¿Ha habido ataques de risa históricos, que han marcado una época? Pues parece que sí. El 30 de enero de 1962, tres niñas internas de un colegio misionero a orillad del Lago Victoria, en Kashasha, en la actual Tanzania, comenzaron a bromear y reír de tal manera, que sufrieron un ataque de risa nerviosa incontenible e imparable. Poco a poco, se fueron contagiándo sus compañeras y al terminar el día, 95 delas 159 alumnas del centro, entre 12 y 18 años, no podían parar de reñir.
La situación pasó de castaño a oscuro cuando iban pasando las horas y los días y las carcajadas incontrolables se guían y seguían. A algunos profesores también les entró la risa y pronto vieron que no se podía dar clase en aquellas condiciones. La hilaridad se propagaba sin control, se extinguía y volvía a aparecer en oleadas. Había niñas que llegaron a estar 16 días riendo sin parar. El 18 de marzo, el centro se vio obligado a cerrar y las alumnas volvieron a sus casas.
En esa sociedad, las jóvenes solteras deben ser vergonzosas, tímidas y sofocar sus risa. Parece que el ideal femenino es una persona discreta y sumisa, que no puede permitirse soltar una carcajada en público. Probablemente, la risa tiene una esencia subversiva y cuando es más inoportuna, es cuando es más probable que se descontrole de modo imparable. Recuerdo que eran frecuentes y deliciosos los ataques de risa en el colegio de curas en el que estudié, un centro de estricta disciplina en el que aquello estaba completamente prohibido. Curioso fenómeno.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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