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miércoles, 29 de marzo de 2023

Una salida honrosa - Éric Vuillard

 

Título: Una salida honrosa                                                                                                 Autor: Éric Vuillard

 Páginas: 183 pág.

Editorial:
Tusquets

Precio: 17 euros

Año de edición: 2023 

Nos gusta Éric Vuillard. Nos gusta su peculiar manera de mirar y desentrañar la historia. Una mirada que combina la larga distancia, la globalidad de momentos conflictivos importantes en general para Francia, pero no solo, y los pequeños detalles de las personas que influyen decisivamente en esos conflictos y que normalmente toman decisiones alejados de ellos. Decisiones que son definitivas en la suerte que corren quienes están realmente implicados, los que pelean directamente y los que sufren las consecuencias directas de las batallas.

El autor se fijaba en los detalles de un día definitivo en el destino de millones de personas que fueron arrolladas en la segunda guerra mundial, cuando Hitler se reunió con los principales empresarios alemanes para exigirles la contribución a su particular contienda imperialista. Era su aclamada novela «El orden del día». Así lo ha hecho en sus otros libros y también en éste. Y todo con una contención literaria que supone que, sin llegar a las 200 páginas, nos da una visión sintética y clara de lo que ocurrió en cada uno de los conflictos que narra. Un virtuosismo que le ha llevado a que todas sus obras sean reconocidas con prestigiosos premios, Goncourt incluido.

Cuando ya el final desastroso para Francia estaba más que claro en la guerra de Indochina, una frase llenó las bocas de los responsables políticos y militares del momento, después de que fuera pronunciada en forma de orden por el entonces presidente de la IV República, René Mayer. Se dirigió al general Henri Navarre, a quien le ordenó tomar el mando de las fuerzas militares en la guerra con un encargo preciso: «Al menos tengamos una salida honrosa». Esas fueron sus palabras. Algo que sabemos que no ocurrió y no sólo porque jamás puede haber salida honrosa de una guerra, sino por las características de la terrible batalla de Dien Bien Phu, que fue un desastre anunciado en el que los franceses tuvieron finalmente que sacar la bandera blanca y que supuso incluso que uno de los generales destacados en la batalla se suicidara. De la situación antes, en y después de la batalla el autor nos da detalles decisivos para comprender cómo ocurrieron los hechos, y despierta tanto nuestro interés que buscamos más información para saber más.

El libro comienza con la narración de la visita de unos inspectores de trabajo en 1928 a una plantación de caucho propiedad de Michelín para investigar malos tratos que, efectivamente, se producían, allí donde la población local trabajaba en condiciones prácticamente de esclavitud. El autor sienta las bases ya desde el principio de una verdad irrefutable: que la colonización, cualquier colonización, ha tenido en su base motivos económicos y que las empresas aliadas con los gobiernos y los bancos han desarrollado sus más duras fórmulas de trabajo para conseguir los máximos beneficios. En el caso de Francia en la denominada Indochina, —conformada desde 1887 por AnnamTonkínCochinchina, la República JemerLaos que se agregó en 1893—, fueron multitud las grandes empresas, dedicadas principalmente a la extracción de materias primas,  las que se fueron instalando y ello dio lugar a un enorme y atomizado entramado de otras empresas que estaban ligadas a las principales, con lo que el enriquecimiento a costa de las poblaciones locales fue inimaginable. La clave, las sociedades anónimas en donde nadie es responsable.

Desde los primeros momentos de la colonización los sucesivos gobiernos deciden la marcha de esos territorios y sus gentes que son mantenidas a raya por un ejército que estaba compuesto fundamentalmente por tropas coloniales, los propios locales y africanos traídos a la fuerza de las otras colonias, para luchar por el país que les había conquistado. Tremendo.

Vuillard a continuación pone el zoom de muchos aumentos en los tejemanejes de los máximos responsables de la Asamblea Nacional Francesa y de los militares, dejando a la vista las pequeñas miserias de cada cual. Para ello utiliza esa prosa irónica y ácida de frases cortas y gran impacto, y nos muestra desde cómo sus señorías tienen problemas de digestión en las sesiones del parlamento, hasta que hay reuniones en las que la urgencia por terminar de algunos es atender a los compromisos sociales regidos por sus mujeres. En definitiva, los hace humanos y los iguala a la gente corriente. Desmontados los mitos, despojados metafóricamente de sus uniformes, hace un repaso importante de quienes determinaron la marcha de los acontecimientos en una cruel guerra de descolonización que tuvo más muertos que la primera guerra mundial.

Si hace poco veíamos cómo Pierre Lemaitre en su «Ancho mundo», reseñada aquí, nos descubría el complejo y perverso tema de las piastras, ahora Éric Vuilllard nos descubre desde otra perspectiva esa verdad que todos conocemos, pero que de vez en cuando hay que recordar, el negocio de la guerra y la vital importancia que tuvieron los banqueros que participaban en el Banco de Indochina, cuyas piastras circularon en todos los países colonizados por Francia. Un banco que, en el año 1954, en el que se perdió la guerra, obtuvo los mayores beneficios de su historia. Cuenta la desvergüenza de los banqueros que estaban presentes en todos los consejos de administración de las empresas importantes y que, mientras triplicaban sus beneficios, habían ido retirando su capital de Indochina porque tuvieron claro, mucho antes que los gobiernos y el ejército, que se iba a perder la guerra. Una guerra para la que no hubo una salida honrosa por mucho que la grandeur francesa lo haya querido soslayar.

Queda claro y meridiano que, para acercarse a la realidad de las guerras, de todas las guerras, hay que intentar responder a la pregunta de a quién benefician.  Es lo que hace, una vez más, Éric Vuilllard en esta narración de manera, como siempre, brillante.

Éric Vuillard

En una reciente reseña, se ha dicho que Éric Vuillard (Lyon, 1968) es «uno de los mejores escritores de este siglo, en todas las lenguas». Totalmente de acuerdo. Ya antes de que en 2017 ganara muy merecidamente el más prestigioso de los premios literarios franceses, el Goncourt, con su obra «El orden del día», no ha dejado de escribir ni de cosechar merecidos éxitos. En otra crítica literaria se pone de relieve una frase del autor «la literatura es capaz de establecer y encontrar una relación a aquello que es más extraño para la historia». Si no teníamos duda de la enorme utilidad de la literatura, en lo referente a la historia, esta frase lo subraya.

Publicado por Paloma Martínez.

3 comentarios:

  1. Muy interesante la reseña sobre este capitulo reciente de la historia de Francia que tuvo largas consecuencias, Gracias Paloma.

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  2. Gracias a ti por comentar John. Sí, especialmente porque los franceses prefieren que se hable mucho de “sus vergüenzas” y se habla demasiado poco de una guerra que al final, cuando entraron los estadounidenses en el territorio sería la más larga, poco glorioso título.

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  3. Perdón por el error “ que NO se hable mucho…”

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