Título: Ante todo no hagas daño
Autor: Henry Marsh
Páginas: 352
Editorial: Salamandra
Páginas: 352
Editorial: Salamandra
Precio: 19 euros
Año de edición: 2014
El título alude a una frase (primum non nocere) atribuida a
Hipócrates de Cos, médico griego del siglo IV a. C. considerado el padre de la
medicina, y constituye una llamada a la prudencia y una recomendación muy
elemental para el ejercicio de esa profesión, más aún si se trata de alguien
que ejerce una especialidad un tanto desalentadora y de resultados inciertos
como es la neurocirugía. Un campo en el que las complicaciones de los
procedimientos pueden conducir a la muerte del paciente o a que sufra secuelas
graves y quede con una discapacidad importante.
Y eso puede depender tanto del buen hacer del
cirujano como de una dosis añadida de suerte que acompañe o no a su trabajo.
El autor, neurocirujano de prestigio, lo
explica de forma clara en el prólogo: una parte de sus resultados están en relación
con la suerte o con pequeños detalles asociados al procedimiento; el médico que
interviene no es un dios capaz de extirpar una lesión en el cerebro de su
paciente, pero tampoco es un villano cuando el resultado no es el esperado y el
paciente queda discapacitado o dependiente para sus actividades elementales cotidianas.
El cirujano es una persona con conocimientos y habilidades adquiridas, muy
especificas, pero sujeto a emociones personales y problemas habituales como cualquier
otro ciudadano.
El libro está escrito en forma de memorias en
las que va relatando en los diversos capítulos tanto éxitos profesionales como
malos resultados, errores y complicaciones. Aborda su relación con los
pacientes y familiares, sus explicaciones sobre la enfermedad y lo que pueden
esperar de la cirugía; en ocasiones la extirpación de la lesión y la solución
del problema, pero en otras la única alternativa viable es la exéresis parcial
de la lesión para no poner en riesgo la vida del paciente a sabiendas de que la
enfermedad va a reaparecer. Habla de una especialidad en la que a veces se
considera un buen resultado la supervivencia durante unos años o incluso unos
meses; eso tiene que ser a la fuerza un trabajo frustrante.
Viendo su fotografía uno se puede imaginar
fácilmente al cirujano mayor, reposado, al final de su carrera tras haber
orientado y formado a generaciones de especialistas. Con él compartimos
reflexiones acerca de los cambios que ha vivido a lo largo de su vida, las
relaciones con sus colegas, con la administración, y con las nuevas tecnologías,
como la informática que le acarrea algunos problemas. Todo nos lo cuenta de una
forma cercana, amena y entretenida con un lenguaje asequible para los lectores
ajenos al mundo médico, con la que nos atrapa entre sus páginas.
Henry Marsh (Oxford, 1950) es hijo de padre
inglés abogado y madre alemana que huyo de su país perseguida por la Gestapo. Aficionado
a la carpintería y la apicultura, y usuario habitual de la bicicleta en todo
tiempo para sus desplazamientos. Inició estudios de Política, Filosofía y Económicas
pero desencantado los abandonó. Trabajó como portero y auxiliar en un hospital
y decidió estudiar medicina. Ha ejercido como jefe del departamento de neurocirugía
en el hospital londinense de St.Geoge’s y trabaja como voluntario en Ucrania,
Nepal, Kurdistán y Albania. No tiene otra producción literaria aparte de la científica.
Con este libro ha recibido varios premios literarios en su país, ha sido
finalista en otros cuantos y ha sido elegido mejor libro del año por el Financial Times.
Tan interesante es leer su libro como sus
opiniones acerca de la sanidad y su ejercicio, que se pueden encontrar en
varias entrevistas a la prensa. Ahí van unos ejemplos:
«Mirar el cerebro es como observar una noche
estrellada con unos prismáticos baratos, sólo conocemos una pequeña parte».
«Lo difícil no es operar sino decidir si
hacerlo o no y vivir con las consecuencias».
«Este trabajo se compara con desactivar una
bomba con la diferencia que la vida en peligro no es la del artificiero».
Un tipo interesante y brillante sin duda.
Henry Marsh
Publicado por John Smith.
No hay comentarios:
Publicar un comentario