Título: La vida feliz Autor: David Foenkinos
Páginas: 224
Año de edición: 2024
Una profunda indagación sobre cómo dotar de sentido la vida de alguien que, aunque tiene éxito en su trabajo, vive solo y no encuentra nada interesante en su existencia. El protagonista, Éric, es un hombre separado y con un hijo adolescente, que no se lleva con su anciana madre, en plena crisis de los 40, con un físico ligeramente abandonado, que después de un éxito profesional moderado, se ha enquistado en un puesto directivo en Decathlon. Su vida no tiene emoción ni grandes alicientes, cuando un día se encuentra con una antigua compañera de instituto, Amélie, una política con un puesto importante en el gobierno, dinámica y atractiva, que se acuerda de él y le propone un trabajo ilusionante.
¿Qué pasará a partir de ese encuentro? ¿Vivirán los dos un romance? ¿Triunfará Éric en su nueva vida? No quiero desvelar nada más de la trama de esta novela tan atractiva como desconcertante, solo diré que el texto no satisface ninguna de las expectativas planteadas, se convierte en muy imprevisible y después de un par de puntos de giro, toma un rumbo totalmente inesperado. Una novela estupenda sobre las coincidencias, la música del azar, el destino y el tiempo, que a veces parece detenerse, otras acelerarse e incluso en ocasiones, girar en círculos, alrededor de una enigmática frase, que puede ser una fórmula de cortesía, un deseo o una profecía: «Volveremos a vernos». Una historia sobre la vida y la muerte, y cómo el que seamos mortales es lo que puede darle mordiente a nuestra existencia.
El texto se divide en tres partes: en la primera, conocemos la vida de Éric, cómo lo capta Amélie y su ascenso en política hasta el momento en que una incidencia cambia por completo su vida; en la segunda, un narrador omnisciente cercano a Éric se nos cuenta esa incidencia, cómo y por qué le ocurrió, y en la última, el narrador sigue a Amélie y conocemos la historia desde su punto de vista, hasta llegar a un final en el que todo se resuelve.
La narración está impregnada del «toque Foenkinos»: frases sencillas, un estilo fácil, aséptico y transparente como el cristal, todo lo que se cuenta parece natural y convincente, lógico y creíble, la lectura se desenvuelve con suavidad, casi sin darnos cuenta, el lector se deslizas por sus párrafos como si le empujaran, el texto nos invita a seguir en cada página, hay ternura e ingenio, y algo que nos impulsa a reflexionar. Tiene frases que se quedan en la memoria y definen el tono general del texto: «... no tiene nada que reprocharte. Todos somos culpables de algo ¿sabes?», «Ninguna otra época ha estado tan marcada por el deseo de cambiar de vida. En algún momento de nuestra existencia todos queremos ser otra persona», «La tormenta de mi pasado, que soplaba a mis espaldas, se apaciguó», «El hombre feliz es aquel que ama lo que tiene», «Quien ha contemplado la belleza, está ya consagrado a la muerte», «El presente lo embargó por completo, ahuyentando el pasado y el futuro para dar paso a una hegemonía total del ahora», «Todo parecía escrito para la felicidad, algo que nunca es buena señal» «Fue una noche alegre, impregnada de esa manera única que tienen los españoles de ahuyentar la melancolía».
En fin, una novela romántica, sencilla y muy agradable, sobre las segundas oportunidades, la vida, la muerte y el amor, en la que los dos personajes principales están muy equilibrados y son los dos protagonistas casi al cincuenta por ciento. Una historia llena de peripecias, en la que aparecen dos personas que viven epifanías y puntos de giro que cambian sus vidas para siempre. Foenkinos en estado puro, con las mismas cualidades de siempre en una obra estupenda que hará las delicias de sus seguidores.
La traducción del francés, correcta y sin problemas, es obra de la malagueña Regina López Muñoz, que obtuvo en mayo de 2024 el Premio Sophie Castille a la Mejor Traducción por el cómic Alison.
David Foenkinos (París, 1974) es un escritor y músico francés. Nació en una familia humilde que vivía en una vivienda social, pero desde pequeño pudo visitar varios países porque su madre, trabajadora de Air France recibía kilómetros de vuelo como pago en especie.
A
los 16 años tuvo una enfermedad grave, por la que estuvo durante meses
al borde de la muerte en un hospital. En ese tiempo, aprendió a tocar la
guitarra, se aficionó a leer y devoró buena parte de la novela moderna, de Milan Kundera a Philip Roth.
También tuvo contacto con personas mayores y desahuciadas, lo que le ha
marcado y ha hecho de la muerte un tema casi cotidiano para él.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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