sábado, 25 de septiembre de 2021

David Spritzler, un chico con las ideas claras


Hace poco he conocido por casualidad la historia de David Spritzler, un estudiante de12 años de la Escuela Latina de Boston, la escuela pública más antigua del país, fundada en 1635. Allí estudiaron Emerson, ocho signatarios de la declaración de independencia y una larga lista de personalidades.

Pues bien, en los años 90 esa escuela volvió a hacer historia gracias a David, un chico con las ideas muy claras, al que abrieron un expediente disciplinario por negarse a pronunciar el Juramento de Lealtad a los Estados Unidos.

Se trata de un acto rutinario y habitual en los colegios estadounidenses, en los que los alumnos juran solemnemente fidelidad a su país de pie y ante la bandera, diciendo más o menos estas palabras:

«Juro lealtad a la bandera de los Estados Unidos de América y a la República a la que representa, una nación, bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos».

Nuestro pequeño protagonista se negó a prestar ese juramento argumentando que, en su opinión, «se trata de una exhortación hipócrita al patriotismo, porque en los Estados Unidos no hay en realidad libertad y justicia para todos. Además «pretende unir a los oprimidos y opresores. Hay gente que tiene coches impresionantes, vive en casas espectaculares y no tiene que preocuparse por el dinero. Y luego está la gente pobre que vive en barrios malos y va a escuelas malas. Es como si el juramento hiciera parecer que todo el mundo es igual, aunque no es cierto. No hay justicia para todos».

Spritzler fué explusado inmediatamente del acto y la dirección de la escuela empezó a pensar qué sanción imponerle. El chico, ni corto ni perezoso, acudió a la Unión para las Libertades Civiles de Massachusets, que entendieron que se estaban violando sus derechos y enviaron una carta a la dirección el colegio mencionando varias sentencias que reconocían el derecho de los alumnos a no pronunciar el juramento y permanecer sentados durante la ceremonia, en virtud de la libertad de pensamiento y expresión.

Así que, finalmente, el expediente académico del chaval sigue impoluto. Lo más relevante de la historia es la claridad de ideas y la valentía de un chico de solo 12 años. Hacen falta más chicos como David Spritzler en este mundo.

Fuentes consultadas: De vuelta y Washington Post.

Alumnos prestando el Juramento de Fidelidad a los EE. UU.

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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