viernes, 16 de diciembre de 2016

Marta Sánchez-Nieves, XI Premio Esther Benítez de Traducción


Esta tarde, a las 19:00 y en el Aula 6 de la Casa del Lector - Matadero de Madrid, situado en el Paseo de la Chopera nº 14, tendrá lugar la entrega del XI Premio Esther Benítez de Traducción, otorgado por ACE Traductores a Marta Sánchez-Nieves por su brillante traducción de «Noches blancas» de Fiódor Dostoievski, que ha publicado la editorial Nórdica.

Los traductores siempre tendrán la sincera admiración y profunda gratitud del colectivo de lectores devoralibros, entre los que me cuento, por la dificultad de su tarea y el enorme favor que nos hacen al facilitar que podamos leer en castellano a autores que escriben en otras lenguas.

He tenido la fortuna de que la flamante ganadora me conceda una entrevista, que podéis leer a continuación. 

Como introducción, diremos que Marta Sánchez-Nieves ha sido profesora de lengua rusa y redactora de pruebas de acceso a certificación de Escuelas Oficiales de Idiomas en Zaragoza y la Laguna. Ha traducido obras al español de más de veinte autores rusos, incluyendo los más grandes (Bulgákov, Dostoievski, Gógol, Lérmontov, Pushkin, Tolstói, Turguénev...), manteniendo un ritmo altísimo de publicación. Es por tanto, una de nuestras mejores especialistas en traducción del ruso al castellano. El XI Premio de Traducción Esther Benítez viene a confirmar una brillante trayectoria profesional.


¿Cómo empezaste a dedicarte a la traducción de obras literarias? 
Mientras estaba en el doctorado una compañera de universidad me comentó que andaban buscando traductores del ruso para la Biblioteca Universal Gredos. Hice una prueba, les gustó y así hice Los relatos de Sebastopol de Lev Tolstói. 

Cuéntanos, por favor, qué método utilizas para traducir una novela ¿primero la lees entera? ¿luego haces un primer borrador de traducción? ¿cuántas correcciones o versiones, sueles hacer hasta la definitiva? 
Cuando empecé sí me daba por leerla un poco antes, pero después descarté esta fase. Primero irreflexivamente, solo por falta de tiempo. Pero ahora cada vez creo más firmemente que, cuando traduces una novela, relato, cuento… sin haberlos leído antes, te aproximas al texto igual de ignorante que el lector que lo lee por primera vez. Y esto te permite trabajar sin condicionantes. 
Me cuesta mucho dejar un borrador sin pulir a la primera, intento que sea lo más definitivo posible, para no quedarme con la sensación de que tengo trabajo pendiente. Pero, por supuesto, esta primera versión no es ni mucho menos la definitiva. Suele haber mínimo dos lecturas más completas. Y sería imposible llevar la cuenta de las relecturas parciales. 
Últimamente hago una última revisión bien con un audiolibro del original, si existe. Bien con otra persona que lee la traducción en voz alta y yo voy releyendo a la vez el original. 

¿Qué supone para ti la experiencia? ¿disfrutas del texto mientras lo traduces?¿o es un trabajo agotador y estresante? 
Lógicamente si el relato o la novela te gusta, disfrutas más. Sobre todo en la parte de investigación cultural, histórica… Últimamente he traducido bastante literatura contemporánea y ha sido todo un placer, porque siento que la literatura rusa contemporánea está demasiado eclipsada por los clásicos rusos. 
Preferencias aparte, quiero creer que la dedicación y la profesionalidad es la misma. 
A veces es agotador, claro, porque hay libros que exigen búsquedas continuas de referencias, o precisamente por lo contrario y entonces piensas que a lo mejor hay referencias que no estás viendo. Vivir en la permanente sospecha es estresante, no te voy a engañar. 
Luego está la presión de traducir una obra clásica de la literatura universal. Sabes que hay un montón de gente pendiente del resultado, algo así como ser seleccionador de fútbol, con mucha gente opinando sobre tu trabajo, pero con menos sueldo y menos glamour. 

¿Qué autor te ha costado más traducir al castellano? 
Gógol, sin duda alguna. Por su léxico plagado de expresiones populares, de palabras que en vida del autor eran ucranianismos pero que en la actualidad están integradas en el ruso habitual. El autor ofrece un glosario de dichas palabras y, gracias a los consejos de una buena colega, pude jugar con el glosario para adaptarlo a un lector español del siglo XXI. 

