Título: Diez días que estremecieron al mundo
Autor: John Reed
Páginas: 480
Editorial: Siglo XXI
Precio: 19 euros
Año de edición: 2017
En
este pasado mes de octubre se han cumplido 100 años de la revolución rusa que
instauró el régimen comunista que gobernó este gran país durante un largo periodo
de tiempo, hasta 1989. Ha trascurrido un siglo, una cifra redonda de un acontecimiento histórico
de una trascendencia enorme en el siglo XX, cuyas consecuencias afectaron a la
política y a la sociedad de todo el siglo XX .
He
dicho cumplido y transcurrido, y he rehusado conscientemente a verbos como
celebrado o conmemorado, porque me parece llamativo que por el centenario de un
hecho histórico trascendental hayan pasado de puntillas, como mirando hacia otro
lado, escritores, ensayistas, historiadores, documentalistas, etc. Sucede como
si se compartiera un sentimiento de no ensalzar pero tampoco denigrar la revolución
de octubre del 17 que a lo largo de diez días cambió el mundo.
Este
es el título que da John Reed a su crónica sobre la revolución rusa, un libro
que leí hace bastantes años y he releído ahora, advirtiendo que el paso, el
peso y el poso del tiempo dan una visión distinta a su lectura.
El
libro nos relata acontecimientos que el autor vivió directamente como testigo
de sucesos históricos que conoció de
primera mano. John Reed, periodista, sindicalista y simpatizante de las ideas revolucionarias, estuvo allí para
contar en directo los hechos que llevaron al partido bolchevique al poder,
desplazando tras la abdicación del zar Nicolás II a mencheviques, socialistas
moderados, socialistas revolucionarios, intelectuales del Partido
Constitucional Demócrata (Kadetes), todos ellos partidos con mayor
representación que el bolchevique, y ninguneando a la Duma o parlamento ruso elegido
por votación popular, y asumiendo el alto riesgo de guerra civil que luego se
desencadenó.
Todo
esto sucedió en una época especialmente convulsa para Rusia, hundida por las
secuelas de la guerra con Japón, situación agravada por la participación en la Primera Guerra Mundial, con una diferencias
sociales abrumadoras; de un lado aristocracia y realeza convencidos de estar
ungidos por un poder divino para gobernar, y de otro lado una clase obrera y
campesina hundidas en la miseria y afectadas por hambrunas severas. Un dirigente
bolchevique escéptico dijo: dadles a los
trabajadores medio kilo de pan y la revolución se desvanecerá.
El
libro es una crónica muy interesante de hechos vividos en primera línea. John Reed era presentado como un camarada americano periodista que iba a escribir
sobre la revolución para otros países. Eso le abrió muchas puertas y le
permitió ser testigo directo de acontecimientos históricos. Pero el escritor no
es un relator objetivo y desapasionado, no disimula sus simpatías ideológicas y
comete pequeños errores históricos acerca de personas asistentes a una reunión
o testimonios de personajes; estos son salvados por notas a pie de página de su
editor. Si a esto añadimos anotaciones de Reed a los distintos capítulos
incluidas al final del libro resulta una lectura un tanto densa y trabada, pero
constituye un testimonio muy valioso de alguien que compartió jornadas
cruciales con protagonistas de la historia del siglo XX.
Un
libro de gran interés para cualquier lector interesado en la historia reciente y
en particular en este capitulo cuyas secuelas han marcado toda la política
internacional hasta nuestros días.
John Reed fue sin duda un personaje inquieto, emprendedor y comprometido. Nació en
Portland (EE. UU.) en 1887, procedía de una familia burguesa y fue estudiante en
Harvard. Pronto comenzó a escribir en periódicos americanos como corresponsal
de guerra, cubrió la información sobre la revolución mejicana, trató
directamente y acompañó a Pancho Villa y a Venustiano Carranza.
Fue un sindicalista y
activista obrero convencido; trabajó sobre las huelgas mineras en Colorado.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial volvió a cubrir su información como corresponsal en Rusia y permaneció
en San Petersburgo en 1917 en plena efervescencia revolucionaria. Sus relatos y
experiencias en las guerras mejicana y europea quedaron plasmados en sendos libros.
En
Estados Unidos, junto con un grupo de disidentes socialistas, fundó el partido
comunista de Norteamérica. Fue acusado de espionaje por lo que huyó a Rusia
donde falleció de tifus en 1920. Está enterrado en la necrópolis de la muralla
del Kremlin.
John Reed en plena faena
Publicado por John Smith.