martes, 3 de agosto de 2021

Luz de febrero - Elizabeth Strout

  

Título: Luz de febrero                                                                                                        Autora: Elizabeth Strout

Páginas: 368

Editorial: Duomo

Precio: 17,10 euros

Año de edición: 2021

Me he reconciliado definitivamente con Olive Kitteridge, protagonista absoluta de esta novela y de la anterior de su autora, por la que le otorgaron el premio Pulitzer en 2009.

Es la primera vez que no solo una película —en este caso una miniserie— me gusta más que la novela en la que está basada, sino que es a partir de ella como comprendo al personaje y le encuentro su interés. Quizás no era el momento de leerla cuando lo hice, o quizás la protagonista de la serie, Frances McDormand —fue ganadora de un Emmy por aquel trabajo—es tan estupenda que hace una labor que traspasa lo cinematográfico. Esa novela, al igual que la serie, llevaban por título el nombre de la protagonista, Olive Kitteridge, algo muy acertado por la gran fuerza y carácter del personaje. Ahora vuelve el mismo personaje, que sigue siendo tan peculiar como diez años atrás, y para esta segunda parte la autora insistió en el título, en inglés se llama «Olive, again».

Si en la primera novela el personaje principal se nos mostraba como ser antisocial, huraño, a veces brutal en su trato con sus más cercanos, en esta segunda parte —que puede leerse como independiente de la anterior— se va atemperando porque la edad va haciendo su trabajo. La evolución y adaptación a su condición le hace ir convirtiéndose en un ser que, sin renunciar a sus creencias y juicios contundentes acerca de la vida y las personas, va haciéndose poco a poco más humana, comprendiendo las fragilidades de los demás a medida que las conoce por sí misma y se identifica en ellas. Todo ello supone que atempera sus excesos y desarrolla con más consciencia sus virtudes, algunas en especial, como la lealtad y solidaridad, que ya le conocíamos.

Toda la novela es un nada desdeñable proceso de aceptación y adaptación a las pérdidas propias de la vejez. De las pérdidas que la protagonista tiene que ir asimilando, la más difícil es la de la independencia, cualquier tipo de independencia, especialmente la física y la emocional.

El personaje es tan poderoso que no hay lugar para la sensiblería y nos narra situaciones en las que la rabia es más fuerte que ella, momentos muy reales e identificables en nuestros entornos cercanos.

La autora, como hizo la primera vez, estructura la novela en 13 capítulos en los que nos va contando la vida de la protagonista y la de algunos habitantes de Maine, en los que Olive es el hilo conductor. Vidas muy reales, muy actuales y universales en las que ocurren dramas que se presentan como pequeños por la distancia que establece la autora, lo que se agradece, pero que sabemos son de gran calado para quienes les toca vivirlos. La escritora conoce bien la condición humana y el proceso de envejecimiento, no en vano estudió gerontología.

Se agradece la sencillez, que no simplicidad, de su escritura para cuya comprensión nos ha ayudado con un buen trabajo el traductor Juanjo Estrella.

Una novela que se lee sin sobresaltos y con interés creciente a medida que avanzamos en ella. Buena lectura.

Elizabeth Strout

Elizabeth Strout (Portland, Maine, 1956) estudió derecho y gerontología. Enseguida dejó de trabajar como abogada y se dedicó por entero a la literatura. Ha escrito relatos que han sido reconocidos por premios, pero su éxito definitivo han sido sus novelas, algunas de las cuales como «Me llamo Lucy Burton» y «Olive Kitteridge» han tenido un éxito enorme y también han sido muy premiadas.

Publicado por Paloma Martínez. 

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