viernes, 12 de agosto de 2022

El estrangulador - Manuel Vázquez Montalbán

 

Título: El estrangulador                                                                                                     Autor: Manuel Vázquez Montalbán

Páginas: 267 pág.

Editorial: Mondadori

Precio: 2,10 euros

Año de edición: 1994

Original y delirante monólogo del presunto estrangulador de Boston, Albert Cerrato, alias Alberto de Salvo. En realidad, no sabemos quién es realmente el señor Cerrato. En principio, parece vecino de Boston. Un Boston que podría ser Barcelona (Catalonia, Spain). Tiene mujer y tres hijos. Lo han encerrado en un manicomio. Cerrato tiene sus obsesiones sexuales. Se siente controlado por los brujos de la psiquiatría. Posee una cultura enciclopédica. Proclama ser un implacable estrangulador que ha asesinado a 34 personas (familia, amigos y vecinos). Desconoce la culpa.

Pero el estrangulador no existe más que en la mente de Cerrato. Es posible que hubiera empujado a sus padres al suicidio. En todo caso, para los profesionales de bata blanca es un conejillo de indias más que una persona. Quieren regresarlo al orden (capitalista, se entiende) y a la cordura. Así que la locura de Cerrato es una forma invertida de lucidez que le permite denunciar las trampas de la posmodernidad. El estrangulador imaginario es portavoz y quizá trasunto de Manuel Vázquez Montalbán, autor de esta interesante novela publicada en 1994.

Cerrato es de familia humilde del sur de «Boston». Su madre era una mujer optimista y trabajadora. Su padre, un racionalista y pesimista que pasó por la cárcel. El estrangulador tiene tres hijos fracasados. Alrededor de Cerrato pululan una serie de personajes borrosos, alucinantes: desde una monja que no lleva hábitos, hasta nada menos que el exsecretario del Partido Comunista de Boston. La musa de Cerrato, Alma, es intensamente sexual y etérea, como una pintura de Klimt. La retorcida imaginación art decó del estrangulador se recrea en sus «crímenes». Los psiquiatras insisten en que esas personas están bien vivas. Ahora bien: la narración en primera persona impide saber qué pasa exactamente fuera de la mente calenturienta de Cerrato. La identidad del estrangulador se nos escapa. Niebla en su cerebro y sombras en el exterior. Imposible orientarse. 

La novela tiene tres partes: en la primera dominan el surrealismo, el erotismo y el humor negro (tradición esperpéntica del absurdo nacional). Los sueños sádicos y megalómanos del estrangulador se suceden febrilmente. El estilo es arrebatado e intenso. En la segunda parte, el estrangulador se ve confrontado con la realidad. El delirio, sin desaparecer, va derivando hacia la crítica social y política. Del optimismo de la voluntad (con algo de lucidez), se va pasando al pesimismo de la inteligencia (con algo de locura). Desde su nueva lucidez, el estrangulador critica a todos y a todo. No se libran ni los comunistas (los considera los peores anticomunistas). La tercera parte es un informe psiquiátrico sobre Cerrato que aumenta las dudas acerca de su identidad.  

Esta afortunada mezcla de monólogo surrealista, poesías, disquisiciones sobre arte, política, erotismo, sociología o historia es altamente recomendable. Las largas, densas y articuladas parrafadas del estrangulador son memorables por su desconcertante lucidez. Algunas páginas alcanzan un alto vuelo lírico. «El estrangulador» es un libro insólito, hermoso y complejo. 

Quizá su propósito sea la denuncia del control del hombre por el poder. Cerrato, encerrado dentro de sí mismo y en la prisión-manicomio, es un autista por partida doble. Su liberación como falsa conciencia es imaginarse una trayectoria como asesino en serie paródico. Pero este delirio lo sumerge en una locura total. La verdadera liberación viene de la conciencia de la razón. Esta razón conduce a la lucidez. La ironía es que Cerrato se muestra en general más lúcido que sus cuidadores, aun estando loco. Mal van las cosas en la sociedad cuando la razón está encerrada. Locos más peligrosos que el estrangulador andan sueltos. Por lo demás, el poder convierte en falsa lucidez la pura locura, y en falsa locura la pura lucidez. En conclusión: lean este excelente libro. 

Ahí van, como aperitivo, algunas líneas memorables. Hay muchísimas más: 

«Sólo entienden los hechos inmediatamente motivados, tanto hacia el pasado o el inmediato futuro, y consideran que todo ser humano tiene su pastilla y su precio en el mercado. Me ofenden y humillan los sectarios del conocimiento que tratan de poseerme gracias a él y empiezan por excluirme».

«Ya ni me molesto en considerar estranguladores a los imperialistas nazis y estalinistas, porque tenían síndrome de malos de película, incluso de película hecha con toda clase de bajos presupuestos».

«En estos tiempos (...) los medios de comunicación tratan de poner de moda a España, nación estado casi isla, situada entre Boston y Samarcanda, que tuvo en los celtíberos el sustrato racial original más estable.

«Yo no delego mi yo a nadie, porque se lo quedan y cuando te lo devuelven resulta irreconocible y no te sirve para nada».

Manuel Vázquez Montalbán

Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, 1939-2003) fue un gran escritor, periodista, ensayista y gastrónomo barcelonés de origen gallego. Su familia, trabajadora y de izquierdas, salió derrotada de la guerra civil española. Se dio a conocer durante el franquismo tardío con su espléndida «Crónica sentimental de España» (1971). Vázquez Montalbán valoraba la cultura popular.

También perteneció al grupo poético de los novísimos. Su obra es inmensa y tuvo un merecido éxito de crítica y público. Es considerado uno de los grandes de la narrativa policíaca gracias a la saga de novelas y cuentos protagonizada por el detective Pepe Carvalho. Su compromiso político con el PSUC le llevó a la cárcel durante la dictadura franquista. Hombre de aspecto serio, algo triste, rechoncho, de cultura e inteligencia apabullantes, Vázquez Montalbán murió en el aeropuerto de Bangkok en 2003 (»Los pájaros de Bangkok» se titula una de sus novelas).  

Publicado por Alberto.

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