Título: Pastoral americana
Autor: Philip Roth
Páginas: 512
Editorial: Debolsillo
Precio: 8,95 euros
Autor: Philip Roth
Páginas: 512
Editorial: Debolsillo
Precio: 8,95 euros
Año de edición: 2009
¿Y qué tiene de malo la vida de
los Levov? ¿Qué hay en este mundo menos reprensible que la vida de los Levov?
Con esta pregunta retórica, ¿o no?,
termina después de más de quinientas páginas, «Pastoral Americana».
Los Levov son una familia
americana, de clase acomodada de
Newark (Nueva Jersey), con una próspera industria en el sector del guante. El padre, Seymour,
apodado el Sueco, es alto, guapo, destacado atleta universitario, buen padre de
familia y judío. La madre, Dawn, hija de un fontanero, fue Miss New Jersey en
1949, gran esposa, ama de casa y católica. Todo es ideal, pero…la hija, Merry,
representa la válvula de escape de la conciencia de la familia y, se podría
decir que, de toda una generación, de una forma de vida y de una sociedad, la
occidental, la americana, la sociedad «bien», que tapa sus neurosis con grandes
mansiones, vinos caros y colegios privados.
Philip Roth (Newark, 1933) hace un ejercicio
de introspección psicológica encomiable en esta novela, va trepanando, como
un escultor, hasta ir quitando capas y
reduciendo a sus personajes a un armazón básico, sin apenas ropajes, hasta un
juicio sumario cuyo único juez es el lector. ¿Es tan idílico el paisaje?, el
éxito en los negocios, en la escuela, ante los amigos ¿lo es todo? ¿la cultura
y la intelectualidad son una garantía de felicidad? ¿qué antídoto hay frente a
la soledad?.
Todas esas preguntas van rondando la cabeza del lector
sugestionado por Roth, quien en su tarea de demiurgo, va tejiendo una
cosmogonía paralela a la real, a la oficial, a la satisfactoria, a la que sale
en las revistas de decoración. Todo ello con el telón de fondo de una serie de
acontecimientos enloquecidos y cruciales, en una época concreta, muy
identificables, como es la de la Guerra de Vietnam y el Caso Watergate, una época que acaba incidiendo en la conducta de los personajes e influyendo decididamente
en sus vidas y que posteriormente daría paso a una forma de vida nueva y a una cadena de
protestas sociales.
Roth realiza la crónica de una
época de los Estados Unidos, a través de una serie de personajes que se quedan
sin muletas a las que asirse, que han invertido toda su ilusión y sus
esfuerzos en un modelo de vida que no
tiene todas las respuestas, que no promete la felicidad, pese a que parezca lo
contrario. En pleno apogeo de la revolución industrial y del sistema capitalista, todos sus «modelos
de ciudadanos ideales» hacen agua y naufragan, y el lector va siendo cómplice de
ese análisis profundo.
En un libro donde aparecen los
grandes temas universales, las grandes preguntas, los clásicos, el Sueco Levov,
a modo de moderno Odiseo, tiene que aventurarse a conquistar un montón de cosas que
creía conquistadas: su mujer, su hija, que desaparece del hogar familiar a
los dieciséis años tras cometer un acto delictivo, sus padres, sus amigos, mientras
todos se sientan en la mesa ante el gran pavo de Acción de Gracias, que
constituye la «Pastoral americana», el día en el que comen judíos con católicos, irlandeses con italianos, sin preguntarse
por su origen como ciudadanos de un mundo nuevo en el país de las
oportunidades.
Sin entrar en listas ni en
apuestas, podemos decir que este libro tiene detrás a un autor de mucho fuste,
perfectamente asentado en su profesión, que controla completamente el oficio,
un gran narrador y creador de personajes
de gran complejidad y personalidad.
Estructurada en tres partes, esta obra empieza como un libro de memorias del omnipresente Nathan Zuckerman, para pasar en su segunda y tercera parte, para mi la mejor, a dar voz a un narrador en tercera persona que nos describe un elenco de personajes que giran alrededor del Sueco y su familia, utilizando párrafos muy largos, frases muy reflexivas y descripciones pormenorizadas de paisajes, casas y situaciones. Hacia el final de la tercera parte parece desenredarse el jeroglífico, aparecen las respuestas a preguntas aparentemente sin respuesta, que nadie va a responder jamás porque la vida es un gran jeroglífico, como todos presuponen, porque las soluciones son tan variadas como caras tiene un poliedro, donde cada apuesta es una vida en sí sin retorno posible y donde los errores se pagan en años transcurridos.
Estructurada en tres partes, esta obra empieza como un libro de memorias del omnipresente Nathan Zuckerman, para pasar en su segunda y tercera parte, para mi la mejor, a dar voz a un narrador en tercera persona que nos describe un elenco de personajes que giran alrededor del Sueco y su familia, utilizando párrafos muy largos, frases muy reflexivas y descripciones pormenorizadas de paisajes, casas y situaciones. Hacia el final de la tercera parte parece desenredarse el jeroglífico, aparecen las respuestas a preguntas aparentemente sin respuesta, que nadie va a responder jamás porque la vida es un gran jeroglífico, como todos presuponen, porque las soluciones son tan variadas como caras tiene un poliedro, donde cada apuesta es una vida en sí sin retorno posible y donde los errores se pagan en años transcurridos.
«Pastoral Americana», a parte de
una crónica de la América
rica y todopoderosa, puede ser también una crónica vital del ser humano de cualquier
lugar, en la que afloran los sentimientos, las pasiones de la vida y las dudas. Detrás de ella, se esconde aparte de un forjador del lenguaje, un gran observador del ser
humano, que ensambla frases
rotundas («Todos tenemos hogar. Es ahí donde todo sale mal», «Uno cree que
puede proteger a una familia y resulta que ni siquiera puede protegerse a sí
mismo») con conversaciones triviales ante el té con pastel de la tarde.
Philip Roth
Publicado por Gregorio Camacho.
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