Título: Los osos
Páginas: 156
Editorial: Contraseña
Precio: 16 euros
Año de edición: 2012
Hace poco ha visto la luz otro volumen de relatos, después de «La señal» (2010), del genial Garshin, uno de los maestros indiscutibles del género, admirado por Tolstoi y sus contemporáneos rusos. Fué muy leído y traducido en vida y hoy en día permanece dormido en el olvido, al menos en nuestro país.
Aquí se reúnen seis cuentos, publicados originalmente entre 1878 y 1883 en revistas literarias, que se encuentran entre lo mejorcito de su producción. Especialmente dramáticos e intensos son los dos que abren el libro, «Una novela muy breve» y «Los osos», dos cuentos maravillosos y terribles, como la vida misma que Garshin parecía conocer mejor que nadie.
Ligeramente tristes y melancólicos, duros, sus cuentos se salvan gracias a la fuerza dramática que su autor sabe darles, a la belleza sutil de su forma de contar, a una contención sabiamente dosificada que no carga las tintas en ningún momento y un punto de vista ético inocente y sin contaminar, auténticamente puro. Mucho han sufrido los rusos, primero bajo los zares, luego soportando la nomenclatura y ahora, mejor ni hablar, y mucho han sufrido los escritores rusos. Garshin se encuentra entre ese puñado selecto de autores que ha sabido transformar el dolor en belleza. Ya hablamos aquí del espléndido volumen titulado «La señal y otros relatos».
Sus cuentos son sencillos en la forma, pero sugieren y plantean un montón de temas muy profundos como la opresión, la muerte, la injusticia y la desdicha, el destino, la libertad, el patriotismo ciego y la guerra. El lector se ve increpado a veces, son relatos que no dejan indiferente a nadie, tristes, dramáticos, llenos de belleza y con un punto de locura que roza la incoherencia. Así es este autor ruso, maestro de maestros y grande entre los grandes.
Sus cuentos son sencillos en la forma, pero sugieren y plantean un montón de temas muy profundos como la opresión, la muerte, la injusticia y la desdicha, el destino, la libertad, el patriotismo ciego y la guerra. El lector se ve increpado a veces, son relatos que no dejan indiferente a nadie, tristes, dramáticos, llenos de belleza y con un punto de locura que roza la incoherencia. Así es este autor ruso, maestro de maestros y grande entre los grandes.
Vsévolod Garshin (Járkov, 1855-1888) nació en la actual Ucrania. Estudió en la Escuela de Minas de San Petersburgo y tres años después se enroló para luchar en la Guerra Ruso-Turca,
en la que fué herido. Regresó a San Petersburgo, se recuperó y tuvo una vida normal hasta 1880, cuando le sobrevino un colapso mental y tuvo que ser ingresado en un sanatorio psiquiátrico.Tardó dos años en recuperarse, pero inició su etapa de mayor creatividad literaria, se casó y obtuvo un empleo humilde y mal pagado en el ferrocarril.
Perteneciente a una familia de suicidas (su padre
y dos hermanos suyos se habían quitado la vida), se mató en tirándose por el hueco de una escalera cuando sólo tenía 33 años. Nos dejó una veintena de cuentos imprescindibles, de una calidad deslumbrante. En todas las imágenes que han quedado de él, aparece con cara de pena, la mirada triste y el aspecto de una persona demasiado sensible y lúcida para lo duro y brutal que resulta ser a veces este mundo.
Vsévolod Garshin (1885)
Publicado por Antonio F. Rodríguez.
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