Título: Cuentos de la Alhambra
Autor: Washington Irving
Autor: Washington Irving
Páginas: 296
Editorial: Espasa
Precio: 11,90 euros
Año de edición: 2001
Publicado en el año 1832, este libro de relatos refleja la particular relación que el autor tuvo con el palacio nazarí. Entre 1829 y 1831 fué secretario del consulado estadounidense en España, lo que le permitió viajar a Sevilla y Granada para consultar el Archivo General de Indias y varias bibliotecas con obras sobre el Nuevo Mundo. En Granada se le presentó la oportunidad de alojarse en la misma Alhambra, cosa que aprovechó inmediatamente.
Consultó varias recopilaciones de leyendas árabes, escuchó historias antiguas sobre el monumento y sus habitantes en boca de su criado español, Mateo Jiménez, y con todo ese material, disfruand del privilegio de vivir en la Alhambra, escribió este libro que es en parte un volumen de relatos, un libro de viajes y un diario.
En él cuenta su viaje a Granada, describe cómo era la ciudad en aquellos años, sus gentes, su ambiente, sus costumbres y su historia. Menciona a varias personas que conoció e intercala en esa crónica una colección de leyendas e historias adornadas con detalles y añadidos de su propia cosecha hasta componer una obra de un encanto irresistible, típicamente romántica, llena de ensueño y misterio, claramente influida por el orientalismo de la época y las «Las mil y una noches».
Son historias fascinantes, como la de Boabdil el chico, el último rey moro de Granada, la del astrólogo árabe que con su ciencia ayudó a derrotar a los cristianos, la de las tres hijas del rey moro encerradas en una torre, la del peregrino del amor o la del albañil afortunado.
Este es un libro muy especial para mí, porque tuve la suerte de vivir cuando era niño en Granada y tengo algunos recuerdos de aquella ciudad y su espléndido palacio. Uno de ellos, es que en una visita alguien, no recuerdo quién, me enseñó una mano y una llave grabadas en piedra en una de las puertas, la una en el arco exterior y la otra en el arco interior, mientras me contaba que hay una leyenda árabe que dice que el día que la mano se mueva y coja la llave, la Alhambra se destruirá. Después he sabido que aquélla es una zona de riesgo sisimico y allí no son raros los temblores de tierra.
Años más tarde volví de viita al palacio nazarí y me encontré con un niño gitano de unos diez años, sentado en una sala en silencio (ahora supongo que se habría colado) que parecía estar esperando algo o a alguien. Le pregunté qué hacía allí tan callado y, mientras me indicaba silencio con el dedo, su rostro se iluminó con una sonrisa mientras justo en ese momento el sol atravesaba una filigrana calada en el estuco de uno de los muros que formaba un especie de rosetón y por los agujeros se colaban un manojo de rayos en paralelo que, con el polvo en suspensión, formaron un espectáculo indescriptible por encima de su cabeza. Fué un momento mágico.
Un ramillete de leyendas inolvidables, contadas con mucho oficio, en las que están encerrado el embrujo y todo el encanto misterioso de uno de los palacios más bellos del mundo. Un libro maravilloso, muy recomendable para echar a volar la imaginación.
Washington Irving (Manhattan, 1785-1859) fué un gran escritor romántico estadounidense y un estupendo cuentista. Nació en la gran manzana cuando era todavía un pueblecito. Hijo de un rico comerciante escocés y una mujer inglesa, tuvo diez hermanos y recibió el nombre de Washington en honor de George Washington. Lector precoz y voraz, estudió derecho, pero con tan sólo 17 años comenzo a colaborar en varios diarios y pronto comenzó una carrera diplomática que le facilitó el poder dedicarse a sus dos grandes pasiones: viajar y escribir.
Siendo un adolescente quedó tan hondamente impresionado por la muerte de su prometida que ya no volvió a pensar en la pareja y permaneció soltero toda su vida. Escribió una Historia de Nueva York que tuvo un gran éxito, vivió en Inglaterra, Holanda, Alemania, Francia, Italia y viajó tanto a España y le dedicó tanto tiempo que acabó por ser un gran hispanista. Fué el primer estadounidense que alcanzó éxito y fama como escritor. Murió en Nueva York y está enterrado en el cementerio del pueblo de Sleepy Hollow.
