miércoles, 14 de febrero de 2018

La doble hélice - James D. Watson


Título: La doble hélice
Autor: James D. Watson

Páginas: 240

Editorial: Alianza

Precio: 11,50 euros

Año de edición: 2011


Supongo que este libro no será atractivo para cualquier lector, despertará mas atención entre lectores preferentemente de ciencias que de letras. Pero es muy entretenido, sin excesivo componente técnico, que en cualquier caso uno se puede saltar, y resulta ameno y recomendable.

Trata del descubrimiento de la estructura del ADN que permite conocer cómo se copia y se trasmite la información genética en todos los seres vivos, en particular en el ser humano. Cuenta de forma autobiográfica el desarrollo de la investigación con una narración fresca, entretenida e interesante que se tiñe de cierta tensión al final de la obra.

Es un texto de impresiones personales, no un relato histórico del descubrimiento. En su desarrollo nos muestra que la investigación no avanza en línea recta, como puede suponer un profano, sino que los pasos son vacilantes, a veces en zig-zag, con atascos, y están condicionados por la personalidad y el carácter, muy humanos, de los científicos.

En este caso, el libro nos habla de un joven investigador americano (contaba entre 24 y 26 años en ese periodo) adaptándose a la vida en Inglaterra, muy inquieto y apasionado por su trabajo, con preocupaciones como el frío que pasaba en su apartamento, y con tiempo para las visitas al pub The Eagle, los partidos de tenis y las citas con las au pair francesas.

La historia tiene un triple interés: un interés científico por el gran avance que supuso y la apertura de numerosas líneas de investigación subsiguientes. Tiene un interés humano como recopilación de impresiones que lo forman y de relaciones entre profesionales; en el libro, la química y cristalógrafa inglesa Rosalind Franklin, que realizó aportaciones importantes a la investigación, no sale bien parada sin que uno llegue a entender bien el porqué; sin embargo en el epilogo del libro Watson rectifica su opinión y reconoce su gran valía y su contribución a  la investigación. Con posterioridad, comentó que Franklin debió haber sido premiada conjuntamente.

Por ultimo, tiene un interés añadido al plantear un dilema al que se pueden enfrentar los investigadores. Uno de ellos es conocedor de una línea de trabajo que sigue un colega, con la que ha obtenido una serie de datos importantes y está cerca de obtener un resultado notable; si aporta un nuevo punto de vista que puede hacer avanzar el tema ¿debe hacerlo como colaborador?  ¿O por el contrario debe seguir adelante en solitario apoyándose en datos todavía no publicados hasta alcanzar el éxito?

James D. Watson nació en Chicago en 1928. Estudió en la Universidad de Indiana y en la de Chicago, ingresó a la edad de 15 años con una beca de un programa experimental para jóvenes talentos. Estudió Zoología y se decantó por la Genética. Se trasladó a Dinamarca y luego a Inglaterra, becado, para proseguir las investigaciones genéticas en el Instituto Cavendish de Cambridge.

Allí conoció a Francis Crick, físico que también investigaba sobre el ADN, y a M. Wilkins, físico y cristalógrafo. La clave del descubrimiento fue una imagen con rayos X de la molécula de ADN obtenida por Franklin y mostrada, sin su autorización explicita, por Wilkins. Esto les permitió salir del atasco en que estaban y lanzarse a la carrera para descubrir su estructura, tuvieron ciertas dificultades porque ninguno de ellos tenía una sólida base en química, pero lo consiguieron brillantemente con un nuevo punto de vista sobre las hipótesis de la estructura.

Tuvieron que competir con otros científicos como el famoso químico Linus Pauling, dos veces Premio Nobel, que tenía estudios muy avanzados sobre el tema. Curiosamente el hijo de Pauling estaba entonces en Cambridge, era amigo de Watson y estaba al tanto de los trabajos de éste y de su padre.

Watson, Crick y Wilkins fueron galardonados con el Premio Nobel de Medicina en 1962. Rosalind Franklin había fallecido de cáncer  tres años antes.

Watson trabajó en el Laboratorio Cold Spring Harbor de Nueva York y en el Proyecto Genoma del National Institutes of Health (NIH). Al final de su carrera se ha visto involucrado en diversas controversias por declaraciones en ocasiones malinterpretadas, y en otras, claramente desafortunadas.

James D. Watson

Publicado por John Smith.

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