Páginas: 400
Editorial: Alba
Precio: 14 euros
Año de edición: 2019
Herman Melville fué un gran narrador, uno de los patriarcas de la literatura estadounidense, junto a Washington Irving, Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne y Mark Twain. Su obra es mucho más que Moby Dick; además de Bartebly, el escribiente, una novela corta ya mítica, publicó relatos en varias revistas literarias, algunos de manera anónima. Otros permanecieron en sus cajones como textos inéditos. En total, se han podido recuperar los 19 textos incluidos en este volumen, escritos a lo largo de la vida del autor, desde 1839 hasta 1891.
Aunque no tuvieron mucho éxito en vida del autor, en ellos se revela el autor como un narrador consumado. Un contador de historias moderno y eficaz, ya que ni las tramas ni la forma han envejecido bien y se leen con agrado. En varios aspectos, resulta un precursor de la literatura moderna del siglo XX: tiene penetración psicológica, un humor muy especial, crítica de la sociedad de su tiempo y frecuentemente, se basa en el tema de la condición solitaria, desamparada y algo fracasada del ser humano.
Sus protagonistas son perdedores, gente desconcertada, desplazada y fuera de lugar de una manera u otra, que trata de encontrar un sentido a su vida, con mayor o menor fortuna. Dramas intemporales que anticipan el existencialismo e incluso, el teatro del absurdo.
Son textos escritos con un estilo que tiende a ser barroco y se fué haciendo con el paso de los años cada vez más complejo, pero con un sabor añejo a clásico y una maestría muy notable. La redacción y el manejo del lenguaje son espléndidos, textos precisos y fluidos, llenos de referencias literarias y desenlaces a veces abiertos y a veces inesperados.
Mis favoritos son: «El vendedor de pararrayos», por la originalidad del tema y el suave humor que destila el texto, y «¡Quiriquiqui!», sobre la obsesión del protagonista de hacerse con un gallo. Sin embargo, todas las historias llaman la atención del lector por una u otra razón: los hay originales, otros enigmáticos, algunos irónicos, pero todos contados de manera brillante. Estos relatos han tenido una influencia capital en el posterior desarrollo de la narración breve en Estados Unidos.
La traducción es impecable y hay que agradecersela al madrileño Miguel Temprano García, biológo y profesor de inglés, traductor de Naciones Unidas, que ha vertido al español una larga lista de obras en inglés.
En suma, una colección de cuentos fascinante, editada con mimo por la editorial Alba con motivo del segundo centenario del nacimiento del autor, que hará las delicias de todo tipo de lectores.
Cuando volvió a casa, tenía muchas batallitas que contar y como vió que le gustaban a la gente, decidió empezar a escribirlas. Su primer libro de memorias, titulado «Typee» (1846), tuvo mucho éxito. Publicó un total de catorce novelas, con fortuna desigual, y un buen número de cuentos. Su obra magna, «Moby Dick» (1851), fué inicialmente un fracaso tan sonado que le afectó psicológicamente. Después de su muerte comenzó a valorarse y hoy en día está considerada una verdadera obra maestra de la literatura mundial.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario