Título: El invencible verano de Liliana Autora: Cristina Rivera Garza
Páginas: 304
Editorial: Random
Precio: 18 euros
Año de edición: 2021
Parece mentira que pueda escribirse un libro tan bello y tan necesario sobre el asesinato de una chica de 20 años a manos de su exnovio. ¿Qué extraña habilidad y qué pasión ha de tener una novelista para producir un texto así cuando además, la víctima era su hermana menor? Dicen que hay que tomar distancia con lo que se escribe para poder transformarlo en arte. Cristina Rivera Garza necesitó dejar pasar 29 años, pero después, ha sido capaz de redactar estas páginas, este maravilloso monumento de papel a la memoria de su hermana.
Tenía para ello el motor del profundo afecto que sentía por su hermana y una fuerte motivación: hacer algo para contribuir y que no se repitan cosas así. En México mueren cada día 10 mujeres víctimas de feminicidio. Hay que hacer algo y este libro, oportuno y necesario, es una llamada de atención para todos. Y contiene un mensaje de lucha, porque como dice la autora: «sí, claro que sí, claro que lo vamos a tirar abajo. Al patriarcado, lo vamos a tirar».
Liliana Rivera Garza, una universitaria luminosa, brillante, fue asesinada el 26 de julio de 1990. En esta novela, que en realidad se encuadra dentro del nuevo periodismo, se reconstruye su vida, sus pensamientos, sus deseos y todo lo que la rodeaba a través de recuerdos, fotos, testimonios, cartas, diarios, notas escritas, apuntes... todo un collage de fuentes que sirven para levantar casi una película mental de cómo era, qué hacía y qué pensaba Liliana.
El libro se divide en 11 capítulos, que repasan la mastodóntica lentitud de la burocracia mexicana, la infancia en la familia Rivera Garza, la adolescencia y cómo se abrió al mundo Liliana cuando empezó Arquitectura, sus novios, sus amigos, cómo vivía y qué cosas le gustaba hacer, un viaje a Oaxaca muy especial, la ominosa sombra del exnovio que no quería serlo y cómo acabó todo. Con un estilo contenido, a ráfagas lírico y frecuentemente periodístico, la autora narra con la mayor fidelidad posible todo lo ocurrido, sin caer ni en la sensiblería ni en el morbo de los detalles desagradables. ¿se puede ser objetivo y a la vez empática en una historia así? Yo diría que Cristina lo consigue y por añadidura, hace amenos, cercanos e interesantes los pasajes en esencia mortalmente aburridos, como todos los pasos que tuvo que dar para conseguir el expediente judicial de su hermana.
Y mientras tanto, la mente del lector se llena de preguntas que abren puertas y éstas a su vez llevan a otras preguntas, como por ejemplo: ¿se puede ser feliz mientras se vive un duelo? ¿qué se hace con las pertenencas de los fallecidos? ¿tú sentiste cómo crecías? ¿la infancia siempre acaba con un beso? ¿qué es una novia de manita sudada? ¿cómo puede una chica tan libre dejarse atrapar así? ¿qué haces si te ataca un oso? ¿no es mejor quebrarse tratando de salir y no de entrar? ¿cómo puede ser que el feminicida todavía esté en búsqueda y captura?
Hay que decir que este texto debería ser casi de lectura obligatoria para las adolescentes, para que conozcan todos los detalles que se suceden en la mayoría de estos casos con una regularidad escalofriante: un novio algo introvertido que no se relaciona del todo bien con los demás, una pareja controladora, un chico demasiado celoso, un día en que se le va la mano (nadie mata de pronto a su chica sin que haya habido antes alguna agresión previa), otro día en que amenaza con suicidarse si se le abandona... Hay que conocer cómo es el proceso para ver si es posible identificarlo y escapar. Existe un cuestionario de 20 preguntas elaborado por Jacqueline Campbell (la Prueba de Peligro de Violencia Doméstica) para evaluar el peligro que corre la vida de una mujer. Los feminicidios suelen ocurrir inmediatamente después de que la chica deje a su pareja o cuando él se da cuenta de que le han abandonado. En los tres primeros meses el peligro es extremo y después de un año casi desaparece. La agresión final es más probable que se produzca cuando la víctima está aislada y sola.
Son cosas que es conveniente conocer, por si una vé que se aproxima el peligro o por si alguien cercano percibe que empiezan a darse las señales precursoras.
En fin, una novela bella y necesaria, admirablemente bien escrita, que se disfruta página a página y que respira sentimiento, autenticidad y ganas de vivir. Porque sí, aunque parezca mentira, esta obra está llena de vitalidad y entre sus líneas, late el espíritu libre y fuerte de Liliana, que sabía muy bien lo que quería decir Albert Camus en la cita que abre el libro: «En lo más profundo del invierno aprendí al fin que había en mí un invencible verano».
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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