Título: Muerte de un viajante
Autor: Arthur Miller
Páginas: 160
Editorial: Tusquets
Precio: 7,95 euros
Año de edición: 2006
Soy aficionado al teatro, acudo a representaciones, con menos frecuencia que la que deseo, y de vez en cuando leo obras teatrales. Por un lado lees una historia escrita de una forma distinta, sin descripciones amplias de lugares, sólo con anotaciones breves, las imprescindibles del autor para situarnos en un lugar y época determinados para el desarrollo de la acción. Y tampoco hay retrato psicológico de los personajes, eso queda para que lo elabore el espectador. Por otra parte me gusta imaginar el trabajo de interpretación que el actor hará sobre el personaje, dándole matices y enfoques que puedes ser muy diversos; y el trabajo del director, su forma de conducir la obra puede llevarla por otros cauces hasta conseguir resultados sorprendentes.
Hace poco ha caído en mis manos esta obra, uno de los clásicos del realismo americano de los años 50. Me la he leído casi de un tirón por lo dinámico de la acción y la viveza de los diálogos. Cuenta la historia de un hombre maduro, viajante de comercio, sin éxito profesional ni social, obligado a pasar mucho tiempo fuera de su casa y hacer kilómetros de carretera para obtener unos resultados muy magros, que no le evitan las deudas ni los agobios de final de mes. Su mujer es comprensiva con él y le brinda su apoyo, pero no sucede igual con sus dos hijos, tiene discusiones continuas tanto con el guaperas juerguista como con el golfo inconstante y pequeño delincuente, los dos sin oficio ni beneficio. Los problemas se le acumulan a la vez que se desvanecen sus sueños sin comprender donde está el error.
La obra es la crónica del fracaso de un hombre gris entregado a un trabajo al que ha dedicado toda su vida, que intenta disimular y aparentar en casa una situación falsa, un autoengaño inútil; las circunstancias adversas le empujan a un final que se va entreviendo durante la obra pero al que el autor consigue darle una vuelta de tuerca más en el epílogo para hacerlo todavía mas seco y duro, sin ninguna concesión.
Un dramón de tomo y lomo muy bien escrito con uso repetido de pasajes retrospectivos y de personajes del pasado que aparecen en la acción para alimentar las ilusiones de los personajes. Con un argumento simple y conciso muestra las sombras de un sistema que desecha al individuo cuando no le es útil, enseña el lado oscuro del sueño americano. Se ha convertido en un referente de la literatura realista americana.
Se estrenó en 1949, dirigida por Elia Kazan y se representó ininterrumpidamente durante 21 meses. Inicialmente fue representada por Lee J Cobb, Arthur Kennedy y Cameron Mitchel y desde entonces ha sido representada por actores de la talla de Dustin Hoffman, George C Scott, John Malkovich, Jude Law, Philip Jackson y Philip Seymour Hoffman. Se ha adaptado varias veces para el cine y la televisión.
Arthur MIller (Nueva York, 1915-2005) fue dramaturgo guionista, opositor al senador McCarthy, activista contra las guerras de Corea y Vietnam, y marido de Marilyn Monroe. De origen judío-austriaco, estudió periodismo en Michigan y para pagarse los estudios trabajó en un almacén y en una radio local.
Escribió guiones radiofónicos y comedias antes de que le llegase el éxito con su obra dramática de critica social «Todos eran mis hijos», consolidado después con «Muerte de un viajante» y «Las brujas de Salem», máximos exponentes del realismo americano. Obtuvo el Premio de la Critica de Nueva York y por dos veces el Premio Pulitzer. Su obra también incluye novela, relatos cortos y ensayos. Fue elegido mejor dramaturgo del siglo XX y en 2002 recibió el Premio Príncipe de Asturias.
Páginas: 160
Editorial: Tusquets
Precio: 7,95 euros
Año de edición: 2006
Soy aficionado al teatro, acudo a representaciones, con menos frecuencia que la que deseo, y de vez en cuando leo obras teatrales. Por un lado lees una historia escrita de una forma distinta, sin descripciones amplias de lugares, sólo con anotaciones breves, las imprescindibles del autor para situarnos en un lugar y época determinados para el desarrollo de la acción. Y tampoco hay retrato psicológico de los personajes, eso queda para que lo elabore el espectador. Por otra parte me gusta imaginar el trabajo de interpretación que el actor hará sobre el personaje, dándole matices y enfoques que puedes ser muy diversos; y el trabajo del director, su forma de conducir la obra puede llevarla por otros cauces hasta conseguir resultados sorprendentes.
Hace poco ha caído en mis manos esta obra, uno de los clásicos del realismo americano de los años 50. Me la he leído casi de un tirón por lo dinámico de la acción y la viveza de los diálogos. Cuenta la historia de un hombre maduro, viajante de comercio, sin éxito profesional ni social, obligado a pasar mucho tiempo fuera de su casa y hacer kilómetros de carretera para obtener unos resultados muy magros, que no le evitan las deudas ni los agobios de final de mes. Su mujer es comprensiva con él y le brinda su apoyo, pero no sucede igual con sus dos hijos, tiene discusiones continuas tanto con el guaperas juerguista como con el golfo inconstante y pequeño delincuente, los dos sin oficio ni beneficio. Los problemas se le acumulan a la vez que se desvanecen sus sueños sin comprender donde está el error.
La obra es la crónica del fracaso de un hombre gris entregado a un trabajo al que ha dedicado toda su vida, que intenta disimular y aparentar en casa una situación falsa, un autoengaño inútil; las circunstancias adversas le empujan a un final que se va entreviendo durante la obra pero al que el autor consigue darle una vuelta de tuerca más en el epílogo para hacerlo todavía mas seco y duro, sin ninguna concesión.
Un dramón de tomo y lomo muy bien escrito con uso repetido de pasajes retrospectivos y de personajes del pasado que aparecen en la acción para alimentar las ilusiones de los personajes. Con un argumento simple y conciso muestra las sombras de un sistema que desecha al individuo cuando no le es útil, enseña el lado oscuro del sueño americano. Se ha convertido en un referente de la literatura realista americana.
Se estrenó en 1949, dirigida por Elia Kazan y se representó ininterrumpidamente durante 21 meses. Inicialmente fue representada por Lee J Cobb, Arthur Kennedy y Cameron Mitchel y desde entonces ha sido representada por actores de la talla de Dustin Hoffman, George C Scott, John Malkovich, Jude Law, Philip Jackson y Philip Seymour Hoffman. Se ha adaptado varias veces para el cine y la televisión.
Arthur MIller (Nueva York, 1915-2005) fue dramaturgo guionista, opositor al senador McCarthy, activista contra las guerras de Corea y Vietnam, y marido de Marilyn Monroe. De origen judío-austriaco, estudió periodismo en Michigan y para pagarse los estudios trabajó en un almacén y en una radio local.
Escribió guiones radiofónicos y comedias antes de que le llegase el éxito con su obra dramática de critica social «Todos eran mis hijos», consolidado después con «Muerte de un viajante» y «Las brujas de Salem», máximos exponentes del realismo americano. Obtuvo el Premio de la Critica de Nueva York y por dos veces el Premio Pulitzer. Su obra también incluye novela, relatos cortos y ensayos. Fue elegido mejor dramaturgo del siglo XX y en 2002 recibió el Premio Príncipe de Asturias.
Arthut Miller en su mesa de trabajo (Getty Images)
Publicado por John Smith.
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