
Título: Romance del ecuador Autor: Brian Aldiss
Páginas: 327
Editorial: Minotauro
Precio: 9,82 euros
Año de edición: 2002
Se calcula que el gran escritor Brian Aldiss escribió a lo largo de su vida unos 300 cuentos. Los fue agrupando en diversas colecciones. Los relatos de Aldiss tienen la misma calidad de sus novelas: una brillante imaginación puesta al servicio de una concepción humanista de lo fantástico. Porque Aldiss, indiscutiblemente uno de los mejores autores de ciencia ficción de la segunda mitad del siglo XX, no se ocupó únicamente de viajes interestelares, futuros cercanos o remotos y catástrofes medioambientales. Algunas de sus creaciones pertenecen a ese género ambiguo conocido en Francia como fantastique y que mezcla terror, ciencia ficción y fantasía.
Romance del ecuador (2002) recopila relatos de Aldiss escritos entre 1960 y 1989. Es un conjunto heterogéneo, en donde brilla el genio de su autor, pero que también incluye cuentos no especialmente logrados. Digamos que los peores son perfectamente legibles; los buenos son excelentes piezas del género fantástico o de ciencia ficción. El propio Aldiss indica en su prólogo, citando a Borges, que las fronteras entre la ciencia ficción y la fantasía no son estables, sino movedizas, y por esa misma razón cambiantes. Algunos de sus cuentos se escribieron con la intención de pertenecer a la ciencia ficción y acabaron siendo fantásticos; en otros sucedió lo contrario: lo fantástico encontró su confirmación empírica y terminaron en la ciencia ficción.
En esto, como en todo, deben evitarse los dualismos maniqueos. La pregunta sobre lo fantástico lleva a interrogarse acerca de lo real. La realidad, ¿es un proceso natural o un sueño? ¿El mandarín, que una noche soñó ser una mariposa, es un hombre que sueña ser un insecto o un insecto que sueña ser un hombre? Ahí está el detalle, que diría Cantinflas.
Pero entremos en harina, como suele decirse. El cuento que da título al libro no es de los mejores, aunque sea encantador. Se trata de una fábula oriental sobre un hombre que vacila entre dos mujeres que son dos gacelas. Toda la historia transcurre en un marco intemporal, ensoñador, de paisajes remotos, bosques encantados y lagos con nenúfares e islas idílicas. En cambio, «El embaucador de aldea» es un cuento realista. Una mujer occidental está en la India con su padre, que enferma gravemente. Reciben la ayuda de un médico hindú. La mujer es una inglesa estirada que tomará contacto directo con la pobreza aplastante y la superstición. Es un buen cuento.
Todavía mejor, en mi opinión, es «El rey condenado». Un monarca y su ayudante escapan por los riscos de Serbia de la marea turca. Como los serbios son contemplativos, acabarán bajo la bota otomana, aunque un pope advierte al rey de que el futuro no está escrito, y que muchos hombres llaman realidad a sus deseos «as cosas tienen que ser así»), lo que no es para nada real ni sensato.
Algunos de los cuentos de Aldiss son un tanto largos y confusos. Para mí son los peores. Y es que no se debe confundir una imaginación desbordante, que para funcionar debe estar sometida a reglas, con la confusa sucesión de escenas abigarradas y sin sentido. Para los aficionados a las historias de fantasmas, se incluye el estupendo «North Scarning». Tiene todos los ingredientes del género, aunque barajados de una manera original. Un señor quiere visitar la casa del condado de Norfolk en la que pasó su infancia. Cae la tarde. Brotan los recuerdos, los fantasmas del pasado. Cuando el hombre se aproxima a la mansión, ahora deshabitada, una luz se enciende en una ventana. Escalofrío.
Hay muchas más historias. Por una interminable llanura avanza una marabunta perseguida por unas máquinas infernales. Se suceden las generaciones, se esfuma el peligro, pero la llanura no termina nunca. Un profesor de geología debe atender los caprichos de su abuela de 94 años, que vive sola en el otro extremo de la ciudad. En una aldea remota de los Balcanes, una iglesia en ruinas alberga un cristo crucificado sobre un fondo azul. Un niño se ve atraído por esa escena tan patética como hermosa. Pero llegará un hombre de la ciudad a fotografiar la iglesia y se romperá el misterio como una pompa de jabón al viento. En definitiva, unos cuentos desiguales, fascinantes, siempre entretenidos, muchas veces muy buenos, de uno de los grandes del fantástico a secas. A leerlos sin excusa, que enganchan y no sueltan.
Brian Wilson Aldiss (1925-2017) fue uno de los grandes escritores ingleses del género fantástico. Nació en el condado de Norfolk, lugar muy a propósito para desarrollar una imaginación tenebrosa. Aldiss luchó en la Segunda Guerra Mundial en Birmania y Sumatra. Después de la contienda trabajó como librero y empezó a publicar sus historias en revistas especializadas de ciencia ficción.
En los sesenta le llegó la fama. Sus novelas y relatos se han traducido a prácticamente todos los idiomas. La gran preocupación de Aldiss parece ser la evolución de la especie humana en un sentido positivo o negativo. Nada está escrito y el hombre debe hacer su historia contando con su inteligencia, poniendo la ciencia y la técnica a su servicio y no al revés. Aldiss vivió buena parte de su vida en Oxford y allí falleció a los 92 años recién cumplidos.
Publicado por Alberto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario