Páginas: 320 pág.
Editorial: Austral
Precio: 12 euros
Año de edición: 2021
Todas las novelas de Laforet tienen dos cualidades nada desdeñables: resultan profundamente interesantes y se leen con gran facilidad. Eso me ha pasado con este libro, que me lo he acabado casi sin enterarme. Publicada por primera vez en 1963, esta estupenda novela es la primera parte de una trilogía, que se completa con «Al volver la esquina», escrita en los años 70, reescrita continuamente y publicada por fin en 2004, y «Jaque mate», no encontrada.
Nos cuenta, en los años cuarenta y a través de tres veranos, la adolescencia de Martín Soto, entre los 14 y los 17 años, centrándose en la relación que establece con Anita y Carlos, los vecinos ricos que veranean en la gran casa de al lado de la del padre de nuestro protagonista, Eugenio, un militar que, después de quedarse viudo, se ha casado con una mujer joven, Adela, que está embarazada en el primer veraneo. Martín vivirá, como vivió la autora, el sinsabor de tener una madrastra con la que no congenia, y la suerte de tener unos abuelos que le críen.
Me ha llamado la atención lo bien que se describe aquí el mundo adolescente, un universo social que pugna por crearse al margen de los padres, fuera de casa. También se reflejan de modo admirable los cambios en la personalidad de Martín, el cambio progresivo de los dos chicos y la chica, el grupo central de la novela, y esas relaciones sociales juveniles que todos hemos tenido, en las que tenemos que tragarnos desaires y cierto maltrato de fondo de algunos amigos, porque son los únicos que tenemos en ese momento y los necesitamos. En conjunto, es un estudio completo y agridulce, con un notable trasfondo psicológico, de la adolescencia.
El estilo es espléndido, además de su aparente sencillez, tiene ritmo, música y una curiosa dinámica interna que hace progresar la historia como avanzan los integrantes de un desfile. los personajes están bien perfilados, a veces utilizando una expresión que repiten y que les define. Hay pequeñas sorpresas en la trama, que parecen naturales después de haberlas leído. Y un mecanismo curioso que la autora emplea una y otra vez: adelanta acontecimientos para conseguir un mayor impacto y a continuación los narra en detalle y con matices que mantienen el interés.
El texto está plagado de expresiones felices y frases memorables. Yo me quedo con ésta: «Martín comprendió que la felicidad es el resultado de una serie de concesiones entre los que se quieren». y de fondo, se describe indirectamente y sin cargar las tintas la dureza de la posguerra española, llena de pobreza, estrecheces y hambre, el clima ideológico, el machismo estructural... en fin, un buen retrato de aquellos años que sirve de paisaje de fondo sin ser nunca protagonista.
Una novela de cinco estrellas de una autora que no es tan conocida como se merece, poseedora de un talento realmente extraordinario. Toda una escritora. Leed, leed a Carmen Laforet. Tiene muchas cosas que decirnos.
Carmen Laforet (Barcelona, 1921-2004) fue una escritora española, brillante ganadora de la primera edición del Premio Nadal en 1944, con «Nada», cuando tenía tan solo 23 años. Quizás alcanzar un éxito tan temprano perjudicó su carrera, quizás fue una mujer atrapada en una sociedad literaria de hombres, el caso es que se retiró del mundo literario. Publicó poco, siguió ganando galardones importantes, como el Premio Nacional de Literatura en 1956, pero no volvió a conocer el éxito y hoy es bastante desconocida, a pesar de su gran talento.
Hija mayor de un arquitecto barcelonés y una profesora toledana, pasó su infancia en Gran Canaria, donde estuvo destinado su padre. Al morir su madre, su padre se volvió a casar, pero Carmen nunca se llevó bien con su madrastra. Ya de vuelta en la Ciudad Condal, empezó a estudiar allí Filosofía y luego Derecho en Madrid, pero no acabó ninguna de las dos carreras. Nos dejó cinco novelas, catorce novelas cortas, un libro de viajes, recopilaciones de artículos y un amplio epistolario.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
Gracias Antonio por recordarnos a Carmen Laforet. Siempre se la recuerda por "Nada", como si no hubiera escrito nada más, lo que es una gran injusticia. Parece que Laforet aún no ha encontrado su sitio en la narrativa española.
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