viernes, 21 de noviembre de 2025

Los últimos días de Hitler - Hugh Trevor-Roper

Título: Los últimos días de Hitler
Autor: Hugh Trevor-Roper
 
Páginas: 320
 
Editorial: Crítica
 
Precio: 19,90 euros 
 
Año de edición: 2020

En 1945 un joven oficial británico perteneciente a los servicios de inteligencia fue enviado a Berlín para investigar la muerte de Adolf Hitler. Se llamaba Hugh Trevor-Roper. Entrevistó a testigos, visitó las ruinas de la cancillería, consultó documentos, interrogó a prisioneros y viajó por toda Alemania buscando información. El resultado fue un libro modélico publicado por primera vez en 1947 y constantemente reeditado: Los últimos días de Hitler. Manejo la edición de Crítica (2020), que en mi opinión es excelente. 

Trevor-Roper con el tiempo se convertiría en un destacado historiador y profesor en Oxford. En este su primer trabajo demuestra que la minuciosidad no está reñida con la amenidad y la buena pluma. No se limita a un informe frío y descarnado, sino que traza un fresco excepcional de la decadencia y caída de un régimen de terror y oprobio como nunca había conocido Europa. Ante todo, Trevor-Roper deshace un bulo que sigue repitiéndose y puso en circulación Stalin, el examigo de Hitler: el dictador alemán no se suicidó y logró escapar. Las mentiras más delirantes se multiplicaron. En una de ellas, se afirmaba que Hitler estaba escondido en una cueva de los Alpes viviendo como un troglodita. Trevor-Roper es claro y tajante: Hitler está muerto y bien muerto. Ahora bien, las circunstancias de esta muerte y los meses previos a la misma han de ser investigados con precisión. Y esto fue lo que hizo. 

Los últimos días de Hitler anuncia menos de lo que ofrece. El libro comienza a partir del fracasado golpe de Estado del 20 de julio de 1944, cuando el bombazo del coronel Stauffenberg estuvo a punto de liquidar al tirano. No lo consiguió por puro azar. Hitler se salvó. A las pocas horas del atentado, recibió a Mussolini. Le aseguró que había sido una señal del cielo y que cumpliría con su misión providencial. El duce, asombrado, le dio la razón. Seguidamente, Hitler se puso a tomar pastillitas de colores y chilló exigiendo venganza, para luego sumirse en un silencio rabioso. Mientras tanto, sus cortesanos (Göring, Ribbentrop, Keitel) se peleaban entre ellos. Un italiano afirmaría más tarde: yo no sé cómo no me pasé a los aliados en ese mismo momento. El imperio nazi se desintegraba y los nibelungos se disputaban sus restos. El ambiente empezaba a ser surrealista. 

Trevor-Roper traza retratos inolvidables de los cortesanos de Hitler en ese momento de decadencia. Göring, el gran visir. Corrupto, drogado y vividor. Su gran inteligencia terminó por apagarse. El führer únicamente lo toleraba por la nostalgia de los viejos tiempos. El autor sentencia: Göring era un Nerón perfumado. Himmler, el terrible inquisidor de Hitler. De apariencia burguesa, borrosa y sosa. Un monstruo de ideas absurdas y gran capacidad administrativa. Creyente incondicional en ese conjunto de «majaderías nórdicas» que era el nazismo. Goebbels es para el historiador inglés muy distinto a sus compinches: un latino de mente clara, ágil y maniobrera, capaz de hacer creer que lo blanco es negro, y perspicaz hasta el final. Por último, Speer, el arquitecto amigo de Hitler. Un tecnócrata sin ideología. Quizá el más criminal de todos, porque ni siquiera tenía la justificación de una causa. 

Queda Hitler. Sus últimas semanas transcurren bajo tierra. En el búnker de la arrasada cancillería berlinesa. Un lugar húmedo, oscuro y malsano. El fragor de la lucha llegaba a sus túneles amortiguado y amenazante. Todo esto es muy conocido y no vamos a repetirlo. Posiblemente, nadie ha contado mejor este teatro del absurdo que Trevor-Roper

Las esperanzas descabelladas de la corte nazi. El delirio. El pánico cuando Martin Bormann anuncia: los rojos están a menos de 500 metros. El deseo de huir. Las justificaciones de última hora. La traición de Himmler y Göering. Y un Hitler decrépito, que movía ejércitos inexistentes, exigiendo todavía más sangre, como si se tratara de un «Dios caníbal». Pero muerto el mago, se esfumó el hechizo. Los supervivientes se dispersaron. Trevor-Roper los acompaña reloj en mano entre las ruinas de Berlín, con los rusos pisándoles los talones y la esperanza de alcanzar las líneas americanas. Así terminó la «revolución de la destrucción» hitleriana. 

