Título: Prosa del Transiberiano y de la pequeña Jehanne de Francia Autor: Blaise Cendrars
Páginas: 104
Editorial: Visor
Precio: 12 euros
Año de edición: 2003
Este libro, insólito y raro donde los haya, de interminable título, reúne dos piezas que son en realidad dos poemas en prosa de Cendrars, originales y espléndidos, que recuerdan a la escuela simbolista francesa y a los surrealistas, a los que en realidad influyó poderosamente. Fue publicado originalmente en 1913, lo que hay que tener en cuenta para calibrar su carácter rompedor y rupturista.
En el primero, el narrador, que no es otro que Blaise Cendrars, viaja en el transiberiano cargado de pacotilla made in Germany, acompañado de la pequeña y bella Johanne. En una narración próxima al diálogo interior, repasa anécdotas y hechos de su vida, recuerdos e ilusiones, hasta completar un poema estupendo que, curiosamente, ha envejecido muy bien y se lee con placer.
En el segundo, titulado «Panamá o las aventuras de mis siete tíos», cuenta que su infancia estuvo marcada por el crack del Canal de Panamá y pasa a contar las vidas de sus siete tíos, todos viajeros incansables y aventureros incorregibles. El autor exhibe una notable capacidad de síntesis, al contar multitud de detalles y peripecias en pocas páginas, en unas historias llenas de creatividad y siempre sorprendentes.
Ambos poemas resultan torrenciales, bellos, surrealistas y muy originales. Pueden verse como una genial sarta de disparates, pero tienen un sentido, son claramente autobiográficos y constituyen una lectura lúdica y muy original. No se parecen en nada a casi todo lo que habéis leído.
Algunas frases pueden ayudar a describir el carácter onírico de estas líneas: «Ví a un obispo con mitra y báculo salir del mar; tenía cola de pescado», «Quisiera ser la quinta rueda del carro», «Un sifón estornuda», «Yo giro en la jaula de los meridianos y paralelos como una ardilla en la suya», «Tengo música bajo las uñas», «He reservado un asiento en el primer tren que cruzará el túnel bajo La Mancha», «Los pumas guarecidos en el gasómetro desfondado».
En suma, dos poemas en prosa originalísimos, muy innovadores y atrevidos, que se burlan con gracia del sentido común y lo convencional. Veros provocadores, lúdicos y algo disparatados. Un producto surrealista bien armado y convincente. Muy recomendable a todo aquel que quiera leer algo completamente distinto.
La traducción del francés es de Enrique Molina (Madrid, 1930-1994), poeta crítico y traductor, catedrático de la Escuela de Biblioteconomía y Documentación de Granada.
Se alistó en la Legión Extranjera, participó en la Primera Guerra Mundial, donde perdió el brazo derecho, empezó la carrera de Medicina, pero no la acabó. Estuvo en Estados Unidos y viajó durante toda su vida, desempeñando los oficios más variados y a veces, se dice que pasándose al otro lado de la ley. Un año antes de su muerte recibió el único premio literario de su vida, el Gran Premio Literario de la Ciudad de París. Cuando falleció, dejo más de 30 novelas a medias. Es un escritor diferente, inclasificable, excéntrico y singular. Un autor de culto que vale la pena conocer, aunque sus libros no son nada fáciles de encontrar.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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