Título: El precio del triunfo Autor: Ota Pavel
Páginas: 225
Editorial: Sajalín
Precio: 19 euros
Año de edición: 2020
Conocía los dos libros de relatos de este espléndido autor checo, «Carpas para la Wehrmacht» y «Cómo llegué a conocer a los peces», divertidos y entrañables, y supuse que sus dotes de buen narrador tenían que dejarse ver también en sus crónicas deportivas. Y acerté. Este volumen, aunque el tema puede que eche un poco para atrás a algunos lectores, constituye un buen ejemplo de que vale la pena leer a un buen escritor, hable de lo que hable, porque siempre ofrece algo valioso.
Aquí tenemos trece artículos sobre otros tantos deportistas checos de entre los años 30 y 60 del pasado siglo, trece crónicas lúcidas y luminosas, llenas de poesía y un estilo periodístico ágil y brillante, que ya querrían dominar muchos autores. Son historias seleccionadas, con aliento épico, emocionantes y humanas, algunas desgraciadas, con algo peculiar que las hace únicas y un toque de humor cuando hay ocasión. Los cantares de gesta del siglo XX ya no narran grandes batallas, sino triunfos deportivos. Algo hemos progresado.
Son buenas historias, que vale la pena disfrutar párrafo a párrafo: el as del fútbol destrozado por la guerra, el gran campeón del ciclismo caído en desgracia por abandonar en una prueba («Del aeropuerto y de la estación principal de Praga, debería salir un túnel para los deportistas que no han ganado nada compitiendo en el extranjero»), la dura vida del gimnasta checo que ganó un oro en Berlín 1936 frente a los nazis, la gimnasta que le tenía miedo al salto mortal hacia atrás, los dos hermanos que jugaban al jockey, el ciclista maldito, el portero con raquitismo, una final de balonmano inolvidable, cómo sale un as de la aviación de una barrena mortal, los saltadores checos y el estilo del pez, la mala suerte del ciclista Láda...
Historias insólitas de grandes campeones, siempre marcadas por el esfuerzo, la fe sin límites y a veces, la mala suerte. Algunos relatos contienen una cierta denuncia acerca de lo rápido que el público y las instituciones deportivas olvidan a los héroes que caen en desgracia. Cuántos juguetes rotos han quedado en el camino. Porque la competición es muy cruel y como dijo un gran atleta «en una olimpiada, consigues ser el cuarto mejor del mundo y no eres nadie».
Mención aparte merecen dos de las historias, en mi opinión, las mejores. La vida de Emil Zátopek, el modesto y carismático albañil que cambió el atletismo de fondo para siempre. Antes, las carreras largas se corrían a un ritmo suave y en los últimos 400 metros, el que tenía el final más rápido se llevaba el gato al agua. Zátopek empezó a correr de manera diferente. Sin entrenador, ni equipo, entrenaba por su cuenta haciendo muchos kilómetros y gran número de series rápidas de 400 m. Luego, en la competición, corría a un ritmo altísimo —le llamaban la locomotora humana— y destrozaba a sus rivales. Es el único atleta que ha ganado en una misma olimpiada (Helsinki, 1952) tres medallas de oro en en 5000, 10 000 m y maratón. Corría además como nosotros, esforzándose y sufriendo, con la cara desencajada.
La otra crónica que me ha fascinado, aunque todas son muy buenas, es la de la ascensión de la cara norte del Eiger, un pico mitico de 3974 m de altitud, en los alpes suizos, famoso por su dificultad y peligro, por dos alpinistas checos, Radovan Kuchař y Zdeno Zibrín, los primeros de esa nacionalidad, en 1961. El texto es formidable y revela que Pavel no solo era un gran periodista y un buen escritor, sino también un amante de la naturaleza que sabía transmitir su encanto con eficacia.
La edición incluye fotos de los protagonistas de cada capítulo y un estupendo prólogo de la mujer de Zátopek, Dana, que habla de la relación de amistad de su marido con Pavel, de cómo se conocieron en el campo, buscando setas, y de un amigo español de ambos, el inolvidable Patxi Alcorta, dueño del bar Iru Txulo, que celebraba cada gol en Atocha con un chupinazo y le calzaba una chapela marca de la casa a todas las figuras del deporte que pasaban por San Sebastián. La traducción del checo es de Eduardo Fernández Couceiro, profesor de español en el Instituto Cervantes de Praga, fundador y contrabajista de la Orquesta de Cámara de esa institución.
Un libro que es una verdadera joya del periodismo deportivo, entretenido y poético, crítico, espléndidamente bien escrito y siempre con una vida humana detrás de cada capítulo. Todo un modelo.
Otto Popper (Praga, 1930-1973), más conocido por su seudónimo Ota Pavel, fue un periodista deportivo y escritor checoslovaco. Hijo de un vendedor de aspiradoras judío, era el pequeño de tres hermanos. Cuando tenía seis años, la familia se mudó a Buštěhrad; allí Pavel fue a la escuela que hoy lleva su nombre.
Durante la Segunda Guerra Mundial, su padre y sus dos hermanos fueron deportados a un campo de concentración y él se quedó con su madre, que no era judía. Trabajó como minero, pescador furtivo, desempeñó varios oficios y cuando su padre y sus hermanos volvieron a casa, terminó el bachillerato.
Entusiasta jugador de hockey sobre hielo en su juventud, fue locutor y comentarista deportivo, lo que permitió viajar acompañando a la selección de fútbol de su país a EE. UU., Francia, Suiza y la URSS. Después de visitar Innsbruck con motivo de los Juego Olímpicos de Invierno, empezó a padecer una enfermedad mental, probablemente un trastorno dipolar, que le sumía en hondas depresiones. Se jubiló anticipadamente y en esos años es cuando se dedicó a escribir relatos humorísticos sobre su familia. Falleció a los 43 años de un infarto y está enterrado en el cementerio judío de Praga, junto a su padre.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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