¿Y qué obra te ha gustado más de las que has traducido y porqué? 
Huy, es tan difícil elegir. A algunos relatos de clásicos (La reina de picas de Pushkin o Noches blancas de Dostoievski) les tengo un cariño especial porque fueron los primeros relatos que leí en ruso para hacer trabajos en la facultad. Pero las obras de autores contemporáneos me acercan tanto a la Rusia que conozco y que visito casi anualmente, que los recomiendo siempre que puedo. 

¿Cuánto tiempo te puede llevar, si no es indiscreción, por término medio traducir una novela de unas 250 páginas? 
No hay una regla matemática clara. Dicen los cálculos que lo normal es traducir unas 2500 palabras al día, pero depende siempre de la complejidad del texto. 
Con Gógol pensaba que no avanzaba, que no tenía ni idea y que debía cambiar de profesión. Sin embargo, justo después hice Anna Starobinets, un libro bastante más largo, en mucho menos tiempo. Confieso que reconocí a la primera todos los rasgos del folclore ruso porque acaba de lidiar con Gógol. 
Creo que podemos compararlo con el trabajo de un cirujano: no se tarda lo mismo en un transplante que en una operación de almorranas, por poner un ejemplo. 

¿Cómo se puede mantener un ritmo de siete traducciones publicadas al año?
Hay que tener en cuenta que una cosa es cuándo se traduce el libro y otra cuándo se publica. Además, no todos los he hecho yo sola. De todas formas, los colegas más experimentados y que llevan más tiempo que yo dedicados en exclusiva a traducir publican a un ritmo mucho más alto que yo, algunos han llegado a traducir hasta once libros al año. Aún me queda mucho que aprender de ellos.

Se dice siempre que la traducción es un trabajo poco reconocido y mal pagado ¿cuál es tu opinión y cuál ha sido tu experiencia?
Se dice porque es cierto, poco a poco se consiguieron avances. Pero la crisis económica también nos ha afectado, lógicamente, en forma de bajada de tarifas o de plazos más ajustados.
Pero reconozco que soy afortunada porque desde que soy socia de ACE Traductores he podido averiguar con tiempo con qué editoriales mejor no trabajar, por eso de que nos consideran un mal trago que hay que pasar.
Los traductores del ruso somos menos, por lo que también el intercambio de información es más rápido, y quiero creer que efectivo.
En general he tenido suerte, trabajo con editoriales dispuestas a negociar, que incluso me han preguntado directamente cuál es mi tarifa. Y cuando la tarifa era más baja de lo habitual, lo he podido compensar en plazo o en otro tipo de condiciones.

¿Podrías resumirnos algunos rasgos comunes de la manera de ver el mundo de los escritores rusos que has traducido?
Huy, aquí me pillas, no soy muy buena «crítica» literaria. Y aunque he repetido autores, las historias son tan diferentes que no sé si puedo enumerar rasgos comunes a todos.
Sí que me viene a la cabeza la inmensidad de la geografía rusa, los paisajes que parecen no caber en los libros, así como la majestuosidad de las historias ambientadas en San Petersburgo. Y, por supuesto, el duro papel de la mujer, adorada a la vez que olvidada. 

¿Qué nivel de traductores, en tu opinión, tenemos en España en relación con otos países? ¿se traduce bien en nuestro país?
 Sin duda alguna el nivel de los traductores en España es muy pero que muy bueno. Y creo que muy profesionalizado y consciente de cuál es su papel en el proceso de edición de un libro: no se plantea mejorar el resultado ni adaptarlo por miedo a que el lector no entienda. 

¿Qué cualidades crees que hay que tener para ser un buen traductor/a?
Pues primero dominar el idioma de destino, que en mi caso es el castellano. Es el arma imprescindible. Y, luego, conocer muy bien la cultura de la lengua de origen. Y la lengua de origen, claro. Pero no hay que perder de vista que no estamos trasladando una palabra de una lengua a otra, sino que estamos llevando a un lector a un mundo que, en teoría, desconoce.

¿Qué le aconsejarías a alguien a quien le gustaría dedicarse a esta profesión?
Que lea, mucho y todo tipo de géneros. Y de todas las épocas. Y que salga en busca de los colegas.

Y por último ¿hay alguna otra cosa interesante o curiosa que creas que vale la pena que se conozca de tu trabajo? 
Que lo creáis o no, los traductores editoriales no vivimos en torres de marfil alejados de la realidad escribiendo con tinta y pluma en papiros.Y que aunque solo aparezca un nombre, o dos, en la cubierta, tiene mucho de trabajo colectivo. Siempre hay un colega que te echa una mano con un vocablo que no te sale, o te ayuda con un juego de palabras. O se lee un párrafo por ti y te dice si se entiende como tú crees que se entiende.

Muchas gracias, Marta.

Marta Sánchez-Nieves
             
Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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