Título: Las alegres aventuras de Robin Hood
Autor: Howard Pyle
Páginas: 400
Editorial: Anaya
Precio: 17,50 euros
Año de edición: 1989
Hoy quiero dedicar un recuerdo a los libros de aventuras, esas maravillosas obras con las que muchos nos hemos iniciado en la lectura a la vez que llenábamos nuestra imaginación de peripecias y leyendas. Uno de los primeros libros que leí, en la inefable colección Historias Selección de la desaparecida editorial Bruguera, fueron estas maravillosas aventuras de Robin Hood, personaje que, si no existió, debió de haber existido.
Lo que más me gusta del personaje es su espíritu burlón, su carácter siempre alegre y risueño, que todo se lo toma a broma y su espíritu revolucionario, aquello de que robaba a los ricos para dárselo a los pobres y se rebelaba contra los impuestos abusivos que ahogaban a los más humildes. No sé porqué me habré acordado yo de Robin Hood en estos tiempos que estamos viviendo.
La primera mención documentada del personaje data de 1337, en 1450 aparecieron las primeras baladas sobre el forajido altruista y en 1795 se publicó una recopilación de viejas canciones sobre él. Los historiadores se han lanzado como sabuesos en busca del personaje histórico y lo curioso es que no han encontrado uno ¡sino muchos! Hay varios candidatos históricos, nobles sajones autoproscritos que se dedicaban al pillaje y a hostigar a los nobles normandos que invadieron Inglaterra en el siglo XI. Parece que durante el reinado de Juan sin Tierra más de diez bandidos usaron ese apelativo.
Howard Pyle (1853-1911) fué un escritor e ilustrador estadounidense, gran conocedor de las leyendas medievales europeas. Se inspiró en canciones populares inglesas y escocesas para escribir en 1883 la historia del famoso arquero que serviría de modelo a todas las versiones posteriores. Fué un ilustrador excelente y el primero en utilizar el fotograbado y la impresión en color.
Ha habido inummerables versiones cinematográficas, algunas de gran calidad, pero para mí Robin siempre será Errol Flynn que protagonizó la película dirigida por el húngaro Michael Curtiz en 1938.
Divertida, ligera, arquetípica, inovidable, la novela original es muy buena y si no habéis leído todavía las aventuras de los proscritos del bosque de Sherwood, os las recomiendo. Es además un libro que admite muy bien una segunda lectura. Pasaréis muy buenos ratos en su compañía.
Monumento a Robin Hood en Nottingham
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