Los últimos días de Hitler es un libro que pueden disfrutar incluso aquellos que no estén especialmente interesado en el crepúsculo nazi. Tiene innumerables valores para cualquier lector. Un estilo literario impecable. Una narración dinámica que no da tregua. Espléndidos retratos de unos personajes sobrepasados por su ambición o por su locura. El humor de Trevor-Roper hace el resto. Un perfecto caballero inglés que, levantando una ceja, se burla con ironía de los torpes teutones. El libro se mantiene fresco y lozano después de casi ochenta años. De pocos libros de historia se puede decir lo mismo. Magistral.  

Hugh Trevor-Roper

Hugh Trevor-Roper (1914-2003) fue un historiador británico nacido en el pueblecito de Glanton, Northumberland. Su familia era aristocrática. Estudió en Oxford Historia Moderna y Filología Clásica. En 1940 publicó su primer libro, sobre un arzobispo, nada menos. Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en los servicios de inteligencia de su país. Al final del conflicto, sus mandamases le encargaron investigar la muerte de Hitler. El resultado fue el clásico estudio Los últimos días de Hitler, publicado en 1947. 

Trevor-Roper era un gran escritor, ácido y mordaz. Se metió en muchas polémicas. Pero, como Catedrático Regio de Historia Moderna en Oxford entre 1957 y 1980, gozó siempre de las máximas credenciales académicas. Pero en 1983 metió la pata cuando avaló con su prestigio profesional los falsos Diarios de Hitler. Autor de una obra rica y variada, Hugh Trevor-Roper, lord Dacre de Glanton, falleció en 2003 a los 89 años. 

 Publicado por Alberto.

jueves, 20 de noviembre de 2025

Silencio - Clarice Lispector

Título: Silencio
Autora: Clarice Lispector
 
Páginas: 176
 
Editorial: Grijalbo
 
Precio: 13 euros 
 
Año de edición: 1995
 
Este volumen se compone de 17 estupendos relatos de la gran dama de la literatura brasileña, la renovadora de las letras de ese país, que abrió las puertas de la modernidad a una tradición demasiado anclada en el siglo XIX, la Virginia Woolf de Brasil, nada menos que la ucraniana de nacimiento Clarice Lispector
 
Como ya imagináis, estos textos son brillantes, arriesgados e innovadores, a veces algo oscuros, pero siempre atractivos. Hay mucha literatura en estas páginas y un nuevo modo de pensar la literatura, una nueva manera de decir que aún hoy en día nos suena rabiosamente moderna y valiosa. Son relatos urbanos, en los que más que lo que sucede importa la percepción de cómo suceden las cosas y lo que significan. Para Lispector la mirada de sus protagonistas es lo más importante y desde ahí concibe sus narraciones.
 
Una señora mayor perdida en los inmensos pasillos del estadio Maracaná y en los de la vida, una anciana y una joven coinciden en un tren cuando huyendo de una mala relación, una mujer y un reloj nuevo marca Sveglia (despierta), las astucias de una mujer viuda para vivir sin hombres, una mujer que se prueba un vestido nuevo se entera de que se ha ahogado un hombre, el silencio que por la noche se siente en la cama, unos amigos muy sinceros que no necesitan verse más; así de extraños y sugerentes son los temas que animan estos relatos rompedores y atrayentes a más no poder. Algunas piezas tienen un toque surrealista, otros son algo escatológicos, los hay eróticos, casi pornográficos, iconoclastas, irreverentes, torrenciales... la autora maneja todas las posibilidades provocadoras con elegancia, soltura y un desparpajo estilístico asombroso. Son relatos para leer despacio y fijarse bien en lo que está haciendo con el lenguaje en cada momento.
 
No faltan las frases memorables y originales: «Él era correcto como una pista de tenis», «La vieja es anónima como una gallina», «Vivir dolía. Vivir era una herida abierta», «El amor es rojo. Los celos son verdes», «Ahí está el mar. La más ininteligible de las existencias no humanas», «Pues en el río había algo como el fuego del hogar». Son frases cortas, concisas, conceptistas, que nos hacen sentirla sensación de que esta mujer es siempre más inteligente que el lector, que suele ir un paso por delante. Una autora poco previsible y penetrante. 
 
En fin, una obra excelente, una selección de cuentos que no dejará a nadie indiferente. Un libro ideal para entrar en contacto con esta gran escritora. Una autora diferente y deslumbrante. Muy recomendable.
 
La estupenda traducción del original en portugués y el atinado prólogo son obra nada menos que de la uruguaya Cristina Peri Rossi, traductora y novelista de muchos quilates que fue el amor imposible de Julio Cortázar.
 
Clarice Lispector (Chechelnyk,1920-1977), nació en un pueblecito de Ucrania, donde pasaron una noche sus padres, de origen judío, que huían de la revolución rusa hacia Brasil. Allí llegó con solo dos meses de edad, hizo la carrera de Derecho y a los 21 años publicó su primer libro, Cerca del corazón salvaje, escrito a los 19, con el que ganó el Premio Graça Aranha e irrumpió como un meteorito en la escena literaria brasileña.

