Título: Como pájaros atolondrados Autora: María Iordanidu
Páginas: 192
Año de edición: 2023
Pues aquí tenemos la continuación de Vacaciones en el Cáucaso, la vitalista, divertida y energética autobiografía novelada de Ana, o María Iordanidu, como se prefiera, una griega nacida en Constantinopla, que sabía cuatro idiomas (inglés, francés, ruso y griego) y que vivió mil aventuras mientras sobrevivía a las dos guerras mundiales y a la Revolución Rusa.
La novela se divide en dos partes, la primera transcurre en los años 20 en Alejandría, una ciudad dividida en un barrio muy rico, donde vivía la élite de los refugiados adinerados que huían de la guerra y en donde se instaló Ana, y el resto de la ciudad, llena de miseria. Allí vivió la protagonista tres años maravillosos, en la ciudad del mejor algodón del mundo y en la que había de todo si tenías dinero, hasta pechuga de ángel. La segunda parte se desarrolla en Grecia, primero en Atenas, donde nuestra chica favorita sobrevive dando clases de idiomas, se hace comunista, se casa y tiene dos hijos, y luego, después de que se divorcie, en Eliniko, en una casa encantadora con 55 olivos, en la que encuentra la paz en contacto con la naturaleza.
En estas páginas aprendemos cómo buscar trabajo pateando espinillas, cómo resolver problemas aprovechando una tormenta de arena, que las excentricidades de los extranjeros siempre se perdonan, que un aristócrata muy correcto puede venderte a una red de trata de blancas, qué es un paticaprino (un gafe), que a las moscas se las atrapa con miel, no con vinagre, cómo desembarazarse de un alemán de visita si hay un circo cerca, que un pope puede caer en desgracia si bautiza a un niño con el nombre de Lenin, la historia del comunista y la foca, lo prácticas que son las estufas de cerámica, que en aquella época los bautizos se hacían en casa, que hay maestras que enseñan mientras cosen y que en los griegos también tuvieron un líder fascista.
El texto mantiene un ritmo vertiginoso, no en vano resume 20 años de biografía en 160 páginas netas; la historia está llena de anécdotas, peripecias y situaciones peculiares, y bañada en el fino humor y la ironía de la autora. El libro se divide en capítulos cortos, de 3 o 4 páginas cada uno, que se leen con facilidad y a buena velocidad. El estilo es espontáneo, algo coloquial, muy directo y expresivo, como la autora/protagonista y el conjunto resulta muy ameno y divertido. Por otro lado, resultan muy interesantes los acontecimientos históricos del siglo XX que se entremezclan con la narración.
Como muestra, aquí tenemos algunas citas que me han llamado la atención: «Las guerras en ese entonces se libraban entre soldados. No caían bombas en la casa de la gente», «Es algo que se explica científicamente. Fue telepatía», «Para Ana, la Alejandría de 1920 era una ciudad dividida en dos: el cielo y el infierno», «Se podía andar descalzo por las calles de Alejandría sin mancharse los pies», «Los griegos dicen no echando la cabeza hacia atrás y los rusos, la mueven de un lado a otro», «Las pertenencias del bereber son la tabla en la que se sube descalzo y reza su oración, y la esterilla en la que duerme», «A Ana, estuviera donde estuviera, la gente la tomaba por extranjera», «Franco en España estaba acabando con el pueblo», «Qué divertido sería si no fuera de llorar», «Los años se quedan, nosotras pasamos».
La conclusión de esta obrita encantadora es que alguien con fe en sí mismo y un fuerte espíritu positivo tiene más posibilidades de que le vaya bien, a la menos así se lo parece a él. Hay un par de frases que se repiten de vez en cuando como leitmotiv del libro y que marcan su tono y su mensaje. Una es «La suerte, dicen los chinos, llama a la puerta que ríe» y así le sucede a la autora. Como ella misma dice «Si piensas que todo va a salir bien, sale». El colmo de esa dinámica es que decide construirse una casa en Elimiko confiando en que le puede tocar la lotería o llegarle dinero de pronto por algún lado, y al poco tiempo su exmarido recibe los derechos de autor de un libro de texto y le paga la casa. La otra frase es la que describe y sintetiza la vida que le tocó vivir: «Como pájaros atolondrados han dejado a la gente los malditos [...] Como pájaros atolondrados llegaban los refugiados».
La traducción del original en griego, fluida y muy correcta, con algún que otro americanismo curioso y hasta divertido («lindo de ver», «para no hacerte el cuento largo», «chambrita»), es obra de la escritora, fotógrafa y prestigiosa eslavista mexicana Selma Ancira, que estudió en las universidades de Moscú y de Atenas, traductora de ruso y griego, que ya conocemos por la versión en español de Vacaciones en el Cáucaso y otras novelas de Kallifatides. Al final del libro, se incluye un pequeño glosario de términos griegos intraducibles, la mayoría relacionados con condimentos y platos típicos de la gastronomía helena.
En fin, una novelita con encanto, entretenida y muy divertida, que resulta a la vez instructiva. Está escrita con habilidad y mucha gracia, con sensibilidad y una vitalidad extraordinaria. Una lectura muy agradable que hará las delicias de todo tipo de lectores. Muy recomendable.
María Iordanidu (Constatinopla, 1897-1989) fue una escritora griega. Hija de un ingeniero naval, vivió durante 8 años en El Pireo y luego regresó a Estambul, donde estudió en el Colegio Americano. A los 17 años y estando de vacaciones en Batumi (Georgia), entonces perteneciente al Imperio Ruso, de vacaciones invitada en casa de sus tíos, se quedó atrapada allí durante 5 años debido a la Primera Guerra Mundial y a la Revolución de Octubre.
De vuelta en Estambul, trabajó para una empresa comercial estadounidense. A los 23 años se trasladó a Alejandría, se afilió al Partido Comunista Egipcio y se casó con un profesor del Victoria College. Al año siguiente, el matrimonio se estableció en Atenas y María trabajó en la Embajada Soviética. Después de tener dos hijos, se divorció a los 34 años. Durante la ocupación alemana su casa fue destruida, fue perseguida y enviada a varios campos de concentración.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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