domingo, 6 de mayo de 2012

Karcino. Tratado de palindromía - Juan Filloy


Título: Karcino. Tratado de palindromía
Autor: Juan Filloy

Páginas: 224

Editorial: El cuenco de plata

Precio: 18 euros 

Año de Edición: 2006


Este curiosísimo y divertido libro es el único tratado que conozco del bello arte y pasatiempo de construir palíndromos, esas frases capicúas, divertidas, entre la poesía y el acertijo, que se leen igual al derecho y al revés, como el famoso ejemplo: 

«Dábale arroz a la zorra el abad»

La obra se compone de tres partes principales, una historia de los palíndromos en varios idiomas, salpicada con diversas consideraciones sobre esta especie de sudokus alfabéticos, una serie de recetas y consejos para crearlos, y una extensa antología de ejemplos, desde los más cortos hasta los de diecisiete palabras.

Parece que fué el griego Sótades de Maronea (siglo III a. C.), un poeta tracio, el descubridor de la palindromía. Ha habido desde entonces notables cultivadores del género, entre los que destaca el emperador bizantino Leon VI (866-912), llamado el sabio, que produjo en griego antiguo algunos ejemplos de gran belleza, como la frase que se grabó en el borde de muchas pilas de agua bendita:

«Nipson onomemata me monon ospin»
(Lavad vuestros pecados, no sólo vuestra cara)

El vocablo palíndromo viene del griego «palin» (de nuevo) y «drome» (correr), lo que aplicado a una palabra, frase o verso puede significar algo así como «que se puede recorrer de nuevo», o «que se puede recorrer dos veces». Filloy sostiene que el castellano es el idioma más adecuado para construir frases capicúas, afrimación que me parece algo aventurada, pero sí creo evidente que los idiomas latinos y griegos ofrecen muchas facilidades para ello.

De los incluidos en el ejemplario final, algunos palíndromos son artificiosos y casi ininteligibles, pero otros resultan elegantes y casi naturales:

«Anita lava la tina»
«No dí mi decoro, cedí mi don»
«Salta Lenin el Atlas»

Otro ejemplo muy notable es esta muestra de lacónismo inglés:

«A man, a plan, a canal: Panama»

Juan Filloy (Córdoba, 1894-2000) es un escritor argentino, hijo de padre español y madre francesa, poco conocido en Argentina y casi desconocido en el resto del mundo. Autor clandestino, enigmático y peculiar, su extraña pesonalidad ha ayudado a construir el mito Filloy. Juez de profesión en la ciudad de Río Cuarto, en sus ratos libres fué presidente de un club de fútbol, organizó y dirigió combates de boxeo, fundó un Museo de Bellas Artes, un Club de Golf y  estuvo durante años publicando una columna diaria en un periódico local.

Escribió compulsivamente durante toda su vida y tocó casi todos los géneros. Él mismo publicó sus primeros siete libros, luego estuvo 28 años sin publicar, distribuyendo copias de sus escritos entre amigos y conocidos; y al final de su vida tuvo cierto reconocimiento, varios premios y nuevas ediciones.Vivió 106 años.

Experimentador del lenguaje, al que trataba con humor y fina ironía, fué un palindromista consumado. Tiene publicados más de 8000 palíndromos, marca sólo superada por Víctor Carbajo. Otras curiosidades de su obra son que tituló todos sus libros con palabras de siete letras, utilizando todas y cada una de las letras del alfabeto, o la invención del megasoneto, formado por 14 series de 14 sonetos, de los que publió 896. Influyó notablemente y sirvió de inspiración a muchos escritores, como el gran Julio Cortázar.

 Juan Filloy

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

1 comentario:

  1. Es un libro difícil de encontrar, pero si te interesa, encargálo en la librería de tu barrio. Seguro que te lo consiguen.

    Salud y libros

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