lunes, 10 de noviembre de 2025

Camino rural - Regina Ullmann

Título: Camino rural
Autora: Regina Ullmann
 
Páginas: 240
 
Editorial: Rosamerón
 
Precio: 21,90 euros
 
Año de edición: 202 

Regina Ullmann (1884–1961) es una escritora que ha sido inexplicablemente desconocida en España hasta ahora, pues sus libros no han sido publicados hasta el momento en español. Por fin, y gracias a la editorial Rosamerón, llega este libro de relatos a nuestras manos.

Discípula intelectual de Rilke, éste dijo de su producción: «Esta obra me produce tal multiplicidad de alegrías que solo puedo afrontarlas poco a poco». Realmente es una buena carta de presentación. De hecho, otros autores, como Hesse, Musil o Mann, también alabaron su obra en muchas ocasiones.

Camino rural reúne una serie de relatos breves ambientados en zonas campesinas del centro de Europa (probablemente Baviera o la Suiza rural, donde vivió Ullmann). Los cuentos no están conectados entre sí por una trama común, pero comparten ambiente, tono y visión espiritual. Cada relato retrata una escena sencilla, una muerte, una visita, una cosecha, una boda o una conversación, pero Ullmann consigue que lo cotidiano se convierta en extraordinario.

Yo destacaría los siguientes cuentos:

  • «El camino rural», que da título al libro y constituye el trayecto físico y espiritual de un personaje que recorre un camino que parece común, pero se transforma en un recorrido interior, donde el paisaje se vuelve símbolo de vida, fe y soledad.
  • «La muchacha» es un relato centrado en una joven sirvienta o niña del campo. Muestra la dureza de la vida rural y la inocencia frente al destino.
  • «Visita navideña», en el que un visitante llega a una casa humilde, alterando totalmente la rutina de sus habitantes. El cuento explora la hospitalidad, la fe y la presencia de lo divino en lo inesperado. Parece que Ullmann juega con la idea de que cada encuentro tiene un sentido espiritual.
  • «Susanna» es un relato profundamente humano sobre la maternidad en condiciones duras, pero la autora es capaz de encontrar belleza incluso en el dolor. 
  • «De las fresas» está ambientado en un paisaje acuático, con ritmo pausado y simbólico, y ese molino, con su movimiento constante, representa el paso del tiempo y la vida misma.
  • «El jorobado» es el retrato de un hombre aislado que se enfrenta al paso del tiempo y a su fe.

Son motivos recurrentes en todos los cuentos la naturaleza, en la cual los campos, los animales y el clima son metáforas espirituales. También el silencio y la soledad en la vida rural, pero como oportunidad de introspección y reflexión. Y por último el trabajo y el cuerpo (el esfuerzo físico se asocia con la dignidad).

La escritora utiliza un lenguaje aparentemente sencillo pero muy poético y cada cuento, en mi opinión, parece más una meditación que una historia tradicional, ya que lo esencial ocurre dentro del alma de los personajes, no tanto en la acción. Usa mucho el simbolismo con objetos comunes como un camino, un molino o una casa.

Se podría decir que Ullmann en los cuentos de Camino rural busca lo espiritual en lo cotidiano y convierte la vida campesina, aparentemente simple y limitada, en un universo moral y poético. Su mirada se emparenta con escritores como Rilke pero con una voz más femenina, maternal y compasiva.

Hay que tener en cuenta que estos cuentos fueron escritos a comienzos del siglo XX, en el contexto de la Europa rural y católica anterior a la industrialización masiva.

Regina Ullmann vivió en zonas rurales de Baviera y Suiza, lo que marcó su obra con auténtico conocimiento del campo y de sus costumbres. Aunque en ese momento la literatura europea exploraba lo urbano y el progreso, Ullmann se volvió hacia lo intemporal y humilde.

Se podría decir que Camino rural es una obra que celebra la dignidad de lo pequeño y la presencia del misterio en lo cotidiano. Regina Ullmann logra que el lector experimente la calma, la fe y la delicadeza del mundo rural como una forma de sabiduría.

«Detrás de mis relatos subyace otra historia, la historia verdadera. Quizá sea posible escribirla dentro de algunos decenios. He intentado hacerlo varias veces, pero siempre me he echado atrás. Me he sumergido tan profundamente en algunos de mis relatos, que casi he quedado atrapada en ellos».

Regina Ullmann

Regina Ullmann, hija de un industrial, nació el 14 de diciembre de 1884 en San Galo (Suiza). Desde la muerte de su padre vivió junto con su madre y su hermana en Múnich, en el barrio de artistas de Schwabing, en el que adquirió fama como personaje original. Vestida como una campesina, bizca de un ojo, lenta al escribir y hablar, impresionaba a literatos como Erich von Kahler o Albert Steffen en cuanto empezaba sus relatos. Fue Rainer Maria Rilke quien, finalmente, acogió bajo su protección a este «ser tosco, pesado y extraño», probablemente porque intuía cuán estrechamente estaba relacionada la primera obra de la autora con sus propias vivencias

Rilke percibió que la personalidad de Regina Ullmann encerraba profundidades insondables. Escribió en 1910 el prólogo de su segundo libro Von der Erde des Lebens (De la tierra de la vida), corrigió sus poemas y vio en su obra Geschichte von einem alten Wirtshausschild (Historia de un antiguo cartel de taberna), de 1925, un punto culminante inigualado, e incluso divino.

Tras la muerte de Rilke en 1926, perdió a su mentor y, a pesar de haberse convertido al catolicismo bajo la influencia de Ludwig Derleth y haber combinado en sus relatos, como Die Barockkirche (La iglesia barroca) o Die Landstrasse (La carretera rural), elementos católicos, barrocos y oníricos, tuvo que abandonar Alemania en 1937, debido a su origen judío. Después del fallecimiento de su madre, viajó desde Austria a San Galo, donde, gracias a la ayuda de su mecenas Nanny Wunderly-Volkart, fue acogida por monjas y vivió con ellas como refugiada y apartada del mundo hasta 1950, año en que la ciudad de San Galo le concedió, previo pago, derecho de ciudadanía. Durante un tiempo pensó en emigrar a EE. UU., y resultó sorprendente que en la época de Adenauer, cuando autores como Reinhold Schneider y Werner Bergengruen celebraban éxitos, esta maravillosa y profunda narradora fuera redescubierta como una figura emblemática de la literatura católica, con obras como Der Engelskranz (La corona angelical) o Madonna auf Glas (Madona sobre vidrio) y recibiera incluso el entonces recién creado Premio Cultural de San Galo. Sin embargo, la muerte no la sorprendió en San Galo, sino junto a su hija, en Feldkirchen, en 1961. 

Publicado por Ana Domingo.  

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