martes, 19 de septiembre de 2023

El polaco - J. M. Coetzee

 

Título: El polaco                                                                                                                     Autor: J. M. Coetzee
 
Páginas: 144
 
Editorial: El hilo de Ariadna
 
Precio: 15,10 euros
 
Año: 2022

¿Amor cortés en el s. XXI? El gran Coetzee en esta pequeña novela nos cuenta cómo podría ser y nos habla de esa idealización de la dama, que para que no haya equívocos se llama Beatriz como en la «Divina comedia». Cuenta cómo ella, la protagonista, recibe ese idílico y enfebrecido amor no correspondiendo de la misma manera porque impone una distancia racional que le hace no implicarse más que superficialmente, eso sí, sin renunciar a partir de un determinado momento al encuentro carnal con el caballero amante.

Además de la actualización del amor cortés medieval, el autor nos habla de muchas cosas, entre ellas de la vejez que insufla esa última quimérica ilusión del amor. La edad también como clave para entender que la Beatriz actual se deje llevar y admita la admiración que provoca. ¿Cómo no si a los cincuenta años ya no es muy probable que ocurra y quién puede resistirse a gustar, aunque el galán haya sobrepasado los setenta?

La comunicación, su dificultad, es otro gran tema de esta nouvelle, que se expresa en la incomprensión de Beatriz con respecto a la manera de interpretar a Chopin de su caballero andante. Witold, que así se llama el famoso pianista polaco, recala en una asociación burguesa de Barcelona que las mujeres dirigen compaginando la organización de actividades culturales con otras de lo que en el siglo pasado se denominaba caridad. La dificultad de comunicación se manifiesta desde el primer encuentro, en el que los futuros amantes tienen que utilizar el inglés como idioma intermedio y que, como se dice en la novela, no es un idioma apropiado para el amor. Imposibilidad de entendimiento hay también cuando Beatriz trata de comprender el mensaje póstumo que le deja en herencia su amante en forma de poemas en polaco, que hace traducir por necesidad de alimentar su ego y comprobar si hasta el último momento el aliento de él suspiró por ella, aunque ella ya lo hubiera olvidado. ¡Qué Beatriz más dura se nos antoja!

Hay algo que nos seduce y se destaca desde el principio de la lectura y que confirma la calidad que se supone ha de tener un nobel de literatura. Su manera de escribir, que nos lleva a una lectura sencilla, por la perfección de su construcción, amable y a la vez profunda, escueta y al mismo tiempo, completa. Entramos en la historia de manera suave y de la misma manera nos vamos percatando del interés que nos provoca y de la belleza y simplicidad de la forma. Una forma que tiene varias singularidades. La primera y más evidente es la fórmula utilizada por el autor, que en cada pequeño capítulo separa los parágrafos numerándolos cual si de pequeños subcapítulos se tratara. De esa manera logra ese interés creciente que no llega nunca a ser tensión, lo que permite compatibilizarlo con la sensación placentera de la lectura. Otra singularidad que se manifiesta en la primera parte es el narrador omnisciente que, sin embargo, está tan centrado en la protagonista que más parece que se tratara de un diálogo interior en el que ella se extraña de sí misma, de sus reacciones y de ese interés racionalizado en una historia que no le atrae ni en la parte física, ni tan siquiera por conocer la esencia del pianista, más allá de su incomprensión del mensaje que él quiere transmitir con su manera de interpretar a uno de los más sensibles compositores. Pero también se hace preguntas, o se las hace al lector, o quizás forman parte de esa especie de monólogo interior de ella, en cualquier caso, eso le sirve al autor para dar pie a la contestación que vendrá acto seguido.

En una de las múltiples reflexiones ese narrador se cuestiona algo que recuerda a Paul Auster y es su obsesión con las múltiples posibilidades de una vida y si por una pequeña decisión diferente hubiera llegado a ser de otra manera.

Una pequeña narración muy interesante que nos hace pasar unas horas muy agradables y que al final hace que nos cuestionemos acerca del funcionamiento de los mitos en la realidad actual.

La traducción es de la argentina  Mariana Dimópulos.

John Maxwell Coetzee

John Maxwell Coetzee (Ciudad del Cabo, Sudáfrica, 1940) se nacionalizó en 2006 australiano por estar en desacuerdo, y así mostrarlo, con la visión anglosajona del mundo que es la dominante. Una forma de protesta en el mismo sentido es también el que sus libros aparezcan en primer lugar en lengua no inglesa; en algunos casos el idioma escogido ha sido el español. Es autor de una abundante obra que ha recibido importantes premios, entre ellos el Premio Nobel de Literatura en 2003. Muchos de sus libros están ubicados en Sudáfrica que no deja de estar presente para él. Algunas de sus obras han sido adaptadas al cine.

Publicado por Paloma Martínez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario