miércoles, 25 de septiembre de 2024

Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo - Maruja Torres

Título: Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo                                          Autora: Maruja Torres

Páginas: 320

Editorial: Temas de Hoy
 

Precio: 20 euros

Año de edición: 2024
 
Me he sentido obligado en cierta manera a comprar y devorar con fruición este libro, se lo debía a Maruja. No la conozco personalmente, pero me ha estado acompañando estos últimos años, no cada día, pero sí cada semana, con sus palabras, sus ironías y sus ideas, siempre clarividentes y tronchantes. Un consuelo lúcido y desencantado, pero también muy salao, en un mundo cruel, lleno de sinrazón, un mundo que no hay quien entienda. La mujer tiene ya 81 años y este su último libro, en el que echa la vista atrás y reflexiona sobre su vida y todo lo que se le pone a tiro, suena a despedida y a testamento literario. Así que se lo debía.
 
Y me lo he pasado en grande, con estas 302 páginas, divididas en 43 capítulos cortitos, de unas 7 páginas cada uno, que se leen casi solos y saben a poco, la verdad. En ellos, la autora nos cuenta algo de su día a día, tira de recuerdos y va enlazando un asunto con otro de manera natural, muy suelta, con las ideas muy claras, lucidez y el desparpajo que la caracteriza. Emplea mucho humor, un humor sano con el que se ríe de todo y de todos, empezando por si misma y acabando por no dejar títere con cabeza. Nos habla de amigos, de viajes, de anécdotas, de su infancia, de su amado Beirut, de sus experiencias,  de su ateísmo impenitente, del paso del tiempo, de cine, porque es una gran cinéfila y solo consigue imaginar el cielo como un montaje de las mejores escenas de sus películas favoritas, de por qué escribe, de hombres y amantes, de la vejez, de las redes sociales, de whiskies y otro líquidos espirituosos, porque es una gran bebedora, pero sabe beber con cabeza, sin perderla, de viajes, unos maravillosos y otros algo agitados, de más amigos, un poco de sexo y algo de política, no mucho, aquí y allá.

El lenguaje es rico en metáforas y frases contundentes, ingenioso, siempre preciso y certero, con un toque de creatividad, lleno de hallazgos expresivos y muy sintético, casi se diría que conceptista. Porque Maruja escribe resúmenes de telegramas, o como dijo Pepón Nieto cuando la conoció: «Pero si habla en titulares». Quizás sea deformación profesional, pero tiene una rara habilidad para ir al meollo de la esencia y resumirlo en tres palabras, no más. Esa capacidad de síntesis es una de sus grandes virtudes, las otras, quizás la pasión y la lucidez. Sin embargo, en mitad del libro, cuando llevaba 185 páginas, ese laconismo inagotable se le volvió en su contra, porque se atascó y no podía seguir. Ya lo había dicho todo, o casi todo, así que, después de hablar con su editor, tuvo que respirar hondo, relajarse y seguir escribiendo, ahora recreándose un poco más, soltando un párrafo donde el cuerpo le pedía despachar lo que fuera en una frase y así pudo acabar las 300 páginas y pico de este libro encantador, rotundo y sincero, que me ha robado el corazón, si es que no me lo había robado ya esta barcelonesa de El Raval hace mucho tiempo.
 
