Título: Cluny Brown Autora: Margery Sharp
Páginas: 282
Editorial: Hoja de Lata
Precio: 21,90 euros
Año de edición: 2020
Cluny Brown es la historia de una chica que no quería una vida tranquila, sino una vida plena. En la Inglaterra prebélica que le toca habitar a una chica de su condición social, no se le permiten según qué comportamientos o aspiraciones. Sobrina de un respetable, aunque humilde, fontanero, sus padres han muerto y en casa de su tío se dedica a mostrarse como un espíritu libre de condicionantes. Eso desasosiega a su familia, que constata con horror algunos deslices o atrevimientos sociales, tales como ir a tomar una taza de té al Ritz o aceptar el ofrecimiento de un cliente para refrescarse en el baño de su casa (la del cliente). Nada que una señorita respetable deba hacer, y en ningún caso un sitio al que una chica de su condición deba acudir. Para solventar esas inquietudes y corregir el talante indómito de la joven, su tío toma la resolución de enviarla a servir a la campiña inglesa, a la mansión de Friars Carmel. Allí, en el inglesísimo Devonshire, se encontrará con lady Carmel, su hijo Andrews, el boticario Titus, la señora Maile, gobernanta de la mansión, un escritor polaco perseguido por los nazis y un largo etcétera de personajes pintorescamente británicos.
Cluny no tarda en chocar con los rígidos protocolos sociales que rigen en la mansión, al tiempo que su carácter pizpireto y sincero altera el ánimo y los principios seculares de quienes la rodean. Como si de una coctelera se tratase, cada ingrediente que se añade a la trama suma su sabor, pero también un componente de caos que cambia el conjunto de elementos que integran dicha trama. Los diferentes personajes, pertenecientes a distintas clases sociales, se comportan y actúan de acuerdo con una serie de códigos arraigados en el carácter inglés de la época. El giro inesperado de los acontecimientos al final de la novela pone de manifiesto lo aleatorio, independiente y contingente de la naturaleza humana. Margery Sharp convierte así a Cluny Brown en epítome de la libertad.
Con un estilo elegante y una ironía propios de un Wodehouse o un Amis, el personaje de Cluny recuerda también a esas chicas pizpiretas que, con tanta destreza, retrató Dorothy Parker, si bien lejos de Nueva York y desde ell secular campo inglés. En Cluny se funden la inocencia y clarividencia para detectar las incoherencias de cualquier moral. En este caso, se trata de la moral victoriana, cuyas resquebrajaduras como moral hegemónica resultan evidentes en el primer tercio del siglo XX. Los tiempos han cambiado y la sociedad no consiste en un monolito jerarquizado de estratificación social. ¿Cuál es el lugar de cada uno en el mundo? A esta pregunta le correspondían, no hacía mucho, respuestas determinadas por la precisión de las costumbres y unos pensamientos solidificados por el tiempo, el buen nombre, el respecto ajeno y la condena social. Cluny Brown, ajena a este tácito manual de instrucciones, actúa según corresponde a sus deseos, sin ofender ni molestar a nadie, sin más escándalo que el que pueda ofrecer un juicio moral propio del siglo XIX rural inglés.
Dicho lo anterior solo queda por anotar el acierto de la traductora, Raquel García Rojas, tanto en conseguir reproducir el tono humorísticamente británico de la novela, como en conservar el título original en lugar del mojigato El pecado de Cluny Brown de ediciones castellanas anteriores (quizás influidas por la adaptación cinematográfica). Y, finalmente, se recomienda que la lectura de este libro se realice acompañada de una taza de té (con o sin una nubecilla de leche, al gusto).
Margery Sharp (Whiltshire, 1905-1991) fue una
prolífica escritora con veinticinco novelas, catorce obras infantiles (muchas de
ellas de la serie Los rescatadores, que sería llevada al cine por Disney),
obras de teatro, numerosos cuentos... Publicó en revistas como Harper’s Bazaar,
Ladies’ Home Journal o Good Housekeeping.
La editorial Hoja de Lata, acertando en la elección de esta autora, está
volcando a nuestra lengua libros como El árbol de la nuez moscada, La piedra de
la castidad (1940), Una tarta de rododendros (1930) o la presente Cluny Brown (1944), llevada al
cine por Ernst Lubitsch en 1946.
Publicado por José Ángel Gayol.
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