Título: Los extrañados Autor: Jorge Freire
Páginas: 218
Editorial: Libros del Asteroide
Precio: 18,95 euros
Año de edición: 2024
Hay escritores que terminan fuera de su
ambiente. Por circunstancias de la vida, acaban orillados, en una posición
excéntrica, viviendo en los extrarradios, fuera de lo convencional, alejados de
sus países, vegetando en una existencia desarraigada y a menudo incomprendida.
En general, no son escritores raros, fracasados o malditos. Su marginalidad no
es una opción estética escogida conscientemente. Pueden ser populares y leídos.
Con legiones de seguidores, dinero y prestigio. Pero, como si se tratara de satélites errantes,
acaban dando vueltas, trazando una elipse desconcertante.
Son aquellos que el filósofo y ensayista Jorge Freire llama Los extrañados, título de su libro. Estos escritores
sufrieron aquella gran verdad del verso de Antonio Machado: «cuánto exilio en la
presencia cabe». A veces presentes, pero lejanos, muy lejanos. Acabaron en vía
muerta por distintos motivos, aunque continuaran escribiendo y publicando con
éxito. Freire propone cuatro ejemplos de escritores extrañados: P. G.Wodehouse, José Bergamín, Edith Wharton y Vicente Blasco Ibáñez. Un grupo
realmente heterogéneo. Una prestigiosa escritora norteamericana. Un genial
humorista inglés. Un poeta español relativamente poco conocido, incluso dentro, en su país. Y un polifacético y estruendoso novelista valenciano que se hizo de
oro en el extranjero para rabia de muchos compatriotas. Nadie es profeta en su
tierra.
Wodehouse fue un escritor entregado a su obra.
Ignoraba lo que pasaba más allá de su jardín. En sus novelas humorísticas
(caballeretes enamoradizos y despistados, aristócratas excéntricos, frívolas
rubias platino y mayordomos que sacan las castañas del fuego), Creó
un mundo idílico, sin problemas, vacío, alterado únicamente por hilarantes
malentendidos, haciendo del humor blanco un auténtico arte por el arte. Los
alemanes capturaron a Wodehouse en Francia en 1940. Un comandante nazi con un
ojo de cristal lo metió en una fortaleza fría como un cuerno. El inglés hizo
unas tontas declaraciones en la radio alemana para sus admiradores
norteamericanos. No era un colaboracionista. Sencillamente, no se enteraba de
que estaba siendo utilizado por los nazis como «prueba» de lo bien
que trataban a sus prisioneros. El gobierno inglés declaró traidor a Wodehouse.
Nunca volvería al Reino Unido. Murió nonagenario en los EE. UU.
Freire hace una descripción estupenda de José Bergamín. Fue un verso libre (republicano, católico, exiliado, escuálido, con
cierto aire de pájaro marchito, pobre, muy inteligente y aficionado a
meterse en líos). Empezó como compañero de viaje de los comunistas,
para acabar, ya de viejo, exaltando al nacionalismo vasco radical. Era un
católico revolucionario que odiaba la España católica tradicional. La
derrota republicana lo condenó al exilio. Volvió a España. No se adaptó a la grisura
de la dictadura. Se volvió a exiliar. Franco se murió. Vino la democracia
coronada. Bergamín, acérrimo antimonárquico, no la aceptó. Se acercó al
separatismo vasco, quizá para vivir exiliado dentro de su propio país. Murió en
Euskadi y está enterrado en Fuenterrabía, para «no dar a sus huesos tierra
española», como escribió en un verso célebre. El
archiespañol Bergamín eligió la rebeldía constante para defender su España
ideal.
Freire afirma con razón que Blasco Ibáñez fue
el mejor de sus personajes. Un hombre arrebatado, idealista, duelista,
republicano, soñador y conquistador, que acabó haciéndose de oro con sus
novelas populares. Blasco coleccionaba envidias, se construyó un palacio en la
Costa Azul y allí murió el viejo jacobino, como un ricachón cualquiera. El
capítulo dedicado a Edith Wharton es magistral. En 1937 la gran escritora
neoyorquina agonizaba en París. Las agujas del reloj se empezaron a mover hacia
atrás, en busca del tiempo perdido de la Wharton: familia patricia, matrimonio
desgraciado, búsqueda de una vida independiente, establecimiento en Europa. La
cambiante sociedad americana era demasiado vulgar para la exquisita Edith Wharton.
En definitiva, un libro excelente, ameno, de
estilo elegante y evocador, que nos acerca a unas vidas extrañadas, alejadas de
la norma y fascinantes. Recomendable cien por cien.
Jorge Freire
Jorge Freire (1985) es un escritor, articulista y
filósofo nacido en Madrid. Está considerado como uno de los intelectuales
españoles jóvenes más prometedores. Uno de sus libros más conocidos es La
banalidad del bien (2023). También es autor de una biografía de Edith Wharton y de un estudio sobre Arthur Koestler. Jorge Freire considera que el
ejemplo de los estoicos es muy positivo para estos tiempos posmodernos y de
atención dispersa.
Publicado por Alberto.