viernes, 7 de noviembre de 2025

Obra poética escogida - León Felipe

Título: Obra poética escogida
Autor: León Felipe
 
Páginas: 263
 
Editorial: Espasa Calpe
 
Precio: 2,41 euros
 
Año de edición: 1977

Entre las numerosas antologías del gran poeta León Felipe destaca esta Obra poética escogida, prologada por su amigo Gerardo Diego en 1977. Recorremos en pocas páginas un itinerario lírico que comienza en los años veinte y termina en los sesenta. La raíz de la poesía de León Felipe es el sufrimiento humano. El dolor del hombre no termina, siempre es el mismo, por mucho que pase el tiempo. Quizá el hombre no esté bien cocido todavía. El viento, la gracia de Dios, se le muestra esquivo. De momento, su existencia es «un lamento encerrado en una cueva».

León Felipe escribió versos de una humanidad irrepetible e irrenunciable. Fue primero hombre y luego poeta (lo que no quiere decir en absoluto que fuese un mal poeta). Su lírica arrebatada estaba al servicio de los hombres. No de este o aquel individuo. Tampoco de un grupo escogido, de una etnia o una raza. León Felipe decía que eran dioses todos los hombres de la tierra. No hay patrias, ni tribus. La lluvia ecuménica del sol nos alumbra a todos sin distinción. Sus poemas van dirigidos al hombre universal, de carne y hueso, que llora, sufre y sobre todo muere. El humanismo de Unamuno le influyó poderosamente.  

León Camino Galicia de la Rosa, más conocido como León Felipe, publicó en 1920 su primer libro titulado Versos y oraciones de caminante. Son versos sencillos, que tienen algo de oración íntima, laica y de una religiosidad alejada de cualquier ortodoxia. Muy machadianos. El poeta es un romero que anda por el mundo cantando la existencia de las gentes sencillas. El estilo es casi prosaico, reiterativo y profundamente melancólico. En este libro se contienen algunos de los poemas más hermosos y sentidos de León Felipe, que se han recordado muchas veces y han sido pasto de cantautores varios: el bellísimo «Qué lástima», «Vencidos», «Romero solo» o «Como tú"». El sencillismo de Versos y oraciones de caminante influyó en poetas como Rafael Alberti. El libro fue enriquecido con una segunda edición en 1929. Es quizá el mejor de todos los que escribió León Felipe

En los años treinta descubrió a Walt Whitman, el excelso poeta de la democracia estadounidense. León Felipe vio en Whitman un alma gemela y lo tradujo al castellano. Lo interpretaba como un vate heroico, nietzscheano y trágico. La influencia de Whitman, mezclada con los profetas bíblicos, dio a su poesía un tono revolucionario, perfecto para declamar ante las masas. La guerra civil lo convirtió en uno de los grandes cantores de la causa republicana. Quizá el poema más destacable de este período es «La insignia», apasionado alegato en favor de la unidad republicana, simbolizada por la estrella roja. El poema es tan libre que incluye versos que condenan sin ambages los crímenes cometidos en su bando:

 

Ahí están ―miradlos―

ahí están, los conocéis bien.

Andan por toda Valencia,

están en la retaguardia de Madrid

y en la retaguardia de Barcelona también.

Están en todas las retaguardias.

Son los Comités,

los partidillos,

las banderías,

los Sindicatos, 

los guerrilleros criminales de la retaguardia ciudadana.

Llegó la derrota. León Felipe se exilió en México con varios miles de compatriotas. Publicó allí en 1939 su Español del éxodo y del llanto, que es un excelente ejemplo de poesía comprometida. Los exiliados republicanos se salvarán como hombres, pero no como españoles, porque su España había muerto, dominada ahora por el «sapo iscariote y ladrón» y sus compinches, que arrastran pistolas y rosarios entre tumbas gritando ¡Arriba España! La patria ha terminado en una charca. Brilla la espada vencedora y un pueblo aterrado escapa.

Español del éxodo y del llanto incluye la gran elegía «El hacha», largo poema que denuncia el sempiterno cainismo español, simbolizado es esa «hacha indestructible y destructora, que se vuelve contra tu propia carne cuando te cercan los raposos». España queda reducida a polvo, sobre el cual nunca se podrá erigir ninguna raíz o ilusión. Llanto seco del polvo y por el polvo de todas las cosas y todos los hombres muertos en España. Y, como remate, un poema inolvidable dedicado ni más ni menos que a Franco:

 

Tuya es la hacienda,

la casa, el caballo y la pistola. 

Mía es la voz antigua de la tierra. 

Tú te quedas con todo 

y me dejas desnudo y errante por el mundo. 

Mas yo te dejo mudo... ¡mudo!...

Y ¿cómo vas a recoger el trigo 

y a alimentar el fuego 

si yo me llevo la canción?

Los años fueron pasando. León Felipe, el poeta exiliado por antonomasia, nunca volvería a España. Sus libros fueron prohibidos por el franquismo: Llamadme publicano, Ganarás la luz, El ciervo... En sus páginas brilla la pasión del poeta profético y heroico, pero caen también, en ocasiones, en la retórica más repetitiva. No obstante, se cuentan poemas memorables, reproducidos en esta antología, como «El salto», «¡Eh muerte, escucha!», «La prueba», «Sé todos los cuentos» o «La sirenas». 

Al final de su vida, ya octogenario, León Felipe se comparaba con un viejo y roto violín, título de uno de sus últimos libros. Sacando fuerzas de la flaqueza, escribió un puñado conmovedor de poemas postrimeros: «Escuela», «Delirio», «Oh, el barro, el barro». Su obra se cierra con «Perdón», que puede servir también de punto final para esta reseña. Ahí van unos versos:

 

Ya no recuerdo bien...

Voy olvidando...olvidando...olvidando...

Las palabras se me van

como palomas de un palomar desahuciado y viejo

y sólo quiero que la última paloma, 

la última palabra, pegadiza y terca,

que recuerde al morir sea ésta: Perdón.

León Felipe

León Felipe (1884-1968) es el pseudónimo de León Camino Galicia de la Rosa, poeta español nacido en el pueblecito zamorano de Tábara. Su familia era acomodada. Vivió su infancia y juventud en Galicia y Santander. Fue farmacéutico y actor aficionado. Estuvo tres años preso por desfalco. Llevó una vida bohemia. Sufrió grandes privaciones. A partir de la buena acogida de su primer libro Versos y oraciones de caminante (1920), salió de la miseria, fue funcionario en Guinea Ecuatorial y viajó a México y los EE.UU. como profesor. La Guerra Civil fue para él como la epifanía de una España nueva y revolucionaria. Se exilió en México. Allí murió en 1968. Su obra, amplísima e irregular, sigue siendo muy popular.  

Publicado por Alberto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario