   

Publicado por Alberto.

2 comentarios:

  1. Estupenda reseña, Alberto.
    Creo que el estreno de la película en Palermo fue un acontecimiento digno de verse. El cine se llenó de hombres impecablemente trajeados que se saludaban con dos besos y en la entrada se veían decenas de guardaespaldas. Salud y libros.

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  2. Muchas gracias Antonio.
    A los mafiosos les encantó la película. Y se dice que hubo negociaciones entre la Paramount y el crimen organizado sobre el asunto. Es más, al parecer algunos secundarios de la película eran mafiosos de los de verdad. Por ejemplo, el tipo que interpretaba a Luca Brasi, el asesino favorito de don Corleone, era un matón de una familia mafiosa de Nueva York. Don Corleone estaba inspirado en dos gánsteres reales: Frank Costello y Carlo Gambino. Frank puso la voz cavernosa y don Carlo la discreción.

    Un saludo y libros.

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