jueves, 22 de agosto de 2024

Tres guineas - Virginia Woolf

Título: Tres guineas                                                                                                             Autora: Virginia Woolf

Páginas: 256

Editorial: Lumen
 
Precio: 19,90 euros 

Año de edición: 2013

Pues acabo de descubrir que Virginia Woolf escribió un ensayo de tema bastante similar al archiconocido Una habitación propia (1929), pero igual de bueno o incluso mejor. Se trata del deslumbrante Tres guineas (1938), que me han recomendado hace poco y ha sido para mí todo un descubrimiento.

El texto toma la forma de una larga y meditada repuesta a una carta, recibida por la escritora tres años antes, en la que un educado caballero le preguntaba cómo se podría evitar la guerra. La cuestión era en aquel momento pertinente; estaba muy fresco el recuerdo de los horrores de la Primera Guerra Mundial y una nueva contienda parecía avecinarse. Woolf articula una meditada respuesta, argumentada con rigor y una lógica aplastante, en la que va desgranando, de una forma que parece inevitable, multitud de detalles y datos sobre la muy diferente situación de hombres y mujeres en la sociedad inglesa. Sus razonamientos son implacables, están formulados de manera muy persuasiva, con elegancia y contundencia, de manera que el resultado es un alegato feminista prácticamente incontestable, muy completo y matizado, que no ha perdido nada de su actualidad y vigor.

La autora aprovecha para construir su respuesta otras dos cartas recibidas que le pedían contribuir económicamente con sendos donativos para mantener un college universitario para mujeres y una asociación que las ayudaba a integrarse en el mundo profesional. A cada una de ellas decide donar una guinea y otra más a la asociación pacifista no nombrada del caballero que le había enviado la primera carta; así salen las tres guineas del título, equivalentes a casi cuatro euros (3,69). El libro se divide en tres capítulos y en cada uno de ellos, la autora sopesa detalladamente los pros y contras de hacer cada donación, lo que le permite abordar los temas que le interesan: el feminismo, el pacifismo, el fascismo, el imperialismo y lo invisible que llega a ser el patriarcado.

La obra es una delicia, por la amenidad con que se tratan asuntos que normalmente resultan muy pesados. Se abordan con un lenguaje sencillo y muy explicativo, casi se podría decir que se hace divulgación de ideas. Por otro lado, cada afirmación se duda y examina con lupa, hasta llegar a una conclusión. Otro atractivo del libro es la gran cantidad de detalles históricos y sociológicos que se mencionan, por ejemplo: la cantidad de opiniones que históricamente han justificado la guerra, presentándola como algo muy positivo y deseable; que hasta 1919 no se aprobó en Inglaterra una ley que permitía a las mujeres ejercer una profesión y ganarse la vida; que algunos eclesiásticos influyentes sostuvieron durante mucho tiempo que el deseo de aprender de las mujeres iba contra la voluntad de Dios; que ya bien entrado el siglo XX, los college masculinos británicos recibían fondos públicos e importantes donaciones, mientras que solo había un college femenino, sufragado con donativos; que las mujeres no podían votar en Reino Unido hasta 1928 (en Francia e Italia hasta 1945, en España hasta 1931, en EE. UU. hasta 1920 y en Finlandia hasta 1907); que en el s. XVIII se negaba a las mujeres la entrada en la biblioteca del Museo Británico para protegerlas de indelicadezas masculinas; que en 1938 no se admitían féminas en el ejército británico; que en 1929 no había analgésicos en las salas de partos en Londres; que Mary Kingsley (1862-1900) decía que aprender alemán era la única educación de pago que había recibido, mientras que se habían gastado en la educación de su hermano 2000 libras; que en el XVIII, una dama no podía salir sola de casa, al menos debía ir acompañada de su dama de compañía, y mil detalles curiosos más.

En fin, un ensayo espléndido, brillante, persuasivo y bien razonado, fácil de leer y brillante en todo momento. Un alegato feminista que no ha perdido actualidad, porque es verdad que se ha avanzado mucho en ese campo, pero también es cierto que queda todavía mucho por hacer. Muy recomendable. 

La traducción del original en inglés es obra del escritor y traductor Andrés Bosch Vilalta (Palma de Mallorca, 1926-1984), ganador del Premio Planeta en 1959 con la novela La noche.

Esta edición de Lumen es difícil de encontrar, pero hay un tomo publicado por la editorial Debolsillo en 2020, que incluye este ensayo y Una habitación propia, por 11,95 euros. 

Virginia Woolf (Londres, 1881-1941) era hija del novelista, historiador, ensayista, biógrafo y montañero Sir Leslie Stephen (1832-1904) y de Julia Prinsep Jackson (1846-1895), una famosa belleza que sirvió de modelo a varios pintores prerrafaelitas. Ambos se casaron siendo viudos y en la familia había hijos de los tres matrimonios. Virginia no fué nunca al colegio, pero recibió clases de varios profesores particulares y de su propio padre, en un hogar frecuentado por escritores e intelectuales, como Alfred Tennyson, Thomas Hardy, Henry James y William Thackeray.

A los 13 años, vio morir a su madre y tuvo su primera depresión. Hay biógrafos que sostienen que sus crisis, debidas a un trastorno dipolar, fueron influidas por los abusos deshonestos que ella y su hermana Vanessa padecieron a manos de sus medio hermanos George y Gerald. Estudió en el King's College de Cambridge y en el King's College de Londres, se instaló en el barrio de Bloomsbury, donde vivían los escritores E. M. ForsterLytton Strachey, el economista J. M. Keynes, los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, y otros intelectuales que formaron el llamado círculo de Bloomsbury.

A los 30 se casó con el escritor y economista Leonard Woolf, con el que fundó la famosa editorial Hogarth Press, que publicó su propia obra junto a la de autores como Katherine Mansfield, T. S. Eliot, Freud y otros. Está considerada como una de las figuras más importantes de la literatura del siglo XX y una gran innovadora. La Segunda Guerra Mundial, la destrucción de su casa de Londres en un bombardeo y la fría acogida de uno de sus libros la sumieron en una crisis especialmente profunda y se suicidó llenándose los bolsillos de piedras y metiéndose en un río.

Virginia Woolf

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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