Publicado en el año 1832, este libro de relatos refleja la particular relación que el autor tuvo con el palacio nazarí. Entre 1829 y 1831 fué secretario del consulado estadounidense en España, lo que le permitió viajar a Sevilla y Granada para consultar el Archivo General de Indias y varias bibliotecas con obras sobre el Nuevo Mundo. En Granada se le presentó la oportunidad de alojarse en la misma Alhambra, cosa que aprovechó inmediatamente.
Consultó varias recopilaciones de leyendas árabes, escuchó historias antiguas sobre el monumento y sus habitantes en boca de su criado español, Mateo Jiménez, y con todo ese material, disfruand del privilegio de vivir en la Alhambra, escribió este libro que es en parte un volumen de relatos, un libro de viajes y un diario.
En él cuenta su viaje a Granada, describe cómo era la ciudad en aquellos años, sus gentes, su ambiente, sus costumbres y su historia. Menciona a varias personas que conoció e intercala en esa crónica una colección de leyendas e historias adornadas con detalles y añadidos de su propia cosecha hasta componer una obra de un encanto irresistible, típicamente romántica, llena de ensueño y misterio, claramente influida por el orientalismo de la época y las «Las mil y una noches».
Son historias fascinantes, como la de Boabdil el chico, el último rey moro de Granada, la del astrólogo árabe que con su ciencia ayudó a derrotar a los cristianos, la de las tres hijas del rey moro encerradas en una torre, la del peregrino del amor o la del albañil afortunado.
Este es un libro muy especial para mí, porque tuve la suerte de vivir cuando era niño en Granada y tengo algunos recuerdos de aquella ciudad y su espléndido palacio. Uno de ellos, es que en una visita alguien, no recuerdo quién, me enseñó una mano y una llave grabadas en piedra en una de las puertas, la una en el arco exterior y la otra en el arco interior, mientras me contaba que hay una leyenda árabe que dice que el día que la mano se mueva y coja la llave, la Alhambra se destruirá. Después he sabido que aquélla es una zona de riesgo sisimico y allí no son raros los temblores de tierra.
Mano y llave grabadas en la Puerta de la Justicia
Años más tarde volví de viita al palacio nazarí y me encontré con un niño gitano de unos diez años, sentado en una sala en silencio (ahora supongo que se habría colado) que parecía estar esperando algo o a alguien. Le pregunté qué hacía allí tan callado y, mientras me indicaba silencio con el dedo, su rostro se iluminó con una sonrisa mientras justo en ese momento el sol atravesaba una filigrana calada en el estuco de uno de los muros que formaba un especie de rosetón y por los agujeros se colaban un manojo de rayos en paralelo que, con el polvo en suspensión, formaron un espectáculo indescriptible por encima de su cabeza. Fué un momento mágico.
Un ramillete de leyendas inolvidables, contadas con mucho oficio, en las que están encerrado el embrujo y todo el encanto misterioso de uno de los palacios más bellos del mundo. Un libro maravilloso, muy recomendable para echar a volar la imaginación.
Washington Irving (Manhattan, 1785-1859) fué un gran escritor romántico estadounidense y un estupendo cuentista. Nació en la gran manzana cuando era todavía un pueblecito. Hijo de un rico comerciante escocés y una mujer inglesa, tuvo diez hermanos y recibió el nombre de Washington en honor de George Washington. Lector precoz y voraz, estudió derecho, pero con tan sólo 17 años comenzo a colaborar en varios diarios y pronto comenzó una carrera diplomática que le facilitó el poder dedicarse a sus dos grandes pasiones: viajar y escribir.
Siendo un adolescente quedó tan hondamente impresionado por la muerte de su prometida que ya no volvió a pensar en la pareja y permaneció soltero toda su vida. Escribió una Historia de Nueva York que tuvo un gran éxito, vivió en Inglaterra, Holanda, Alemania, Francia, Italia y viajó tanto a España y le dedicó tanto tiempo que acabó por ser un gran hispanista. Fué el primer estadounidense que alcanzó éxito y fama como escritor. Murió en Nueva York y está enterrado en el cementerio del pueblo de Sleepy Hollow.
Washington Irving
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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