Título: La mitad evanescente Autora: Brit Bennett
Precio: 18,90 euros
Año de edición: 2021
Los matices del color de la piel negra es algo que se nos escapa como problema a los que no la tenemos. Sin embargo, el tono más o menos claro para algunos negros ha sido un tema determinante en sus vidas. Es lo que nos cuenta, entre otras cosas, la autora de esta exitosa novela de título sugerente.
Un pequeño pueblo perdido en Luisiana que no aparece ni siquiera en los mapas es el escenario inicial. Un pueblo creado en 1848 por el hijo de un negrero que, ya liberto, lo recibe en herencia y que tiene la peculiaridad de que sus habitantes se precian de tener la piel muy clara, casi blanca, pero no por ello olvidan su realidad de negros, una realidad que no mejora sustancialmente con el paso del tiempo; de hecho, un siglo después, el padre de las protagonistas ha sido asesinado brutalmente por unos blancos y ellas, siendo pequeñas, han sido testigos ocultos de tal violencia.
Las dos niñas, Desiree y Stella, son gemelas, prácticamente iguales y, aunque de caracteres diferentes, ellas mismas no pueden concebirse la una sin la otra. Llevan una vida normal en la comunidad en la que están bien integradas. El problema es que la falta del padre ha hecho que la madre se ponga a trabajar limpiando casas, pero no es suficiente. La consecuencia es que a los 14 años tienen que dejar los estudios para también ponerse a limpiar. Desiree, más inquieta, quiere ir a Nueva Orleans, a tan solo dos horas, que ve como objetivo alcanzable, aunque no hayan salido nunca del pueblo ni conozcan a nadie allí.
A los dieciséis años, en 1954, se escapan de casa y empiezan una dura vida de trabajos mal pagados que apenas les permiten vivir realquiladas en una pequeña habitación de un sótano. La fuerza se la dan una a otra porque parece que continúa la comunión que siempre ha habido entre ellas, más reforzada si cabe. Un día Stella es consciente de que puede pasar por blanca, solo le hace falta algo que no está en su carácter, arrojo. Va a un museo y entra con determinación por la puerta reservada a los blancos y en un momento siente que un guarda negro la ha identificado como igual. Tiene que depurar la técnica. Lo hace hasta conseguir un trabajo como secretaria en una gran compañía. Un buen día, su hermana se da cuenta de que se ha ido dejándole una mínima nota en la que no hay explicación ni referencia alguna. A partir de ese momento, sus vidas discurren por muy diferentes caminos, pero siempre Desiree estará echando en falta a su hermana y Stella, construyéndose una vida sin pasado.
La autora va trenzando con mucha habilidad la vida de las dos hermanas hasta que las hijas de ambas, la de Desiree de un negro azulado y la de Stella, rubia con ojos violetas, son mayores y se cruzan, lo que desestabilizará la vida de todas ellas.
En esta novela nos interesa todo: lo que cuenta la autora y cómo lo cuenta. El tema fundamental es la discriminación en todas sus variantes, discriminación que se agrava por el color y por la pobreza. Aparecen también el abandono infantil, el abuso sexual, el maltrato a las mujeres, también entre los negros, y la transexualidad. La soledad en diferentes manifestaciones está también presente a lo largo de la novela. En unos casos, los personajes tendrán resistencia frente a los problemas, pero también veremos la esencia de una vida basada en el temor y la culpa. En suma, nos habla de la identidad y la diversidad de las personas y las diferentes formas de abordar la propia construcción.
Seis partes divididas en capítulos estructuran la novela, pero lo que tiene más relevancia son los pequeños espacios en blanco de las páginas que funcionan a modo de subcapítulos que engarzan y separan unos asuntos de otros. Es una narración no lineal que va y viene constantemente y también ocurre así con los personajes. Todo ello proporciona agilidad y, sobre todo, da la tensión que pretende la autora para que leamos sin agobio, pero sin descanso, queriendo siempre saber más. Y lo consigue.
Los personajes se nos han ido mostrando a pinceladas, como en un cuadro impresionista en el que parece que el autor haya ido saltando de un lado a otro de la tela hasta ir completando poco a poco las diferentes imágenes. En el caso de la novela son esos pequeños espacios blancos los que permiten a la autora levantar momentáneamente la atención de un tema y un personaje, para pasar a otros. Son unos personajes a los que imaginamos rápidamente en sus entornos, los vemos. De hecho, parece que la adaptación de la novela no tardará en estar en las pantallas.
Es una obra bien construida, bien ejecutada, con personajes sólidos y diversos y, si bien trata temas muy duros, lo hace con una contención que da el equilibrio necesario. Y si se quiere, da mucho para reflexionar y comentar. Es una novela que, si cae en tus manos, aunque sea tras alguna lectura fallida, como fue mi caso, te reconcilia con la literatura de ficción.
Brit Bennett (California, 1990) es una escritora formada en filología inglesa y bellas artes que ya con su primera novela «Las madres», escrita en 2016, alcanzó gran éxito y numerosos premios. «La mitad evanescente» es la segunda y ha repetido el éxito. Ha estado nominada al más relevante de los premios estadounidenses, el National Book Award.
La autora se muestra en las entrevistas como una mujer sensata, con las ideas muy claras y agradecida a la generación de sus padres porque fue, tras la esclavitud, la que sufrió más las brutalidades de la segregación y la que con un duro esfuerzo logró que los hijos estudiaran, algo importante a la hora de hacer evolucionar la sociedad hacia una mayor igualdad.
El tema recuerda a la magnífica
novela «Claroscuro»
de Nella Larsen, reseñada aquí, centrada en los años 30 y 40, mientras que la
actual llega hasta el final del s. XX.
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