Título: El río de cenizas
Autor: Rafael Reig
Páginas: 256
Editorial: Tusquets
Precio: 18 euros
Año de edición: 2022
Crítica, ironía, humor, extravagancia, sutileza, conocimiento, sentimiento, empatía. Rafael Reig utiliza todos estos elementos para escribir con ese estilo tan particular, tan ágil y saltarín, tan vivo siempre y que tanto nos gusta. Y en la base de todo, uniendo y amalgamándolo todo, está el profundo conocimiento, el dominio de la literatura y la escritura que tiene autor y esto se aprecia en la propiedad de los métodos y técnicas que utiliza con una autoridad encomiables.
Acercarse a un libro sabiendo solo que tiene como personaje principal a un señor mayor que decide irse a una residencia tras sufrir un accidente que le ha dejado hemipléjico es asociarlo mentalmente a imágenes conocidas que producen, en el mejor de los casos, tristeza. Y si se nos cuenta en la sinopsis que hay una pandemia en el país, eso resuena a los recientemente pasados miedos, encierros y situaciones en residencias para mayores que hemos intentado olvidar lo antes posible. Con estas sensaciones, que no acaban de ser estimulantes, leemos críticas de la novela de algunos de los más importantes escritores que la alaban, lo que refrenda el conocimiento previo que teníamos del autor, del que conocíamos su buen hacer siempre especial y diferente, en el que el sentido del humor es primordial. Así que la decisión lógica era leer la novela y al acabarla, no solo no hay lugar para el arrepentimiento, sino todo lo contrario. Es un libro que se disfruta de principio a fin.
Hay que aclarar que la residencia es para ricos y que no admiten no válidos, lo cual hace ya de entrada que las cosas sean un poco diferentes a lo que pensábamos. Y es que el dinero no lo será todo, pero sí que lo mejora sensiblemente y, desde luego, la vida en una residencia. Para empezar, hay habitaciones individuales con armarios con llave que guardan los propios residentes, que salen y entran a pasear al pueblo cercano cuando quieren, un lugar en donde no parecen afectar las restricciones que, consecuencia de la pandemia, van imponiéndose en el país.
Para la descripción del proceso infeccioso que va entreverándose con la historia principal, el autor utiliza una ironía y una veracidad crítica tales que, aunque voluntariamente sea ridículo en alguno de sus detalles, reconocemos sin duda a quienes fueron los relatores oficiales de la pandemia que nos tenían pegados a los medios. Son hilarantes las puestas en escena, lo que cuentan y cómo lo cuentan. Revivimos con claridad meridiana lo que ya vimos y vivimos en su momento, por mucho que las características de la epidemia en la novela nos recuerden más a la que describió Camus, con la gran diferencia de que en esta novela no sufrimos.
La esencia del libro es el repaso que va haciendo el protagonista de su vida en sus idas y venidas al pueblo, en sus descansos en la terraza para fumadores, estimulado por las conversaciones con los peculiares personajes que lo acompañan. Peculiares casi siempre es eufemismo de excéntricos, lo que da lugar a unas escenas divertidas, aunque no exentas en ocasiones de ternura solapada. Y es que el autor huye de sentimentalismos y prefiere la parodia para que quienes leemos hagamos las «traducciones» que nos parezcan oportunas y deduzcamos lo que nos convenga.
El autor, tan lenguaraz, nos acerca a los sentimientos de forma pudorosa, nos da pistas que pueden servirnos de estímulo si queremos, o no. En ocasiones se evade del sentimentalismo con descripciones casi oníricas y poéticas, todo para no caer en las «blanduras» que un libro que habla de la vejez tiene difícil obviar.
En el repaso a la vida del protagonista hay un retrato de un hombre con buena cultura, estupenda posición social, para quien el dinero es algo natural que paga todo y esconde hasta la desfachatez y la vergüenza. Una historia personal de alguien a quien su mujer echa de casa por mujeriego. Es un estereotipo que no extraña si echamos la vista atrás y que seguro que existe todavía en la actualidad. Lo que nos ocurre es que, a pesar de que fuera en su día un tipo que no nos gustaría, ahora, con sus setenta y cinco años y su hemiplejia, con su claridad mental y consciente totalmente de quién es y de la imposibilidad de borrar sus errores vitales, sabiendo que el propósito de su introspección es explicarse a sí mismo para poder decírselo a su hijo en una especie de expiación, se nos hace simpático y despierta nuestra empatía.
Una novela con mucha ironía que nos provoca momentos de gran diversión y que tiene lecturas paralelas más trascendentales que nunca se hacen pesadas por el tono amable que lo inunda todo.
Buena literatura.
Rafael Reig (Cangas de Onís, 1963) es escritor, periodista, crítico literario, editor y profesor de literatura en Estados Unidos, donde estudió, y en Madrid, donde también estudió. Ahora participa como profesor en la escuela de creación literaria Hotel Kafka.
Quien le conoce dice que es una persona muy
culta e inquieta, con un sentido del humor importante. Ha escrito 14 novelas,
la última la que se reseña, además de cuatro libros colectivos. Ha recibido
diversos premios por sus obras, entre ellos el premio Tusquets de Novela por Todo está perdonado en 2010 o el de la Críticade Madrid por la novela Para morir iguales en 2018. De él se dice que está considerado
uno de los autores postmodernos más importantes e influyentes de finales del
siglo XX y principios del XXI. En este blog había aparecido en la obra
colectiva Crímenes contados. Antología del relato negro español. Merecía
volver con entidad propia.
Publicado por Paloma Martínez.
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