Título: Paradiso
Autor: José Lezama Lima
Autor: José Lezama Lima
Páginas: 656
Editorial: Cátedra
Precio: 13,10 euros
Editorial: Cátedra
Precio: 13,10 euros
Año de edición: 2006 (3ª edición)
Bueno pues aquí tenemos un auténtico ochomil literario, una de esas montañas de palabras realmente difíciles de leer, que desde la majestuosa altura de su cumbre parecen desafiar a los lectores más osados. Dos características resumen el carácter del reto: más de 600 páginas de lectura realmente difícil y la opinión unánime de la crítica y la profesión que la clasifican como una obra maestra.
Publicada en 1966, «Paradiso» es la única y gran novela de José Lezama Lima, el gran patriarca de las letras cubana, que tardó 17 años en acabarla y se dice que al corregir los errores tipográficos de su secretaria, encontraba nuevas reminiscencias y efectos en cada error y finalmente, los dejó casi todos sin tocar.
¿Qué por qué es tan difícil de leer esta novela si es tan buena? Pues porque el autor es ante todo un poeta, que expone en toda su obra una visión del mundo muy particular, basada en la armonía perfecta de todas las cosas que establece Eros, el Amor universal, o mejor dicho, Dios, tal y como él lo entiende.
Dentro de ese maremagnum sagrado, el ser humano debe entregarse a su destino, dejarse arrastrar por él y seguir el camino ascético del que en todo ve signos y metáforas, símbolos y relaciones, percepciones que aluden a otras y se relacionan entre sí. Panteísmo poético y trascendencia mística, esas son las dos clave con las que Lezama Lima ve el mundo y la vida.
De tal manera que aparentemente la novela cuenta varios episodios clave de la infancia y adolescencia en la Habana de José Cemí, un trasunto del propio autor, a menudo de contenido sexual y erótico, a veces salpicados de conversaciones de tema religioso y filosófico, pero sin caer en la digresión excesiva, a ratos sobre episodios de la historia cubana.
Todo ello narrado con una exuberancia verbal muy notable, que reviste de imágenes y sugerencias lo cotidiano, porque para el autor lo más importante no es lo que pasa sino todo lo que está relacionado con lo que pasa y la palabra, más que un instrumento de narración y descripción, es la varita mágica que invoca imágenes y sensaciones, y cuantas más imagenes simultáneas se invoquen, más cerca estaremos del éxtasis, del supremo conocimiento.
Un novela muy singular, originalísima y poética, rompedora, que no se entiende si antes no se estudia en detalle el prólogo y los textos explicativos previos, excelentes en esta edición de la editorial Cátedra, y que se debe ascender con la ayuda del oxígeno que presta un resumen que indique qué sucede en cada capítulo, para no perderse demasiado.
No encontré ninguno cuando leí esta novela y me lo hice yo mismo en una primera lectura, en la que solo me fijaba en la acción exterior. En un segundo recorrido usé esos resúmenes y disfrute a ratos de la selva de significados y conexiones que establece este hombre.
En fin, una novela difícil de leer, rara e interesante a más no poder, ideal para lectores intrépidos y esforzados, amantes del riesgo y de las emociones fuertes. Si eso es lo que buscáis, esta obra desde luego que lo tiene.
Cuando tenía nueve años falleció su padre, un coronel del ejército, y el pequeño Lezama fué criado por su madre y sus dos hermanas en casa de su abuela. Fué un lector muy precoz y voraz, que a los doce años se había leído toda la biblioteca paterna. Estudió Derecho en la Universidad de La Habana.
Estando en la Universidad inició las dos grandes actividades que llenarían su vida: escribió su primer libro de poesía y fundó varias revistas literarias. Alentado por el magisterio de dos exiliados españoles, Juan Ramón Jiménez y María Zambrano, lideró el grupo de poetas Orígenes.
Al triunfar la revolución cubana fué nombrado para dirigir varias bibliotecas. Cuando tenía 54 años falleció su madre, con la que vivía y en ese mismo año, se casó con María Luisa Bautista. En 1970 dejó sus cargos públicos y se dedicó a escribir en exclusiva.
José Lezama Lima
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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