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domingo, 4 de febrero de 2024

La poesía de Emily Dickinson

Emily Dickinson a los 16 años

Emily Dickinson (Amherst, 1830-1886) fue una poeta estadounidense, una de las voces fundamentales del siglo XIX. Vivió casi toda su vida recluida en su casa paterna, en Amherst (Massachusetts), nunca saludaba a los invitados, en sus últimos años vestía de blanco inmaculado y no salía de su habitación. Escribía solo para ella misma y no publicó un solo libro en vida. Nos dejó 1800 poemas, como éstos:

 

Poema 288

Yo soy nadie. ¿Tú quién eres?
¿Eres tú también nadie?
Ya somos dos entonces. No lo digas:
lo contarían, sabes.
Qué tristeza ser alguien,
qué público: como una rana
decir el propio nombre junio entero
para una charca admiradora.

 

Poema 135

El agua se aprende por la sed;
la tierra, por los océanos atravesados;
el éxtasis, por la agonía.
La paz se revela por las batallas;
el amor, por el recuerdo de los que se fueron; 
los pájaros, por la nieve. 

 

Poema 335

No es que morir nos duela tanto.
Es vivir lo que más nos duele.
Pero el morir es algo diferente,
un algo detrás de la puerta.

La costumbre del pájaro de ir al Sur
antes que los hielos lleguen
acepta una mejor latitud.
Nosotros somos los pájaros que se quedan.

Los temblorosos, rondando la puerta del granjero,
mendigando su ocasional migaja
hasta que las compasivas nieves
convencen a nuestras plumas para ir a casa.

 

Poema 159

UN pedazo de pan, un mendrugo, una miga,
una vasija, un poco de confianza,
pueden mantener viva cualquier alma.
Ojo: no corpulenta. Mas respirando
cálida y consciente,
como Napoleón
la noche antes de ser coronado.

Un modesto terreno, una fama minúscula,
una breve campaña de penas y alegrías
es ya abundancia y es ya suficiente.
La costa le preocupa al marinero
y al soldado las balas. Pide más
y no desearás más vida que la ajena.

 

Poema 113

Soportar nuestra parte de noche —
nuestra parte de amanecer —
Nuestro vacío llenar con deleite,
nuestro vacío con desdén —

Una estrella aquí y otra allá,
¡algunos pierden el camino!
Una niebla aquí — y otra allá —
y luego - ¡El Día!

 

Poema 1212

Una palabra está muerta, cuando se la pronuncia
dicen algunos—
Yo digo que comienza a vivir
ese día.

 

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

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