viernes, 20 de septiembre de 2024

Sobrevivir al miedo - Diego Carcedo

Título: Sobrevivir al miedo                                                                                                     Autor: Diego Carcedo

Páginas: 272

Editorial: Península

Precio: 17,90 euros 

Año de edición: 2019

El miedo es una sensación angustiosa: corazón acelerado, temblores, boca seca, sudores fríos. Las personas tienen miedo a la muerte, a sufrir un accidente o una enfermedad. Otros tiemblan con la sola posibilidad de que les roce un animalejo. El miedo nunca desaparecerá. Su origen se remonta a las sombras que se agitaban alrededor de la hoguera prehistórica, cuando los hombres sobrevivían en las condiciones más duras. La precariedad del hombre engendra el miedo. La imaginación lo multiplica. Anticipar un desastre es sufrirlo por adelantado sin que llegue realmente a existir: los fantasmas atemorizan. No nos hagamos ilusiones: todos tenemos nuestros miedos, escondidos en nuestra conciencia, agazapados, dispuestos a saltar en el momento preciso. Personas, por lo demás sensatas, admiten tener miedo al propio miedo. 

El gran periodista Diego Carcedo ha sobrevivido al miedo. El peor miedo para él es su propia conciencia, cuando se ha obrado mal, porque «te alterará el recuerdo, te atormentará el sueño y, por más que te empeñes, no podrás olvidarlo». Carcedo fue muchos años corresponsal. Su vida se columpió al borde del desastre mientras tronaban los cañones. Presenció en primera persona verdaderos horrores. Sobrevivir al miedo es un repaso discontinuo de su vida profesional. Una original memoria del miedo formada por varias crónicas que van desde 1969 hasta 2013. Diego Carcedo tuvo miedo en escenarios diferentes, en épocas distintas, en situaciones inverosímiles. Miedo a terminar en la cárcel. A ser asesinado de mala manera en la cuneta de una carretera perdida. A perder el empleo. Al remordimiento por no haber estado a la altura de las exigencias de su conciencia. Al exilio.

1969. Un joven Carcedo intenta llegar a Tegucigalpa en medio de la absurda Guerra del Fútbol entre Honduras y El Salvador. En Nicaragua alquila un coche. El conductor no es de fiar. Siempre quiere más y más dinero. El auto desvencijado recorre renqueando las escarpadas carreteras centroamericanas. Carcedo se duerme en el asiento del copiloto con un ojo abierto. Hace bien. Toda precaución es poca. En un paraje recóndito, entre desconocidos, lejos del mundo, en medio de una guerra, las personas desaparecen sin dejar ni rastro. ¿Qué más da un periodista más o menos? A nadie le importa otro muerto, sobre todo si viene de lejos, tiene dinero y está solo. 

1970. Un terremoto en Perú. Miles de muertos. Pueblos devastados. La ayuda llega tarde y mal. Desesperación entre los supervivientes. La gente que sobrevivió al terremoto se muere de desatención. Diego Carcedo está entre los corresponsales extranjeros que cubren el desastre. Una multitud se abalanza sobre ellos cuando son evacuados en helicópteros. Una mujer le tiende un bebé a Carcedo: lléveselo señor, aquí morirá, porque ya no me queda leche en los pechos. ¿Qué hacer?

1974. Un equipo de periodistas españoles está en Uganda. El objetivo es entrevistar al dictador Idi Amin Dada. No es cosa fácil. Las autoridades ugandesas han expulsado del país a todos los ciudadanos blancos e hindúes. La miseria del país es indescriptible: calor agobiante, sudor, carreteras polvorientas, negocios cerrados, hoteles miserables, comidas repugnantes, automóviles antediluvianos. Después de muchas aventuras, los españoles asisten como invitados especiales a un desfile militar presidido por Idi Amin. El gigantesco carnicero de Uganda (un antiguo sargento que dio un golpe de estado en 1971) desciende de un pequeño coche. Pasa revista a sus soldados. Saluda a sus 28 ministros. Devora chuletas como un ogro: a dos manos. Baila. Y encima no toca nada mal el acordeón. A Carcedo le da un mensaje: dígale al rey Franco que puedo ayudarle en el problema del Sáhara

Hay mucho más: la caída de Saigón en 1975 se convierte en una acelerada pesadilla que arrastra a Carcedo junto a cientos de miles de personas que quieren escapar de las cercanas tropas del Vietcong. Un remolino de locura en el que triunfan la muerte y el más fuerte. Otros miedos son más indefinidos: un sueñecito se ve alterado por algo viscoso y repugnante que cae del techo. Una de las aventuras más delirantes tiene lugar en Monrovia, la capital de Liberia. En el decrépito país africano se organiza una conferencia internacional. Un barco ruinoso servirá de hotel improvisado, con casino y prostíbulo incluidos. Todavía peor es quedar en tierra de nadie entre dos bandos combatientes cuando falla el coche. Extraña situación en Lisboa: alguien sin piernas dice ser un importante etarra que quiere entregarse a cambio de inmunidad legal. 

El de Diego Carcedo es un libro para aprender a escribir. Algunas de sus experiencias tienen la consistencia de un cuento bien narrado, tal es su oficio y la calidad expresiva de su limpia prosa. La escritura de Sobrevivir al miedo es magistral. No hay giros redundantes, digresiones innecesarias o rupturas del ritmo narrativo. El interés del lector crece a cada página que lee. Estamos ante el mejor periodismo. La capacidad para ir al grano. La descripción exacta de un personaje. La anécdota que resume el momento. Los diálogos intencionados y cortantes. La economía de medios al servicio de la excelencia narrativa. Así escribía Hemingway. Una lectura, en fin, muy recomendable. 

Diego Carcedo (1940) es un veterano periodista español nacido en la localidad asturiana de Cangas de Onís. Después de estudiar periodismo e historia, trabajó en La Nueva España de Oviedo. En 1974 ingresó en Televisión Española. Formó parte del equipo del programa Los reporteros, junto con compañeros de oficio como Miguel de la Quadra-Salcedo. Fue testigo directo de la revolución de los claveles y de la caída de Saigón. En 1978 fue nombrado corresponsal de TVE en Lisboa. En 1984 se trasladó a Nueva YorkDiego Carcedo ha escrito numerosos libros, entre los que destacan los dedicados a Pablo Neruda y al diplomático español Ángel Sanz Briz, que salvó a millares de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Es uno de los periodistas españoles más respetados y está casado con la también periodista Cristina García Ramos

Diego Carcedo, en sus años de reportero

Publicado por Alberto.

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