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domingo, 21 de agosto de 2022

Una historia de locos

 

El martes 15 de marzo de 1921, a las 11 de la mañana aproximadamente, en la calle de Hardenberg, en el barrio de Charlottembourg, en pleno centro de Berlín, un hombre joven y de perfil aguileño se acercó a un transeúnte por detrás, sacó una pistola y le pegó un tiro en la nuca.

El homicida era Soghomon Tehlirian, un emigrante armenio, y el muerto, Talat Bajá, el antiguo Gran Visir del Imperio Otomano, el arquitecto del genocidio armenio perpetrado durante la Primera Guerra Mundial. Talat Bajá había sido juzgado y condenado a muerte in absentia en las cortes marciales turcas de 1919–1920. 

Tehlirian fue detenido, procesado y tras dos días de juicio, en los que se negó a hablar en turco y utilizó solo el armenio, fue absuelto. La defensa le presentó como un joven que había actuado solo, aquejado de estrés postraumático, que había perdido a 85 familiares en la masacre. La policía no encontró cómplices y no salió a la luz que el atentado fue una de las nueve operaciones realizadas en el marco de la operación Némesis.

Varias cuestiones quedan en el aire tras conocer este sorprendente caso. ¿Cómo es posible que el tribunal alemán no le impusiese ninguna pena? ¿Cómo pudo ser declarado completamente inocente? ¿Pueden tener el terrorismo y la violencia algún atenuante en algún caso? ¿Hasta qué punto?

Por si os interesa la cuestión, hay una interesante película de la que procede el fotograma de más arriba titulada «Una historia de locos», dirigida por Robert Guédiguian en 2015 sobre el tema en la que se plantean muchos interrogantes, entre otros, si es posible el diálogo y el perdón ente víctimas y terroristas; y cómo puede una persona llegar a convertirse en terrorista. 

La película vale la pena y el caso histórico llama la atención.

Publicado por Antonio F. Rodríguez.

4 comentarios:

  1. Crimen y castigo, podría llamarse esta historia. En mi opinión, el terrorismo es injustificable, aunque en la ejecución de los políticos turcos por terroristas armenios existen bastantes atenuantes: la dimensión del crimen en el que participaron los asesinados (1 millón de armenios asesinados; el primer genocidio mediático del siglo XX) y la impunidad en la que vivían. Hay que decir que el gobierno turco sigue sin reconocer el genocidio armenio. Y la ambivalencia de siempre: para los turcos, Talat es un héroe nacional y su asesino un terrorista; para los armenios, el terrorista es el héroe y su víctima mereció la muerte. Todo según el color del cristal con que se mira. Una última observación: cierto nacionalista alemán que empezaba su carrera política a principios de los años 20 estudió cuidadosamente la liquidación de los armenios y la consiguiente venganza. Dos décadas después, este individuo decía aquello de "quién se acuerda hoy de los armenios." Se trataba de Hitler.

    Un saludo.

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  2. Gracias por el comentario Alberto. Se me plantean dos cuestiones. ¿Influyó el que los alemanes se sintiesen algo culpables por haber sido aliados de los turcos? Al menos, hubo testigos alemanes que lo presenciaron y en Alemania se difundió la tesis negacionista turca. Y ¿cómo es que los alemanes olvidaron tan rápidamente qué es un genocidio?

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  3. Efectivamente, los otomanos fueron aliados de los alemanes durante la Primera Guerra Mundial y bastantes militares germanos lucharon en Anatolia (en Gallipoli, por ejemplo). Así que por fuerza serían testigos o sabrían de las masacres de armenios, informando a su país. Después de la guerra, la democracia alemana de Weimar no creo que sintiera ninguna simpatía por asesinos de masas como Talat. Además, la imagen de un joven idealista armenio (cristiano) abatiendo a un ogro turco (musulmán) también influiría en favor del detenido. La opinión pública alemana en 1921 era todavía mayoritariamente democrática. En ese momento los nazis eran una pequeña secta confinada en la extrema derecha bávara. Pero lo más inquietante es que los nacionalistas alemanes y los nacionalistas turcos se entendían bien. Compartían la idea de un Estado nación homogéneo sin minorías sospechosas. Muchos intelectuales turcos de mentalidad moderna y nacionalista estudiaron en Alemania y fueron influenciados por el autoritarismo de este país. Viceversa: alemanes ultras tomarían buena nota de la drástica solución final turca contra los armenios. Esto es algo muy significativo: una matanza en masa, durante la guerra, utilizando métodos modernos y negando cualquier responsabilidad. El paralelismo armenios-judíos es evidente. Y las concomitancias entre los perpetradores, también. Cuando los nazis se hicieron con el poder en Alemania y eventualmente en Europa los armenios de turno acabaron siendo los judíos. La observación de Hitler demostraría que desde muy pronto los nacionalistas alemanes vieron en el caso armenio un ejemplo interesante a seguir si se daba la oportunidad. El primer texto político de Hitler es de 1919. Se trata de una carta a un tal Gemlich en donde el cabo desmovilizado se refiere a los judíos como bacilos de la tuberculosis que infectan un organismo sano. Así pues, un antisemitismo no meramente emocional debería conducir mediante medidas draconianas a la eliminación progresiva de los judíos. Todavía estaban calientes las víctimas armenias en sus fosas cuando un Hitler desconocido escribía cosas así. Claro que en 1920 no era nadie. Por otro lado, la palabra genocidio la acuña en 1944, creo, un jurista polaco llamado Raphael Lemkin. Este autor se refería a las políticas de exterminio en masa desencadenadas por los nazis durante la ocupación de Polonia. Luego el término se popularizó y banalizó. Ya termino. Aquí es importante la fecha: 1915. Ese año empiezan las deportaciones de armenios en Constantinopla. Europa está en guerra. En Rusia, queda muy poco para la revolución y la guerra civil. En estos años de muerte masiva y anónima se popularizaron las ideas, que venían de atrás, de la limpieza étnica, la aniquilación, la brutalidad en suma. La práctica también, por razones obvias: la gente se mataba por doquier. Las peores ideas fascistas salieron de las trincheras de Flandes, del miedo/imitación del comunismo ruso y del ejemplo de los Jóvenes Turcos destruyendo una minoría irredenta hasta hacerla casi desaparecer. La vida pasó a no valer nada. En fin, habría que leer y profundizar más en este tema tan terrible e interesante. Perdón por el rollo Antonio y un abrazo.

    Alberto

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  4. Gracias, Alberto. Eran preguntas para que los lectores pensasen, pero ya tienen, además, la respuesta.
    Salud y libros.

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