viernes, 26 de abril de 2024

Paracuellos. Una verdad incómoda - Julius Ruiz

Título: Paracuellos. Una verdad incómoda                                                                           Autor: Julius Ruiz

Páginas: 469 pág.

Editorial: Espasa

Precio: 19,90 euros 

Año de edición: 2015

Como sabemos, la Guerra Civil española terminó el 1 de abril de 1939, pero prosigue sobre el papel, tal es la cantidad de libros que se han venido publicando sobre esos luctuosos sucesos desde el mismo estallido del conflicto. Claro que cantidad no equivale a calidad. Existen sobre la guerra estudios sesudos de profesionales competentes, buenos trabajos divulgativos y verdadera porquería que nada aporta sobre el particular, excepto emborronar e intentar enredar en el presente utilizando los desastres del pasado. 

Últimamente, se ha puesto de moda hablar de historiografía «revisionista», que al parecer daría una interpretación sobre la Segunda República y la Guerra Civil más cercana a los intereses de la actual derecha liberal conservadora (o sea: el PP y aledaños), frente a los historiadores de izquierdas. En realidad, la investigación histórica es revisionista por definición, porque cualquier generación interroga de manera distinta al pasado. La Guerra Civil es de esos pasados que no quieren pasar y su recuerdo sirve de catalizador para algunos rifirrafes del presente. Lo mismo sucede en otros países respecto a acontecimientos históricos como la Segunda Guerra Mundial, el esclavismo, el estalinismo o la Revolución Francesa. Nada nuevo bajo el sol. 

En España lo que enciende las pasiones y desencadena las polémicas son los crímenes cometidos durante la Guerra Civil y la interminable dictadura franquista. Sobre esto, no hay acuerdo que valga, y todos se lanzan los muertos a la cabeza con una constancia digna de mucha mejor causa. Dentro de las escabechinas de la guerra destaca una que ha desatado ríos de tinta: los asesinatos en masa en Paracuellos del Jarama en 1936. Sobre estos asesinatos se han escrito algunos estudios serios y bastante hojarasca propagandística. 

Los hechos, expuestos de manera desnuda y objetiva, fueron los siguientes: entre el 7 de noviembre y el 3 de diciembre de 1936, varios miles de presos de derechas encerrados en las cárceles madrileñas fueron sacados de sus celdas para ser trasladados fuera de la ciudad, que podía caer de un momento a otro en manos del ejército franquista. De esas 33 sacas, 23 acabaron con el asesinato colectivo de todos sus integrantes. Se los mató a tiros y enterró en grandes fosas comunes en el municipio de Paracuellos del Jarama y en una ocasión en Torrejón de Ardoz. Fueron asesinadas unas 2500 personas en total. 

Pues bien, de explicar con rigor el origen, desarrollo, conclusión y repercusión a posteriori de estos crímenes se ocupa el libro «Paracuellos. Una verdad incómoda» (2015) del historiador británico de origen español Julius Ruiz. En este libro no se encontrarán por fortuna monsergas ni palabrería, sino un análisis riguroso y neutral de unos acontecimientos terribles. En los asesinatos de Paracuellos no hubo desorden ni espontaneidad, sino un cálculo frío, aunque en ocasiones disparatado, y una logística puesta al servicio de la represión masiva. Fueron los organismos policiales de la capital asediada quienes seleccionaron a los presos y eventualmente los liquidaron. 

Naturalmente, el contexto es ineludible para explicar, nunca justificar, lo que sucedió. En noviembre de 1936 las tropas franquistas se acercaban a Madrid. Arreciaban sobre la ciudad los bombardeos. Existía un clima generalizando de paranoia. Además, dentro de la capital actuaban redes clandestinas de simpatizantes de Franco, la llamada quinta columna, aunque Julius Ruiz cree que el término es de posible procedencia comunista y no fue acuñado, como generalmente se piensa, por el general Mola. Sea como sea, se fue abriendo camino la idea de eliminar sin contemplaciones a los traidores y emboscados en la retaguardia. A principios de noviembre, y de esto existen evidencias documentales exhumadas por el periodista Jorge Martínez Reverte, ya se estaba clasificando a los presos: «Fascistas y elementos peligrosos. Ejecución inmediata, cubriendo la responsabilidad».

Dicho y hecho. A los «fascistas y elementos peligrosos» los montaron en autobuses urbanos de dos pisos (como los de Londres) y los mandaron derechos a Paracuellos. Julius Ruiz considera que entre los responsables había comunistas y no comunistas. También desestima que hubieran contado con el asesoramiento de la policía política soviética. No: aquella fue una violencia ejercida por españoles contra otros españoles.

Hay que decir que el gobierno republicano de Largo Caballero estaba camino de Valencia cuando empezaron las ejecuciones. No ordenó los crímenes. Su responsabilidad fue más bien por omisión y encubrimiento. En ausencia del gobierno, en Madrid funcionaba una Junta de Defensa presidida por el general Miaja. Su responsabilidad es más directa. Julius Ruiz es claro: «Los verdaderos autores de los asesinatos de Paracuellos los líderes del Comité Provincial de Investigación Pública (CPIP), el mortífero tribunal revolucionario del Frente Popular creado por el director general de Seguridad en agosto de 1936 aplicaron ya medidas de profilaxis mucho antes de la llegada de los agentes de la NKVD a la España republicana». A esto se le llama terror burocrático sin necesidad de inspiraciones moscovitas. 

Sobre la tan discutida responsabilidad de Santiago Carrillo, un joven comunista de 21 años que dirigía la Consejería de Orden Público en el Madrid asediado dijo: «El joven dirigente (...) no ordenó la atrocidad, pero facilitó el necesario apoyo logístico y político para que se cometiera. Lo mismo puede decirse de otros miembros de la Junta de Defensa de Miaja (...) al final, Francisco Largo Caballero solo detuvo las ejecuciones por las intensas presiones internas e internacionales». Esto quiere decir que finalmente se aceptaron a regañadientes los esfuerzos del ministro Manuel de Irujo, nacionalista vasco, y de Melchor Rodríguez, anarquista de buen corazón, para poner fin a lo que era, según Julius Ruiz, «un ejercicio de gangsterismo a escala masiva». Stalin tomó buena nota de lo ocurrido. Franco, también. Muchos responsables de Paracuellos fueron ejecutados tras la Guerra Civil por otro brutal aparato de represión.   

En definitiva: «Paracuellos (...) fue la operación de asesinato en masa más moderna de aquella guerra. Siguiendo un método burocrático (y arbitrario) de selección de víctimas, los perpetradores emplearon un sistema de transporte motorizado hasta campos de ejecución y enterramiento previamente acondicionados». Un libro excelente (claro, bien escrito, carente de retórica, sin fastidiosas intromisiones ideológicas) sobre una de las peores salvajadas de la Guerra Civil

Julius Ruiz

Julius Ruiz (1973) es un historiador e hispanista británico, profesor de Historia en la Universidad de Edimburgo (Escocia). Los padres de Julius eran españoles. Se graduó en historia por la Universidad de Swansea e hizo el doctorado en Oxford. Ha publicado diversos estudios sobre las represiones republicana y franquista. Para el catedrático Fernando del ReyJulius Ruiz es una «referencia obligada para los estudiosos de la represión y la violencia durante la Guerra Civil y el primer franquismo». 

Publicado por Alberto.