Hoy hace exactamente 15 años que se me ocurrió lanzarme a la aventura de abrir un blog de recomendaciones de libros leídos para lectores empedernidos, para viciosos irrecuperables de la lectura. La motivación fundamental era ayudar a otros a superar con éxito ese terrible momento, esos minutos de zozobra, cuando hemos acabado un libro y no sabemos qué leer a continuación. Son instantes terribles, estamos con el mono, como vaca sin campano, nos asusta precipitarnos y empezar a leer un mamotreto infumable, no sabemos por dónde tirar hasta que llega una recomendación providencial que nos ilumina.
Por medio de esa tarea, la de recomendar libros, se transforma el vicio de la lectura compulsiva, una actividad solitaria y antisocial donde las haya, en un placer colectivo, en el que se comparten de alguna manera satisfacciones íntimas y gozos personales. Creo que lo he conseguido, al menos en parte. Leer no me aísla, sino que me conecta a otros lectores furiosos como yo.
Como ya conté hace diez años, estoy encantado con la experiencia. Me ha obligado a mantener una disciplina de lectura constante, estoy leyendo más que nunca (hasta 130, 140 y más libros al año), disfruto dos veces de los libros (al leerlos y al reseñarlos), tengo que intentar estar más o menos al día (estarlo de verdad es imposible) de las novedades que valen la pena... en fin, casi todos son ventajas. Si tenéis una afición que os apasiona, la que sea, la mejor manera de cultivarla hoy en día es abrir un blog sobre el tema. Un blog te cambia la vida, a mejor, claro. Incluso puede servir para crearse una reputación en un campo determinado cuando uno empieza, hacerse conocido y conseguir trabajo. Conozco más de un caso. Un viejo chascarrillo entre informáticos es lo de «¿Sigues con el blog o ya has encontrado trabajo?» La misma función puede jugar una cuenta de Facebook, Instagram o cualquier red social.
¿Los inconvenientes? Pues el primero es que me lleva bastante tiempo, como mínimo una hora diaria y de vez en cuando he tenido que robarle horas al sueño para seguir publicando cada día. He pasado épocas buenas, las más, en las que me lo he pasado bien redactando reseñas y otras, un poco más difíciles, en las que me veía repitiendo las mismas fórmulas y escribiendo peor. Supongo que es normal. Por otro lado, tengo un problema de dislexia moderada que me hace cometer un montón de faltas tontas y me cuesta mucho corregirlas después. Así que, disculpadme por los errores, no sé cómo controlarlos. Otro pequeño inconveniente es que un colaborador me envíe una reseña de un texto que me apetece mucho leer, que me lo pise. La presión por leer para publicar hace que sea muy difícil que decida dedicarle tiempo a ese libro.
Sin embargo, estoy enormemente agradecido a los colaboradores que me mandan reseñas. recibir una es un alivio, un día que tengo que trabajar menos. Es como encontrarse un pistacho ya pelado, un plato limpio que no hay que fregar o un hueco para aparcar. Aunque aún así, el trabajo no desaparece del todo, simplemente la hora habitual se reduce a treinta o cuarenta minutos. En cualquier caso, los corredactores son gente encantadora y que entiende de literatura. Ahora mismo tengo en «nómina» a siete fijos y algunos esporádicos. En total, el año pasado produjeron cien entradas, una media de casi dos a la semana. Está pero que muy bien. Siempre me acuerdo con mucho cariño de Paloma Martínez, una mujer maravillosa que me enviaba unas entradas fantásticas, bien escritas y con mucho criterio. Vale la pena buscarlas en el blog. Lamentablemente, nos dejó el año pasado. Una pena. También estoy intensamente agradecido a todos los que me leen y me siguen de alguna manera.
Algunos datos curiosos: han sido 5336 entradas, 2542 comentarios, 311 seguidores, 76 suscriptores, 399 seguidores en Facebook, 758 en Instagram y 3.680.000 visitas. Cifras que no están mal, pero nunca me han preocupado mucho. Siempre he preferido la calidad a la cantidad. El número de visitas merece un comentario. Durante 13 años he tenido de 400 a 700 visitas diarias, entre 12.000 y 22.000 al mes, pero desde enero de 2023 han aparecido picos de 50.000 y 60.000 visitas mensuales, en octubre tuve 166.000 y este mes de noviembre voy por más de 182.000. Los países de origen de esas avalanchas son Estados Unidos, Reino Unido, India, Singapur y Hong Kong, así que intuyo que son mayoritariamente Inteligencias Artificiales que están aprendiendo sobre libros. Hay quien sostiene que dentro de poco los internautas preferirán consultar a una IA en lugar de entrar en un blog especializado. Me resisto a pensar que sea así, por mucho que progresen esos sistemas. Hay soluciones tecnológicamente obsoletas que han permanecido, como la radio, el libro en papel, la bicicleta, los vinilos, las librerías físicas o la olla frente a la olla exprés. Esperemos que ocurra algo parecido. Mientras, seguiremos leyendo y escribiendo.
Salud y felices lecturas.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.







