Título: Arboleda Autora: Esther Kinsky
Páginas: 336
Editorial: Periférica
Precio: 19,90 euros
Año de edición: 2021
Este delicado y bello texto es la crónica de un viaje y a la vez, el diario de un duelo. La autora, solo dos meses después de la muerte de M., su pareja, emprende un viaje de tres meses por Italia. Se trata de un viaje de invierno, un recorrido melancólico por las regiones del Lacio y Ferrara, en medio del país, centrado especialmente en tres localidades: Olevano, Chiavenna y Comacchio. Tres lugares encantadores y tranquilos, alejados de las rutas más turísticas y con mucho encanto. Y es que, dicho sea de paso, toda Italia está plagada de lugares inolvidables.
La narradora pasea, deambula, ve, registra con atenta y perspicaz mirada todo lo que ve, lo que le ocurre, recuerda y reflexiona. Se acuerda de M., de cómo era, de sus manos, sueña con él, visita cementerios... Se trata de un libro de viajes muy especial, que cuenta un recorrido exterior y esboza con ternura un periplo interior hacia el pasado en alas del recuerdo. Un texto sobre un tema que en otras manos podría haber sido aburrido y triste, y que Kinsky transforma en un libro bellísimo, gracias a un lenguaje espléndido, culto, muy equilibrado entre la concisión y el exceso de figuras literarias. El estilo es muy inteligente, poético, sugerente y de una perfección asombrosa. Creo que no se puede hacer mejor. Por supuesto, el tono de estas páginas es íntimo lírico, contenido, pero también empático y siempre preparado para describir con perspicacia el paisaje, el entorno y las pequeñas anécdotas que le van sucediendo a nuestra compañera de viaje.
La obra está organizada en tres partes, dedicadas a los tres pueblos mencionados, y dividida en 57 capítulos no muy largos, de entre 5 y 8 páginas, que se leen cómodamente. Al final se incluye una lamentatio que describe de manera espléndida la obra «Misa de difuntos de Francisco de Asís» (1429) de Fra Angelico, un tríptico luctuoso que cierra el libro y con el que la autora plantea un paralelismo mudo entre la pintura de tres paneles y su viaje en tres etapas.
Un tríptico conmemorativo de una pérdida, suavemente nostálgico y con mucho encanto, en el que se insinúa levemente la esperanza de un porvenir y en el que el viaje en sí mismo, muestra una voluntad de seguir en el mundo disfrutando de su belleza. Quizás sea la mejor manera de vivir un duelo: disfrutar de los recuerdos mientras se pasea y se habita el mundo de los vivos. Una frase puede resumir la esencia del libro: la tristeza es aquello que sucede mientras las personas viven y trabajan, nuevas aves surcan el cielo y la naturaleza sigue adelante.
La portada reproduce una foto de la autora, que captó una arboleda londinense que conoció con M. y constituye un recuerdo de un momento muy especial. Un libro encantador y muy bello, para deleitarse con las descripciones de paisaje y los fenómenos atmosféricos que incluye, atento, delicado y lúcido, que tiene el mérito de hacernos disfrutar durante más de trescientas páginas, y hacerlas amenas y memorables. Es muy admirable el empeño de transformar el dolor de una pérdida en una obra tan especial. Y el resultado es una maravilla. Os recomiendo que no os la perdáis. Lo ideal sería poder recorrer los lugares que aparecen en el libro y a la vez leerlo.
La traducción del alemán es del austríaco Richard Gross (Schalchen, 1959), profesor de la Universidad de Viena y de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, cuyas traducciones hemos disfrutado ya otras veces y que vuelve aquí a hacer un trabajo excelente.
Esther Kinsky (Engelskirchen, 1956) es una traductora y escritora alemana. Ha vivido en Londres y ha estudiado lenguas eslavas en la Universidad de Bonn; es traductora del polaco, inglés y ruso al alemán. Ha enseñando Poesía en la Universidad libre de Berlín y es profesora de la Universidad de Bonn desde 2016.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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