Se casó con un diplomático y hasta su separación en 1959 vivió durante casi veinte años en varios países, ejerciendo de esposa modelo, elegante y culta, y de madre ejemplar de dos hijos. Por un lado, deslumbraba con su belleza, casi siempre vestida de blanco, negro o rojo, y por otro lado escribía cuando podía, con la máquina de escribir sobre las rodillas mientras atendía a un retoño. Luego volvió a Rio de Janeiro y murió joven de un cáncer. Escritora de difícil clasificación, original, moderna, sensible, difícil, no siempre se entiende completamente lo que dice, pero siempre resulta brillante.

Una autora excepcional, que nos ofrece una visión muy femenina, única, original y vanguardista de la vida cotidiana de sus personajes. Buena, buenísima, todo gran lector que se precie debe conocer a la gran dama brasileña de las letras del siglo XX.
 
Clarice Lispector
 
Publicado por Antonio F. Rodríguez. 

miércoles, 19 de noviembre de 2025

Los buscadores de oro - Augusto Monterroso

Título: Los buscadores de oro
Autor: Augusto Monterroso
 
Páginas: 126
 
Editorial: Alfaguara
 
Precio: 13 euros 
 
Año de edición: 2001
 
Solo un autor como Augusto Monterroso podía resumir su infancia en poco más de 100 páginas, con la hondura, la sinceridad y la inteligencia de las que hace gala en estas páginas. Porque este pequeño libro como él mismo, que solo media 1,60 m y que gastaba la broma de presentarse como embajador de los Países Bajos—, esta deliciosa miniatura, está hecha con sus primeros recuerdos y con algo más de propina. Este genial guatemalteco describe aquí su manera de ver las cosas, su mundo y su yo más íntimo, en una suerte de striptease en el que se muestra tal y como es.
 
Publicado originalmente en 1993, a los 72 años, la idea de escribir esta obra surgió en una conferencia que dio Monterroso en la Universidad de Siena en 1986. En ella, se declaró un autor desconocido, o mejor aún ignorado. A continuación trató de explicarse a sí mismo y se dio cuenta de que no era capaz de hacerlo satisfactoriamente en una hora y dos años después, se sentó a redactar este texto para completar esa tarea a conciencia. Estamos por lo tanto ante unas páginas extraordinarias en las que el autor bucea en sus recuerdos de niñez y en su personalidad más profunda.
 
Empieza con sus recuerdos más antiguos, cuando pasó la malaria siendo niño. A partir de ahí, va rememorando sensaciones, hechos y los entrevera con confesiones personales. Se presenta como una persona relativista, desmemoriada, que ha padecido siempre innumerables distracciones, que ha vivido muchas cosas como si le estuvieran sucediendo a otra persona, que por circunstancias de la vida nunca ha podido votar y que siempre se ha puesto instintivamente de lado del débil frente al poderoso. Menciona detalles autobiográficos curiosos, como las relaciones de sus abuelos con los presidentes de Honduras y Guatemala, el hallazgo de un antepasado suyo español de 1571 y de otro veneciano de 1554. Piensa sinceramente que «allí donde estés bien es tu patria» (Ube bene, ubi patria) y su vida ha estado llena de avatares y anécdotas.
 
El estilo es muy recortado, sintético, preciso y nítido. Una forma de escribir que denota una clarividencia poco común. El texto, dividido en 25 capítulos cortos, de cuatro o cinco páginas a lo sumo, se lee con facilidad y resulta muy ameno. Presenta detalles surrealistas, que confirman el carácter onírico de la vida y un sentido del humor que bordea lo absurdo continuamente, dos aspectos que también se encuentran en sus fábulas.
 
En fin, un librito que es una delicia, interesantísimo y con una alta densidad de calidad literaria por palabra. Un imprescindible, vamos. Leedlo, os gustará. 

Augusto Monterroso (Tegucigalpa, 1921-2003) es un escritor hondureño. Hijo de guatemalteco y hondureña, pasó su infancia y adolescencia en Guatemala, país que consideraba clave en su formación y cuya nacionalidad adquirió. Colaboró con la oposición que luchaba contra el dictador guatemalteco Jorge Ubico. Fué encarcelado, se fugó y se exilió a Chile, donde fué secretario personal de Pablo Neruda.

Es famoso por su maestría en el relato corto y en el microrrelato. Suyo es ese prodigio de cuento hiperbreve que dice: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Recibió el Premio Príncipe de Asturias en el año 2000 en reconocimiento a toda su carrera. Según el jurado: «su obra narrativa y ensayística constituye todo un universo literario de extraordinaria riqueza ética y estética, del que cabría destacar un cervantino y melancólico sentido del humor».
 
Augusto Monteroso
 
Publicado por Antonio F. Rodríguez.