Para que veáis que lo que digo es bastante cierto y también para poneros los dientes largos, aquí va una pequeña antología de citas: «A estas alturas ya solo te citan los médicos», «Es imposible negar la sensación permanente de que estamos llegando tarde para detener nuestra desaparición del planeta», «Yo escribía porque me pasaban cosas y buscaba que me pasasen cosas para escribirlas», «En Bangkok, dan tanto miedo los policías como los delincuentes», «Los soldados estadounidenses, perdedores de Vietnam y forrados de dólares, fueron los que convirtieron a Tailandia en un inmenso burdel», «El único paraíso estaba en el cine de barrio», «Todos los lugares de Oriente Medio que reporteé han empeorado y el mundo occidental lo ha estimulado o consentido», «La vejez es un campo de batalla», «Nunca fui buena para el amor verdadero, que requiere dedicación y paciencia, y es posible que otro carácter», «Cuando yo era joven, Jane Birkin estaba considerada un peso medio», «Sostengo que la vida me debe ocho años y fueron esos que pasé haciendo aquello para lo que no había nacido», «No hay nada mejor que saberse, sentirse, de ninguna parte», «Tardé mucho en comprender que el amor no siempre da la felicidad; que la da el que se transforma en amistad sólida. Y mientras tanto, el sexo permite pasar un buen rato», «Odiar es malo, pero temer es peor», «El odio es un puñal sin mango, de dos puntas, que hiere por donde lo tomas», «Soy más de barra que de mesa», «La peor y más verdadera adicción es la de autodestruirse. Esa no tiene cura» (David Trueba), «Si necesitas un cáncer para saber que la vida es efímera es que sufres de algo peor: estupidez» (Colm Tóibín), «Claro que tengo miedo. Imagina que, de verdad, hubiera más vida al otro lado. Acojona ¿verdad?», «Cada uno nace con una bala marcada», sus anotaciones al título: «Cuanta más gente se muere (y bien que lo siento), más ganas de vivir tengo (y no más tiempo)» y su maravillosa despedida, a modo de final: «Disfrutad y pensad en mí. No me añadáis virtudes ni no me quitéis defectos». 
 
En fin, Maruja Torres en estado puro, una reportera y columnista excepcional, con mucho carácter y humanidad, que ha andado por el mundo con los ojos bien abiertos y que sabe escribir consiguiendo la máxima expresividad con el mínimo de palabras. Una alquimista que nos da lo mejor de sí misma cuando ya se está preparando para el viaje al lugar sin cobertura, como ella dice. Para acabar, dos ideas. El resumen de su legado que sintetiza en cuatro claves: desobediencia, que quiere decir en realidad, libertad y rebeldía; compromiso con unos ideales; desparpajo cuando toca, y elegancia en lo que se hace. Un buen programa. Y por último, que me gustaría poder decirle lo que en una ocasión le dijo un matrimonio a Groucho Marx al encontrárselo en un parque: «No se muera nunca, por favor, simplemente siga viviendo».
 
Maruja Torres (Barcelona, 1943) es una periodista y escritora española. Nació en el barrio de El Raval (o Barrio chino), en una familia murciana muy humilde. Su padre era un maltratador que abandonó pronto a la familia. Aprendió mecanografía y contabilidad en una academia nocturna y empezó a trabajar en los almacenes Capitol. Pasó por varios trabajos de secretaria y a los 21 años se inició en el periodismo como secretaria de redacción en La Prensa, aunque no tenía formación en ese campo y ni siquiera el certificado de estudios primarios, gracias a una recomendación de la escritora Carmen Kurtz.
 
Fue amiga de Terenci y Ana María Moix, de Manuel Vázquez Montalbán y de la llamada Gauche divine barcelonesa. Maruja colaboró en Garbo, Fotogramas, Por Favor, El Papus, La Calle, Tele eXprés y Mundo Diario. A los 38 años se trasladó a Madrid para trabajar como entrevistadora, columnista y reportera para El País, TVE y Diario 16, sucesivamente. A los 43 años empezó a escribir novelas novelas con humor, como ella dice y ganó el Premio Planeta en el 2000 y el Premio Nadal en el 2009.

Ha sido corresponsal de guerra en el Líbano, Panamá e Israel, ha cubierto grandes acontecimientos de la historia contemporánea y ha publicado un total de 18 libros. En 2013 la obligaron a abandonar El País en un incidente que ya hemos contado aquí, y estuvo publicando su columna en el elDiario.es hasta 2016, cuando se retiró. Vive en Madrid y sigue publicando un audio de opinión cada día titulado La Mirada, en Hoy por hoy, en la Cadena Ser.
 
Maruja Torres
 
Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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