Año de edición: 2021
Este libro, ganador del prestigioso Premio Akutagawa en 2013, incluye tres historias con los mismos protagonistas, un matrimonio joven que se muda a una casa grande y espaciosa, pero un poco alejada de la ciudad y un entorno de urbanización en parte rural. En el primero, titulado «Agujero», la voz narradora es la de ella y en los dos siguientes, la de él.
Oyamada describe un mundo cotidiano, familiar y hogareño, lleno de rutinas y sucesos banales, que sabe hacer interesantes por el modo en que los cuenta. Y en esa atmósfera de normalidad, aparecen sucesos con un toque de cuasifantasía, hechos en el límite de lo posible y lo fabuloso. Agujeros en los que si te caes, te quedas atrapado y casi no puedes salir; animales extraños, negros y peludos, entre perros y mamíferos medianos; un vecino que riega todos los días, aunque llueva; una plaga inexplicable de comadrejas...
Detalles extraños que parecen el umbral de los fantástico, de lo inexplicable y que recuerdan lejanamente el mundo de Cortázar, Kafka y el realismo mágico, porque esta autora llena sus textos de sugerencias de ese estilo, aunque manteniéndose siempre dentro de los límites de lo creíble.
Por otro lado, la autora juega continuamente con las analogías. ¿El título se refiere al hoyo en el que cae la protagonista o a la situación e aislamiento que vive al irse a una urbnización al lado de los suegros y aislada del mundo?
El estilo es espléndido, sencillo, claro y limpio. Las frases se suceden unas a otras con la suavidad de la seda, la escritura es tersa y bella, como la superficie de un lago y las tramas se desarrollan sin tropiezos. La narración es lenta, relajante, como algunas películas de arte y ensayo.
No solo los finales son abiertos, los tres relatos están llenos de insinuaciones, caminos narrativos que quedan solo esbozados y la sensación al cerrar el libro es difícil de explicar. Se han leído unos textos muy bien escritos y la mente no puede dejar de tratar de imaginar qué ha sucedido en realidad en esas historias.
Hay varios temas secundarios, que son pinceladas descriptivas de la sociedad japonesa, detalles sobre aspectos como la explotación laboral y la vulneración de los derechos de los trabajadores («Las fijas salen a comer, las temporales comemos en el sitio»), el sexismo («Me gustaría decirle que cocine») o las dificultades de comunicación que tienen los personajes, aunque sean familiares y se conozcan entre sí.
Un libro muy interesante, bellamente escrito, lleno de sugerencias, en el que la naturaleza ocupa un lugar importante como escenario, que vuelve a acercarnos al mundo y la cultura japonesas. Un librito muy atractivo.
Hiroko Oyamada (Hiroshima, 1083) es una escritora japonesa que ha ganado ya el Premio Shincho para escritores noveles, el Premio Oda Sakunosuke y el Premio Akutagawa.
Se graduó en la Universidad de Hiroshima en Literatura Japonesa y en sus primeros cinco años de trabajo, tuvo tres empleos distintos, experiencia que plasmó en su primera novela, titulada «Fábrica», que recibió el Premio Shincho para escritores noveles en 2010. Después de su debut, comenzó a trabajar para una revista local, pero lo dejó cuando se casó con un compañero de trabajo.
Desde entonces, sigue publicando y consiguiendo premios, a razón de uno por cada libro publicado. Declara que Franz Kafka y a Mario Vargas Llosa son los escritores que más le han influido.
Vive en Hiroshima con su marido y su hija. Sigue escribiendo. Se supone que tiene un cuarto propio.
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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