martes, 16 de septiembre de 2025

Viaje por España - Hans Christian Andersen

Título: Viaje por España                                                                                               Autor: Hans Christian Andersen

Páginas: 360

Editorial: Alianza

Precio: 28 euros

Año de edición: 2004

Hay una larga lista de escritores notables del siglo XIX y principios del XX que viajaron a nuestro país y luego escribieron sus impresiones en un libro. España, junto a Italia y Grecia, estaba de moda entre románticos y tardorrománticos, de Alejandro Dumas a Washington Irving, pasando por Víctor Hugo, Téophile GautierKarel Čapek y muchos otros. De entre todos esos textos, el que escribió Hans Christian Andersen,el gran cuentista, me parece especialmente agradable de leer y simpático.

Andersen visitó la península y Marruecos entre septiembre y diciembre de 1862, yendo de embajada a embajada danesa, con cartas y recomendaciones. Según parece, el pequeño Hans había tenido un encuentro en las calles de Copenhague, cuando solo tenía tres años, con un simpático soldado español, que le cogió en brazos, le hizo carantoñas y le dio a besar la medalla que llevaba al cuello. El pobre hombre echaba de menos a sus hijos y nuestro futuro viajero que quedó prendado de todo lo que fuera español. Así que a los 56 años, quiso visitar su amada España y llegó a ella lleno de ilusión, sabiendo tan solo un centenar de palabras en castellano.

La mayor parte del viaje lo hizo en diligencia, algunos trayectos en tren y otros en vapor. Entró por La Junquera, pasó por Figueras y Gerona, visitó la populosa Barcelona, donde comió estupendamente y estuvo en el gran Liceo, se dirigió a Valencia, llena de barro y calor, allí comió caracoles, calamares fritos y fruta, siguió por Almansa y la amable Alicante, viajó a Elche y quedo asombrado por su palmeral, tomó chocolate en la fértil Orihuela, estuvo en Murcia y vio allí a los gitanos de cerca, tomó un vapor hasta Cartagena, puerto, esparto y plata, llegó a la cosmopolita y acogedora Málaga, que le fascinó, probó los higos chumbos y se horrorizó al ver una corrida, fue en diligencia a Granada, con la hechicera Alhambra y el bello Generalife, se trasladó en barco a Tánger, pobre y atrasada, conoció Cádiz, blanca y muy limpia, Sevilla y su imponente catedral, Córdoba y su mezquita, llegó a un Madrid cubierto de nieve, se extasió con el Museo del Prado, asistió a óperas y zarzuelas, conoció al Duque de Rivas, a Hartzenbusch y a Cánovas del Castillo, y en la última parte de su periplo, visitó el delicioso Aranjuez, la noble ciudad de Toledo, Burgos con su catedral, Vitoria y la pintoresca y maravillosa San Sebastián, para salir de España por Irún hacia Biarritz

Cuatro meses muy bien aprovechados, llenos de experiencias, anécdotas y curiosidades. Andersen se muestra en líneas generales muy positivo y optimista, pero su estado de ánimo se ve influido a veces por las incomodidades del viaje. Empieza lleno de entusiasmo, pero el calor bochornoso de Levante y Andalucía en septiembre, los males caminos y el crudo frío de Madrid en diciembre le hacen ver las cosas de otra manera. En cualquier caso, disfruta de la amabilidad y cortesía de los españoles, que encuentra siempre acogedores y atentos, se deleita cuando se encuentra a una bella moza y se queda especialmente prendado de la simpatía de los malagueños. El danés hace gala a menudo de un humor chispeante, sabe apreciar la buena comida, la agradable compañía, los monumentos y los paisajes.

El libro está lleno de curiosidades, como que muchas damas usaban todavía miriñaque, que algunos ríos se vadeaban porque no había puente, que para él era una sorpresa ver a todo el mundo liando cigarrillos, que los gremios se organizaban aún por calles, que las mueres usaban abanicos con lentejuelas, que era muy frecuente tocar las castañuelas en la calle, que a veces se usaban banderillas con fuegos artificiales, que las calles se llenaban de barro al no estar empedradas, que eran muy usuales las alfombras de cáñamo, que la policía española tenía fama de eficacia, que las fondas estaban llenas de moscas, que cada localidad tenía su casino, que los cónsules danés y ruso en Cartagena eran Spottorno una saga de diplomáticos que llega hasta nuestros días—, que en algunos puertos bajaban a los señores de la barca a hombros, que «el aire de Madrid es tan sutil/ que mata a un hombre/ y no apaga un candil», que en Toledo había todavía una fábrica de espadas en funcionamiento y mil cosas más, a cual más curiosa y pintoresca.

La narración es muy ágil, Andersen es un gran contador de historias, y sabe mantener la atención del lector con descripciones rápidas, mucha acción y algunas notas de ironía. A la vez, el texto es detallado, casi parece un diario, así que el lector tiene la sensación de viajar con el protagonista. El pobre hombre no recoge bien casi ningún topónimo, pero hay que entender que el español es muy diferente del danés. Menos mal que solía acompañarle algún diplomático o viajero que le servía de intérprete.

En fin, un libro muy salado, simpático y divertido, extremadamente agradable y ameno de leer. En mi opinión, ideal para realizar un viaje de sillón. Andersen, al contarnos su viaje por la geografía española, nos perite llevar a cabo un curioso viaje al pasado. Una lectura muy recomendable. 

La traducción del original en danés, el prefacio, un interesante epílogo y las notas son obra de Marisa Rey-Henningsentraductora, antropóloga y folklorista gallega afincada en Dinamarca. Esta edición incluye un buen número de espléndidos grabados sin referencia de fuente o autor—, muy evocadores, a página entera de los lugares por lo que pasó el ínclito viajero.

Hans Christian Andersen (Odense, 1805-1875) fue un escritor y poeta danés, famoso por sus cuentos para niños.  Hijo de un humilde zapatero, aprendió muchos oficios, pero no puso en práctica ninguno por mucho tiempo. A los 14 años se fugó a Copenhague para triunfar como actor y cantante. Pasó hambre, tuvo que dormir bajo un puente, pero finalmente escribió algunas obras y consiguió llamar la atención de un noble, que se ocupó de su educación.

Escribió ensayo, novela, poesía, teatro, una autobiografía y varios libros de viajes interesantísimos, porque estuvo más de diez años viajando por todo el mundo. Viajaba siempre con una cuerda en la maleta, por si debía escapar por la ventana a causa de un incendio. Sin embargo, es mundialmente conocido por sus más de 200 cuentos infantiles, algunos inspirados en leyendas nórdicas, otros de su completa invención. Fue famoso en vida por ello y disfrutó de un gran éxito.

Hans Christian Andersen (1869)

Publicado por Antonio F. Rodríguez.